Gedeón derrota a los madianitas
1 Gedeón, a quien ahora llamaban Jerubaal, y todos los que estaban con él se levantaron muy temprano y se fueron a acampar junto al manantial de Harod. El campamento de los madianitas les quedaba al norte, en el valle que está al pie del monte Moré.
2 Dios le dijo a Gedeón:

«Hay demasiados soldados en tu ejército, y van a pensar que la victoria sobre los madianitas será de ellos y no mía. 3 Por eso, reúnelos y diles que cualquiera que tenga miedo regrese a su casa».

De esta manera Gedeón los puso a prueba. Veintidós mil soldados regresaron a su casa, y diez mil se quedaron.
4 Dios le volvió a hablar a Gedeón: «Todavía hay demasiados soldados. Llévalos a tomar agua, para que yo los ponga a prueba. Allí te señalaré quiénes irán contigo, y quiénes no».
5 Gedeón los llevó a tomar agua, y Dios le dijo: «Pon a un lado a los que se inclinen para beber, y aparta a todos los que saquen agua con las manos y la beban como los perros».
6 Trescientos soldados recogieron agua con las manos y, llevándosela a la boca, la bebieron como hacen los perros. Todos los demás se inclinaron para beber. 7 Dios le dijo entonces a Gedeón: «Con estos trescientos soldados voy a salvarlos y les daré la victoria sobre los madianitas. Todos los demás, pueden irse a su casa».
8 Así que Gedeón se quedó con trescientos hombres. Recogió los cántaros y las trompetas de los demás, y los mandó de vuelta a sus tiendas de campaña. El campamento de los madianitas quedaba más abajo, en el valle.
9 Esa misma noche Dios le ordenó a Gedeón:

«Levántate y ataca a los madianitas. Yo te daré la victoria sobre ellos. 10 Pero si tienes miedo de atacarlos, baja al campamento con tu sirviente Purá. 11 Cuando oigas lo que están diciendo, perderás el miedo».

Gedeón se fue con su sirviente a los puestos de vigilancia del ejército enemigo. 12 Los madianitas, los amalecitas y toda la gente del este se habían dispersado por todo el valle. Parecían una plaga de saltamontes, y tenían tantos camellos como la arena que hay en la playa. 13 Cuando llegó Gedeón, oyó que un soldado le contaba a otro el sueño que había tenido. Le decía:

—Soñé que un pan de cebada venía rodando sobre nuestro campamento, y chocaba contra una tienda y la derribaba.

14 Su compañero le respondió:

—¡No cabe duda de que se trata del ejército de Gedeón! ¡Dios le va a dar la victoria sobre nuestro ejército!

15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y lo que significaba, adoró a Dios. Luego Gedeón volvió al campamento israelita y ordenó: «¡Arriba todos! Dios nos va a dar la victoria sobre el ejército madianita».
16 Gedeón dividió a sus hombres en tres grupos, y les dio trompetas y cántaros vacíos. Dentro de los cántaros pusieron antorchas encendidas. 17 Después les dijo: «Al acercarnos al campamento madianita, fíjense en mí y hagan lo que me vean hacer. 18 Cuando mi grupo y yo toquemos la trompeta, ustedes también hagan sonar las suyas y griten: “¡Por Dios y por Gedeón!”»
19 Gedeón y los cien hombres que estaban con él se acercaron al campamento poco antes de la medianoche, cuando estaba por cambiar el turno de la guardia. Hicieron sonar sus trompetas y rompieron los cántaros que llevaban en las manos, 20 y los otros dos grupos hicieron lo mismo. Con la antorcha en la mano izquierda y la trompeta en la derecha, todos gritaron: «¡Al ataque! ¡Por Dios y por Gedeón!»
21 Los israelitas se quedaron quietos en sus puestos, rodeando el campamento enemigo. Al oír los gritos, todos los del ejército madianita salieron corriendo. 22 Los israelitas, por su parte, seguían tocando sus trompetas, mientras Dios hacía que las tropas enemigas se atacaran entre sí y salieran huyendo. Se fueron a Bet-sitá, camino de Sererá, y llegaron hasta la frontera de Abel-meholá, cerca de Tabat.
23 Entonces llamaron a los hombres de las tribus de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, para que persiguieran a los madianitas. 24 Gedeón envió mensajeros por todo el territorio de Efraín, con este mensaje: «¡Vengan a pelear contra los madianitas! Vigilen las partes bajas del río Jordán y de los arroyos, hasta Bet-bará, para que los madianitas no puedan cruzar por allí».
Los de la tribu de Efraín obedecieron estas órdenes, 25 y capturaron además a Oreb y a Zeeb, que eran dos jefes madianitas. Mataron a Oreb en la piedra que ahora se conoce como Roca de Oreb. A Zeeb lo mataron en el lugar donde se exprimían las uvas para hacer el vino, y que se conoce como Lagar de Zeeb. Persiguieron a los madianitas, y después llevaron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón, que estaba al otro lado del río Jordán.
Gedeón derrota a los madianitas
1 Gedeón, a quien ahora llamaban Yerubaal, y todos los que estaban con él, se levantaron de madrugada y fueron a acampar junto al manantial de Jarod. El campamento de los madianitas les quedaba entonces al norte, en el valle que está al pie del monte de More.
2 El Señor le dijo a Gedeón: «No te dejaré triunfar con esta gran cantidad de soldados. Los israelitas van a pensar que ganaron la guerra por su propio poder, y que yo no tuve nada que ver con el triunfo 3 Por eso, llama a las tropas y diles que todo el que tenga miedo que abandone el monte Galaad y regrese a su casa.»
Veintidós mil hombres regresaron a casa, y Gedeón se quedó con diez mil soldados. 4 Pero el Señor insistió: «Son muchos todavía. Llévalos a tomar agua, y allí yo los pondré a prueba y te diré quiénes irán contigo y quiénes no.»
5 Gedeón llevó entonces al ejército a tomar agua, y el Señor le dijo: «Aparta a los que beban agua en sus manos, lamiéndola como perros, de aquellos que se arrodillen para beber.»
6 Los que bebieron agua llevándosela de las manos a la boca y lamiéndola como perros fueron trescientos. Todos los demás se arrodillaron para beber. 7 Entonces el Señor le dijo a Gedeón: «Con estos trescientos hombres voy a salvarlos, y derrotaré a los madianitas. Todos los demás pueden irse.»
8 Gedeón mandó entonces que todos los demás regresaran a sus tiendas de campaña; pero antes de que se fueran les recogió sus cántaros y sus cuernos de carnero. Tan solo se quedó con los trescientos hombres escogidos, acampando más arriba de los madianitas, que estaban en el valle.
9 Aquella noche el Señor le ordenó a Gedeón: «Levántate y baja a atacar a los madianitas, pues los voy a entregar en tus manos. 10 Pero si tienes miedo de atacarlos, baja antes al campamento con Fura, tu criado, 11 y escucha lo que digan. Después te sentirás con más ánimo para atacarlos.»
Entonces Gedeón bajó con Fura, su criado, hasta el límite del campamento enemigo. 12 Los madianitas, los amalecitas y la gente del oriente se habían esparcido por el valle como una plaga de langostas. Tenían tantos camellos como arena hay a la orilla del mar. 13 Al acercarse Gedeón al campamento enemigo, oyó que un soldado le contaba a otro un sueño que había tenido. Le decía:
—Soñé que un pan de cebada venía rodando hasta nuestro campamento, y que al chocar contra una tienda la hacía caer.
14 Y su compañero le contestó:
—Eso no es otra cosa que la espada de Gedeón hijo de Joás, el israelita. Dios va a entregar en manos de Gedeón a los madianitas y a todo su campamento.
15 Al oír el relato del sueño y su interpretación, Gedeón adoró al Señor. Después volvió al campamento israelita y ordenó:
—¡Arriba, que el Señor va a entregarnos el campamento madianita!
16 En seguida organizó a sus trescientos hombres en tres grupos, y a todos les dio cuernos de carnero y unos cántaros vacíos, que llevaban dentro antorchas encendidas. 17 Y les dijo:
—Cuando llegue yo al otro lado del campamento enemigo, fíjense en mí y hagan lo mismo que me vean hacer. 18 Cuando yo y los que van conmigo toquemos el cuerno, tóquenlo ustedes también alrededor de todo el campamento, y griten: “¡Por el Señor y por Gedeón!”
19 Así pues, Gedeón y sus cien hombres llegaron al otro lado del campamento cuando estaba por comenzar el turno de guardia de medianoche. Entonces tocaron los cuernos de carnero y rompieron los cántaros que llevaban en las manos, 20 y los tres grupos tocaron al mismo tiempo los cuernos de carnero y rompieron los cántaros. En la mano izquierda llevaban las antorchas encendidas, y los cuernos de carnero en la derecha, y gritaban: «¡Guerra! ¡Por el Señor y por Gedeón!» 21 Los israelitas se quedaron quietos en sus puestos alrededor del campamento, mientras que los soldados madianitas gritaban y salían huyendo. 22 Los trescientos israelitas se mantenían tocando los cuernos de carnero, mientras que el Señor hacía que los madianitas lucharan entre sí. Finalmente, todos ellos salieron huyendo hasta Bet Sitá, camino de Sererá, y hasta la frontera de Abel Meholá, junto a Tabat.
23 Los israelitas de las tribus de Neftalí, de Aser y de todo Manasés respondieron al llamado, y persiguieron a los madianitas. 24 Gedeón mandó mensajeros por los montes de Efraín, ordenando que los hombres de esta tribu bajaran a luchar contra los madianitas y ocuparan los lugares por donde se podía cruzar el río en Bet Bará y en el Jordán, antes de que ellos llegaran. Los de Efraín cumplieron estas órdenes, 25 y además capturaron a dos jefes madianitas llamados Oreb y Zeeb. A Oreb lo mataron en la peña que ahora se conoce como Peña de Oreb. A Zeeb lo mataron en el lugar que lleva su nombre, y que era donde se pisaban las uvas para hacer vino. Después de perseguir a los madianitas, llevaron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán.