Rebelión de Joiadá contra Atalía
1-3 Al séptimo año, Joiadá se armó de valor y mandó llamar a estos capitanes del ejército:
Azarías hijo de Jeroham,
Ismael hijo de Johanán,
Azarías hijo de Obed,
Maaseías hijo de Adaías,
Elisafat hijo de Zicrí.

Ellos, a su vez, fueron por todo el territorio y las ciudades de Judá, y reunieron a los ayudantes de los sacerdotes y a los jefes de las familias de Israel, para que fueran con ellos a Jerusalén. Cuando llegaron, todos los que se habían reunido hicieron un pacto con Joás en el templo de Dios. Joiadá les dijo:

«¡Miren, este es el hijo de Ocozías, nuestro antiguo rey! Como Dios le prometió a David que sus descendientes serían reyes, él es quien debe reinar ahora.
4 »Por eso quiero que tres grupos de sacerdotes y sus ayudantes hagan guardia el sábado: Un grupo vigilará las entradas del templo, 5 otro cuidará el palacio, y el otro vigilará la entrada de los cimientos. El resto de ustedes estará en los patios del templo de Dios.
6 »Solamente los sacerdotes y sus ayudantes entrarán al templo, pues ellos se han preparado para hacerlo. Todos los demás vigilarán afuera, pues así lo ha ordenado Dios.
7 »Los ayudantes de los sacerdotes serán guardaespaldas del rey Joás; cada uno deberá tener sus armas en la mano, listo para matar a cualquiera que trate de entrar en el palacio. Deben proteger al rey en todo momento y en cualquier lugar a donde él vaya».

8 Los ayudantes de los sacerdotes y toda la gente de Judá hicieron lo que les ordenó el sacerdote Joiadá. Y como él no dejó que volvieran a sus casas los que terminaban su turno, los capitanes tenían a su disposición a todos sus hombres, estuvieran o no de guardia el sábado. 9 Luego el sacerdote les dio a los capitanes las lanzas y los escudos grandes y pequeños, que habían sido del rey David y que estaban en el templo.
10 Desde la parte sur hasta la parte norte del templo, y alrededor del altar, todo el ejército, armas en mano, protegía al rey.
11 Entonces Joiadá sacó a Joás, le puso la corona y le dio un documento con instrucciones para gobernar. Después, Joiadá y sus hijos derramaron aceite sobre su cabeza y así lo nombraron rey. Todos gritaron: «¡Viva el rey!»
12 Cuando Atalía escuchó que la gente hacía mucho alboroto y aclamaba al rey, fue al templo. 13 Allí vio a Joás de pie, junto a la columna de la entrada. A su lado estaban los capitanes y los músicos; la gente, llena de alegría, tocaba las trompetas, y los cantores, con sus instrumentos musicales, dirigían al pueblo, que también tocaba trompetas con gran alegría. Entonces Atalía rompió su ropa y gritó: «¡Traición! ¡Traición!»
14 El sacerdote Joiadá les ordenó a los capitanes del ejército: «¡No la maten en el templo! ¡Mátenla afuera, y también a cualquiera que la defienda!» 15 Así que luego de tomarla presa, la sacaron por el portón del establo, la llevaron al palacio y allí la mataron.
Joiadá hace cambios
16 Después Joiadá les pidió al rey y al pueblo que se apoyaran mutuamente. También les pidió que se mantuvieran fieles a Dios. 17 Entonces todos fueron al templo de Baal y lo derribaron, y destruyeron los altares y los ídolos. En cuanto al sacerdote de Baal, que se llamaba Matán, lo mataron frente a los altares.
18 Joiadá puso soldados bajo las órdenes de los sacerdotes y sus ayudantes, para que vigilaran el templo de Dios. Tiempo atrás, David había organizado a los sacerdotes y a sus ayudantes para que, siguiendo las instrucciones de Moisés, presentaran ofrendas en honor de Dios entre cantos de alegría.
19 Además, Joiadá puso vigilantes en las entradas del templo de Dios, para que solo dejaran entrar a quien se hubiera preparado debidamente. 20 Luego, reunió a los capitanes, a la gente importante, a los gobernadores y al resto del pueblo, y entre todos llevaron al rey desde el templo hasta el palacio, entrando por el portón superior. Allí lo sentaron sobre el trono, 21 y todo el pueblo hizo fiesta.
Después de la muerte de Atalía, la ciudad vivió tranquila.
1 Al séptimo año, Joyadá mandó llamar a los siguientes capitanes: Azarías hijo de Jeroán, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maseías hijo de Adaías, y Elisafat hijo de Zicri, e hizo que se le unieran como aliados. 2 Ellos recorrieron Judá, y reunieron a los levitas de todas las ciudades de Judá y a los jefes de las familias de Israel, y todos juntos fueron a Jerusalén. 3 Allí, en el templo de Dios, todos los que se habían reunido hicieron un pacto con el rey.
Joyadá les dijo: «¡Aquí tienen ustedes al hijo del rey! Tal como lo prometió el Señor acerca de los descendientes de David, él es quien debe ser rey. 4 Esto es lo que van a hacer ustedes: una tercera parte de ustedes, los sacerdotes y levitas que están de servicio el sábado, cuidarán las puertas del templo; 5 otra tercera parte estará en el palacio real; y la otra tercera parte estará en la puerta de los Cimientos. Mientras tanto, todo el pueblo estará en los atrios del templo. 6 Pero que nadie entre en el templo, fuera de los sacerdotes y levitas que estén de servicio. Solamente ellos pueden entrar, porque están consagrados; pero el resto del pueblo montará guardia en honor del Señor. 7 Los levitas formarán un círculo alrededor del rey, cada uno con sus armas en la mano, y el que intente penetrar en el templo morirá. Acompañarán al rey dondequiera que él vaya.»
8 Los levitas y la gente de Judá hicieron todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado. Cada cual tomó el mando de sus hombres, tanto los que entraban de guardia en sábado como los que salían, porque el sacerdote Joyadá no dejó que se fueran los que terminaban su turno. 9 Entonces Joyadá entregó a los capitanes las lanzas y los diversos escudos que habían pertenecido al rey David, y que estaban en el templo de Dios. 10 Luego colocó en sus puertas a toda la gente, desde el ala derecha hasta el ala izquierda del templo, y alrededor del altar, cada uno con su lanza en la mano para proteger al rey. 11 Entonces Joyadá y sus hijos sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona y las insignias reales y, después de derramar aceite sobre él, lo proclamaron rey. Luego todos gritaron: «¡Viva el rey!»
12 Cuando Atalía oyó los gritos de la gente que corría y aclamaba al rey, fue al templo del Señor, donde estaban todos. 13 Vio allí al rey, de pie junto a su columna, a la entrada. A su lado estaban los jefes y la banda de música, y la gente muy alegre y tocando trompetas; los cantores, con instrumentos musicales, dirigían los himnos de alabanza. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó:
—¡Traición! ¡Traición!
14 Pero el sacerdote Joyadá hizo salir a los capitanes que estaban al mando del ejército, y les dijo:
—¡Sáquenla de entre las filas, y pasen a cuchillo al que la siga!
Como el sacerdote había ordenado que no la mataran en el templo del Señor, 15 la apresaron y la sacaron por la puerta de la caballería hasta el palacio real, y allí la mataron.
16 Después Joyadá hizo un pacto con todo el pueblo y con el rey, de que ellos serían el pueblo del Señor. 17 Luego fueron todos al templo de Baal y lo derribaron, destrozaron sus altares y sus ídolos. En cuanto a Matán, el sacerdote de Baal, lo degollaron ante los altares. 18 A continuación, Joyadá puso una guardia en el templo del Señor, bajo las órdenes de los sacerdotes y los levitas, a quienes David había repartido por turnos para servir en el templo y ofrecer al Señor los holocaustos, según está prescrito en la ley de Moisés, y cantar con alegría, como lo había dispuesto David. 19 También puso porteros en las entradas del templo del Señor, para que no pudiera entrar nadie que por algún motivo estuviera ritualmente impuro. 20 Luego tomó a los capitanes, a las personas más importantes, a los gobernadores del pueblo y a toda la gente, y acompañó al rey desde el templo del Señor hasta el palacio real, entrando por la puerta superior. Luego sentaron al rey en el trono real, 21 y todo el pueblo se alegró. Y como Atalía había muerto a filo de espada, la ciudad quedó tranquila.