Babilonia derrota a Egipto
1 Yo le comuniqué al pueblo todo lo que Dios me había dicho, 2 pero Azarías y Johanán, y otras personas muy creídas, me contestaron:

«Jeremías, tú nos dices que no vayamos a vivir a Egipto, pero Dios no te mandó a decirnos eso. ¡Eres un mentiroso! 3 Seguro que fue Baruc el que te puso en contra nuestra. Lo que él quiere es que caigamos en poder de los babilonios, para que nos lleven prisioneros o nos maten».

4 Y todos desobedecieron a Dios. Ni Johanán ni los jefes militares ni el resto de la gente se quedaron a vivir en Judá. 5 Al contrario, se llevaron a todos los que habían vuelto de otras naciones. 6-7 Se llevaron a hombres, mujeres y niños, y también a las hijas del rey. A toda esa gente Nebuzaradán la había puesto bajo el cuidado de Guedalías. A todos nos llevaron a Egipto, incluyendo a mi secretario Baruc y a mí, y nos quedamos en la ciudad de Tafnes. 8-11 Allí, el Dios de Israel volvió a hablarme:

«Jeremías, toma unas piedras grandes y llévalas a Tafnes. Entiérralas a la entrada del palacio del rey de Egipto, y asegúrate de que todos te vean hacerlo. Luego diles que yo haré que venga el rey de Babilonia, y pondré su trono sobre las piedras que has enterrado.
»Y así será. El rey de Babilonia conquistará Egipto. A unos se los llevará prisioneros a otro país, y a otros los matará. 12-13 Destruirá los templos de Egipto y los monumentos de Bet-semes, y se llevará los ídolos que haya en esos templos. ¡El rey de Babilonia va a sacudir a Egipto, como cuando los pastores de ovejas sacuden la ropa para quitarle los piojos! Luego se irá de allí, y nadie podrá detenerlo».
Jeremías es llevado a Egipto
1 Cuando Jeremías terminó de comunicar al pueblo todo lo que el Señor, el Dios de ellos, le había encargado decirles, 2 Azarías hijo de Osaías, Johanán hijo de Careaj, y otros hombres arrogantes dijeron a Jeremías: «¡Lo que dices es mentira! El Señor nuestro Dios no te ha encargado decirnos que no vayamos a vivir en Egipto. 3 Es Baruc hijo de Nerías el que te ha puesto en contra de nosotros, para hacer que caigamos en poder de los caldeos y que nos maten o nos lleven desterrados a Babilonia.»
4 Así que ni Johanán ni los jefes militares, ni la gente se quedaron en el territorio de Judá, con lo que desobedecieron la orden del Señor. 5 Al contrario, Johanán y todos los jefes militares reunieron a la poca gente de Judá que aún quedaba, y que eran los que después de haber sido desterrados por distintos países habían vuelto a Judá para establecerse allí: 6 hombres, mujeres, niños, las hijas del rey y todas las personas que Nabuzaradán, comandante de la guardia, había dejado bajo el cuidado de Gedalías, incluyendo a Jeremías y a Baruc. 7 En abierta desobediencia a la orden del Señor, todos ellos se fueron a Egipto, y llegaron hasta la ciudad de Tafnes.
8 En Tafnes, el Señor se dirigió a Jeremías y le dijo: 9 «Toma unas piedras grandes y, a la vista de la gente de Judá, entiérralas en el piso de barro de la terraza, frente a la entrada del palacio real de la ciudad. 10 Y diles: “El Señor todopoderoso, Dios de Israel, dice: Voy a hacer venir a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y voy a poner su trono y su tienda real encima de estas piedras que he enterrado aquí. 11 Él vendrá y destruirá Egipto. Los que están destinados a morir morirán; los que están destinados a ir al destierro irán al destierro; y los que están destinados a morir en la guerra en la guerra morirán. 12 Quemará los templos de los dioses de Egipto, y a las estatuas de los dioses les prenderá fuego o se los llevará como si fueran prisioneros. Limpiará Egipto, como un pastor que limpia de piojos su ropa, y luego se irá sin que nadie se lo impida. 13 Destruirá los pilares sagrados de Heliópolis, en Egipto, y prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto.”»