Grandeza de la pequeña Belén
1 1 (4.14) Yo, Miqueas, anuncio:
«Jerusalén, Jerusalén,
prepárate para la guerra.
Por medio de tus enemigos
Dios castigará duramente
al rey de Israel.
2 2 (5.1) »Pero tú, Belén Efrata,
entre los pueblos de Judá
eres un pueblo pequeño,
pero llegarás a ser muy importante.
En ti nacerá un rey
de familia muy antigua,
que gobernará sobre Judá.
3 3 (5.2) »Dios nos va a abandonar
hasta que nazca ese rey.
Luego de su nacimiento
los que hayan quedado con vida
se reunirán con los demás israelitas.
4 4 (5.3) Entonces Dios le dará a ese rey
toda su fuerza y poder
para dirigir a su pueblo
y hacerlo vivir en paz.
Ese rey extenderá su dominio
hasta el último rincón de la tierra.
5-6 5-6 (5.4-5) »Cuando vengan los asirios
para invadir nuestro país
y quieran ocupar nuestros palacios,
ese rey nos librará de ellos
y nos hará vivir en paz.
Ordenará que los ataquen
siete jefes y ocho capitanes.
¡Así conquistaremos por la fuerza
el país de Asiria, territorio de Nimrod!
Judá entre las naciones
7-8 7-8 (5.6-7) »Los que quedemos con vida
seremos entre las naciones,
como la lluvia que Dios envía:
cae del cielo y riega la hierba
sin la intervención humana.
Seremos también como los leones:
cuando están entre un rebaño,
atrapan a las ovejas y las destrozan,
y no las dejan escapar.
9 9 (5.8) ¡Tú, mi Dios, atacarás a tus enemigos
y los destruirás por completo!»
Destrucción total
10 10 (5.9) Dios dijo a su pueblo:
«Cuando llegue ese día,
mataré a todos tus caballos
y destruiré tus carros de guerra.
11 11 (5.10) Destruiré también tus ciudades
y derribaré todas tus torres.
12 12 (5.11) Pondré fin a tus hechicerías
y acabaré con todos tus adivinos.
13 13 (5.12) Destruiré tus ídolos y tus imágenes,
y no volverás a adorar
a dioses que tú mismo hiciste.
14 14 (5.13) ¡Yo destruiré tus ciudades
y las imágenes de tu diosa Astarté!
15 15 (5.14) ¡Yo me vengaré con gran furia
de las naciones que no me obedecieron!»
Restauración de la dinastía de David
1 1 (4.14) «Pero ahora, Jerusalén, prepara tu defensa,
porque hemos sido sitiados
y el jefe de Israel va a ser duramente castigado.
2 2 (1) En cuanto a ti, Belén Efrata,
pequeña entre los clanes de Judá,
de ti haré que salga el que gobierne a Israel,
el cual proviene de tiempos muy antiguos.»
3 3 (2) Ahora el Señor dejará a los suyos,
pero solo hasta que dé a luz
la mujer que está esperando un hijo.
Entonces se reunirán con sus compatriotas
los israelitas que están en el destierro.
4 4 (3) Aquel gobernante se establecerá con firmeza
para pastorear a su pueblo
con el poder y la majestad del Señor su Dios,
y ellos podrán vivir en paz,
porque él será engrandecido
hasta los confines de la tierra.
5 5 (4) Él traerá la paz.
Cuando los asirios invadan nuestro país
y asalten nuestros palacios,
enviaremos contra ellos
siete jefes y ocho dirigentes del pueblo.
6 6 (5) Con el poder de la espada
gobernarán Asiria, el país de Nimrod,
y nos librarán de los asirios
que van a invadir nuestra tierra
y conquistarán nuestro territorio.
La misión del remanente
7 7 (6) Entonces, los que queden del pueblo de Jacob,
en medio de muchas naciones,
serán como el rocío que envía el Señor,
como las lluvias que caen sobre la hierba,
que no dependen de la voluntad humana.
8 8 (7) Entonces los pocos que queden del pueblo de Jacob,
en medio de muchas naciones,
serán como leones entre los animales del bosque,
como leones en medio de un rebaño de ovejas,
que al pasar las desgarran y destrozan,
sin que haya quien las pueda librar.
9 9 (8) Así atacarás tú, Señor,
y destruirás a todos tus enemigos.
Fin de la guerra y la idolatría
10 10 (9) Esto afirma el Señor:
«En aquel día mataré a tus caballos
y destruiré tus carros de guerra;
11 11 (10) arrasaré las ciudades de tu tierra
y derribaré todas tus fortalezas;
12 12 (11) acabaré con tus hechicerías
y te dejaré sin adivinos;
13 13 (12) destruiré tus imágenes y piedras sagradas,
y nunca más adorarás la obra de tus manos.
14 14 (13) Arrancaré de en medio de ti las imágenes de Asera
y destruiré por completo tus ciudades.
15 15 (14) Con furia y gran enojo me vengaré
de las naciones que no me obedecieron.»