Ante Dios, humildad
1 En las manos de Dios
los planes del rey
son como un río:
toman el curso
que Dios quiere darles.

2 Todo el mundo cree hacer lo mejor,
pero Dios juzga las intenciones.

3 Más que recibir ofrendas y sacrificios,
Dios prefiere que se haga justicia
y que se practique la honradez.

4 Hay tres cosas que son pecado:
ser orgulloso,
creerse muy inteligente,
y vivir como un malvado.

5 Cuando las cosas se piensan bien,
el resultado es provechoso.
Cuando se hacen a la carrera,
el resultado es desastroso.

6 Las riquezas que amontona el mentiroso
se desvanecen como el humo;
son una trampa mortal.

7 La violencia destruye a los malvados
porque se niegan a hacer justicia.

8 Quien mal se comporta,
lleva una vida difícil;
quien vive honradamente
lleva una vida sin problemas.

9 Más vale vivir
en un rincón del patio,
que dentro de un palacio
con una persona peleona.

10 El malvado solo piensa en el mal,
y hasta con sus amigos es malvado.

11 Jóvenes sin experiencia,
acepten el consejo de los sabios,
y aprendan del castigo a los malcriados.

12 Dios es justo, y sabe bien
lo que piensa el malvado;
por eso acaba por destruirlo.

13 Quien no hace caso
de las súplicas del pobre,
un día pedirá ayuda
y nadie se la dará.

14 Un buen regalo calma el enojo,
si se da en el momento oportuno.

15 El hombre honrado es feliz
cuando ve que se hace justicia,
¡pero cómo se asusta el malvado!

16 Quien deja de hacer lo bueno,
pronto termina en la tumba.

17 Quien solo piensa en fiestas,
en perfumes y en borracheras,
se queda en la pobreza
y jamás llega a rico.

18 Los malvados y ladrones
tendrán que pagar el rescate
de los hombres buenos y honrados.

19 Vale más la soledad
que la vida matrimonial
con una persona agresiva
y de mal genio.

20 En casa del sabio
hay riquezas y perfumes;
en casa del tonto
solo hay desperdicios.

21 Busca la justicia y el amor,
y encontrarás vida,
justicia y riquezas.

22 Basta un solo sabio
para conquistar una gran ciudad.

23 Quien tiene cuidado de lo que dice
nunca se mete en problemas.

24 Qué bien le queda al orgulloso
que lo llamen «¡malcriado y vanidoso!»

25-26 El perezoso quiere de todo,
lo que no quiere es trabajar.
El hombre honrado siempre da
y no pide nada a cambio.

27 Dios no soporta a los malvados
que le traen ofrendas,
y no son sinceros.

28 El testigo falso será destruido,
pero al testigo verdadero
siempre se le da la palabra.

29 El malvado parece estar muy seguro;
pero solo el hombre honrado
está seguro de verdad.

30 Reconozcamos que ante Dios,
no hay sabiduría
ni conocimiento,
ni consejos que valgan.

31 A los soldados les toca
preparar sus caballos para el combate;
pero Dios es quien decide
a quién darle la victoria.
1 La mente del rey, en manos del Señor,
sigue, como los ríos, el curso que el Señor quiere.

2 La gente cree que todo lo que hace está bien,
pero el Señor es quien juzga las intenciones.

3 Practica la rectitud y la justicia,
pues Dios prefiere eso a los sacrificios.

4 Los ojos altivos y la mente orgullosa
son la lámpara que engaña a los malvados.

5 Los planes bien pensados dan buen resultado;
los trazados sin pensar causan la ruina.

6 Las riquezas ganadas por medio de la mentira
son la ilusión pasajera de los que buscan la muerte.

7 A los malvados los destruye su propia violencia
por haberse negado a practicar la justicia.

8 La conducta del malvado es torcida e insegura;
las acciones de la gente honrada son impecables.

9 Más vale vivir al borde de la azotea,
que en amplia mansión con mujer pendenciera.

10 El malvado piensa solo en hacer lo malo;
jamás mira con bondad a sus semejantes.

11 Del castigo al insolente, el inexperto aprende;
el sabio aprende con la sola explicación.

12 El justo Dios observa la casa del malvado,
y entrega a los malvados a la ruina.

13 El que no atiende a los ruegos del pobre
tampoco recibirá ayuda cuando la pida.

14 El regalo que se hace con discreción
calma hasta el enojo más fuerte.

15 Cuando se hace justicia, el justo se alegra,
y a los malhechores les llega la ruina.

16 Quien no se conduce con prudencia
irá a parar entre los muertos.

17 Entrégate al placer, el vino y los perfumes,
y acabarás en la pobreza.

18 El que es falso y malvado
sufrirá en lugar del justo y honrado.

19 Vale más vivir en el desierto
que con mujer irritable y pendenciera.

20 En casa del sabio hay riquezas y perfumes,
pero el necio gasta todo lo que tiene.

21 Quien busca la justicia y la verdad
vive una vida de honor y justicia.

22 El sabio ataca una ciudad bien defendida,
y acaba con su poder y su confianza.

23 Quien tiene cuidado de lo que dice
nunca se mete en aprietos.

24 Pedante, orgulloso e insolente se llama
a quien se porta con mucha pedantería.

25 Al perezoso lo matan sus deseos
porque sus manos no quieren trabajar,
26 y todo el día se lo pasa deseando.
El justo, en cambio, da sin tacañerías.

27 El Señor no soporta las ofrendas de los malvados,
porque las ofrecen con malas intenciones.

28 El testigo falso acaba en la ruina,
pero el que sabe escuchar siempre sabe responder.

29 El malvado aparenta seguridad;
el honrado está seguro de su conducta.

30 Ante el Señor no hay sabiduría que valga,
ni inteligencia ni buenas ideas.

31 Se puede preparar el caballo para entrar en batalla,
pero el Señor es quien da la victoria.