Ayudar a los más débiles
1 Nosotros, los que sí sabemos lo que Dios quiere, no debemos pensar solo en lo que es bueno para nosotros mismos. Más bien, debemos ayudar a los que todavía no tienen esa seguridad. 2 Todos debemos apoyar a los demás, y buscar su bien. Así los ayudaremos a confiar más en Dios. 3 Porque ni aun Cristo pensaba solo en lo que le agradaba a él. Como Dios dice en la Biblia: «Me siento ofendido cuando te ofenden a ti.» 4 Todo lo que está escrito en la Biblia es para enseñarnos. Lo que ella nos dice nos ayuda a tener ánimo y paciencia, y nos da seguridad en lo que hemos creído. 5 Aunque, en realidad, es Dios quien nos da paciencia y nos anima. A él le pido que los ayude a ustedes a llevarse bien con todos, siguiendo el ejemplo de Jesucristo. 6 Así, todos juntos podrán alabar a Dios el Padre.
La buena noticia es para todos
7 Por eso, es necesario que se acepten unos a otros tal y como son, así como Cristo los aceptó a ustedes. Así, todos alabarán a Dios. 8 Pues Cristo vino y sirvió a los judíos, para mostrar que Dios es fiel y cumple las promesas que les hizo a nuestros antepasados. 9 También vino para que los que no son judíos den gracias a Dios por su bondad. Pues así dice la Biblia:

«Por eso te alabaré
en todos los países,
y te cantaré himnos.»

10 También leemos:

«Y ustedes, pueblos vecinos,
alégrense junto con el pueblo de Dios.»

11 En otra parte, la Biblia dice:

«Naciones todas, pueblos todos,
¡alaben a Dios!»

12 Y también el profeta Isaías escribió:

«Un descendiente de Jesé
se levantará con poder.

Él gobernará a las naciones,
y ellas confiarán solo en él.»

13 Que Dios, quien nos da seguridad, los llene de alegría. Que les dé la paz que trae el confiar en él. Y que, por el poder del Espíritu Santo, los llene de esperanza.
El trabajo de Pablo como apóstol
14 Hermanos en Cristo, estoy seguro de que ustedes son muy buenos y están llenos de conocimientos, pues saben aconsejarse unos a otros. 15 Sin embargo, me he atrevido a escribirles abiertamente acerca de algunas cosas, para que no las olviden. Lo hago porque Dios ha sido bueno conmigo, 16 y porque me eligió para servir a Jesucristo y ayudar a los que no son judíos. Debo ser para ellos como un sacerdote, que les anuncie la buena noticia de Dios y los lleve a su presencia como una ofrenda agradable, dedicada solo para él por medio del Espíritu Santo.
17 Por lo que Jesucristo ha hecho en mí, puedo sentirme orgulloso de mi servicio a Dios. 18 En realidad, solo hablaré de lo que Cristo hizo a través de mí, para lograr que los no judíos obedezcan a Dios. Y lo he logrado, no solo por medio de mis palabras, sino también por mis hechos. 19 Por el poder del Espíritu Santo he hecho muchos milagros y maravillas, y he anunciado la buena noticia por todas partes, desde Jerusalén hasta la región de Iliria. 20 Siempre he tratado de anunciar a Cristo en regiones donde nadie antes hubiera oído hablar de él. Así, al anunciar la buena noticia, no me he aprovechado del trabajo anterior de otros apóstoles. 21 Más bien, he querido hacer lo que dice la Biblia:

«Lo verán y lo comprenderán
aquellos que nunca antes
habían oído hablar de él.»
Pablo piensa visitar Roma
22-23 Hermanos míos, muchas veces he querido ir a Roma, para visitarlos. No he podido hacerlo porque el anunciar las buenas noticias me ha mantenido muy ocupado. Pero, como ya terminé mi trabajo en esta región, y como ya hace tiempo he querido verlos, 24 pienso pasar por allí cuando vaya a España. No podré quedarme mucho tiempo con ustedes, pero sé que disfrutaré de su compañía, y espero que me ayuden a seguir mi viaje.
25 Ahora voy a Jerusalén, a llevar un dinero para los seguidores de Cristo que viven allí. 26 Ese dinero lo recogieron las iglesias de las regiones de Macedonia y Acaya, para ayudar a los cristianos pobres de Jerusalén. 27 Lo hicieron de manera voluntaria, aunque en realidad estaban obligados a hacerlo. Porque si los cristianos judíos compartieron sus riquezas espirituales con los cristianos que no son judíos, también los no judíos deben compartir con los judíos sus riquezas materiales. 28 En cuanto yo termine con este asunto y haya entregado el dinero a los cristianos de Jerusalén, saldré hacia España, y de paso los visitaré a ustedes. 29 Estoy seguro de que, cuando llegue a la ciudad de Roma, compartiré con ustedes todo lo bueno que hemos recibido de Cristo.
30 Yo les ruego, hermanos míos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor que nos da el Espíritu Santo, que oren mucho a Dios por mí. 31 Pídanle que en la región de Judea me proteja de los que no creen en él, y que el dinero que llevo a los hermanos de Jerusalén sea bien recibido. 32 Entonces podré visitarlos lleno de alegría, y disfrutar de un tiempo de descanso entre ustedes, si es que Dios así lo permite. 33 Que Dios, quien nos da paz, esté con cada uno de ustedes. Amén.
Seguir el ejemplo de Cristo
1 Quienes somos fuertes en la fe debemos sobrellevar como nuestras las debilidades de quienes son menos fuertes, y no buscar lo que a nosotros mismos nos agrada. 2 Todos nosotros debemos agradar a nuestro prójimo y hacer las cosas para el bien y la edificación. 3 Porque Cristo no buscó agradarse a sí mismo; al contrario, en él se cumplió lo que dicen las Escrituras: «Las ofensas de quienes te insultaban recayeron sobre mí.» 4 Todo lo que antes se dijo en las Escrituras se escribió para nuestra instrucción, para que con la fortaleza y el consuelo que de ellas recibimos, tengamos esperanza. 5 Y Dios, que es quien nos da fortaleza y consuelo, los ayude a ustedes a vivir en armonía unos con otros, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, 6 para que unidos y a una sola voz alaben al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7 Así pues, acéptense los unos a los otros, como también Cristo los aceptó a ustedes, para gloria de Dios. 8 Puedo decirles que Cristo vino a servir a los judíos para cumplir las promesas hechas a nuestros antepasados y demostrar así que Dios es fiel a lo que promete. 9 Vino también para que los no judíos alaben a Dios por su misericordia, según dicen las Escrituras:
«Por eso te alabaré entre las naciones
y cantaré himnos a tu nombre.»
10 Y en otra parte, las Escrituras dicen:
«¡Alégrense, naciones, con el pueblo de Dios!»
11 Y en otro lugar dicen:
«Naciones y pueblos todos,
¡alaben al Señor!»
12 Isaías también escribió:
«Brotará la raíz de Yesé,
y se levantará para gobernar a las naciones,
y estas pondrán en él su esperanza.»
13 Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él, para que esa esperanza que Dios da crezca cada vez más en ustedes por el poder del Espíritu Santo.
El trabajo apostólico de Pablo
14 Hermanos míos, estoy convencido de que ustedes son muy bondadosos, conocen lo suficiente y saben aconsejarse unos a otros; 15 pero en esta carta me he atrevido a escribirles con franqueza acerca de algunas cosas, para que no las olviden. Lo hago por el encargo que Dios en su gracia me ha dado, 16 de servir a Cristo Jesús para bien de quienes no son judíos. El servicio sacerdotal que presto consiste en anunciar el evangelio de Dios, con el fin de presentar ante él a los no judíos, como ofrenda grata, santificada por el Espíritu Santo.
17 Tengo razón para gloriarme en Cristo Jesús de mi servicio a Dios, 18 porque no me atrevo a hablar de nada más allá de lo que Cristo mismo ha hecho por medio de mí para que los no judíos reciban el mensaje de la fe. Esto se ha realizado, con palabras y hechos, 19 por el poder de señales y milagros, y por el poder del Espíritu de Dios. De esta manera he llevado a buen término el anuncio del evangelio de Cristo, partiendo de Jerusalén y por todas partes, hasta la región de Iliria. 20 Pero siempre he procurado anunciar el evangelio donde nunca antes se había dado a conocer el mensaje de Cristo, para no construir sobre bases puestas por otros, 21 sino más bien, como dicen las Escrituras:
«Verán los que nunca habían tenido noticias de él;
entenderán los que nunca habían sabido de él.»
Planes de viaje
22 Precisamente por esto no he podido ir a verlos, aunque muchas veces me lo había propuesto. 23 Pero ahora que ya he terminado mi trabajo en estas regiones, y puesto que desde hace muchos años he querido visitarlos, 24 espero pasar por allí cuando vaya a España. Y una vez que haya tenido el gusto de verlos, aunque sea por poco tiempo, espero que ustedes me ayuden a continuar el viaje. 25 Pero ahora voy a Jerusalén a llevar la ayuda a los hermanos de allá. 26 Porque los de Macedonia y Acaya decidieron hacer una colecta como muestra de solidaridad, y mandarla a los hermanos pobres de Jerusalén. 27 Lo decidieron voluntariamente, aunque, en realidad, estaban en la obligación de hacerlo, porque así como los creyentes judíos compartieron sus bienes espirituales con los no judíos, estos, a su vez, deben ayudar con sus bienes materiales a los creyentes judíos. 28 Así que, cuando yo haya terminado este asunto y les haya entregado a ellos la colecta, saldré para España, y de paso los visitaré a ustedes. 29 Estoy seguro de que cuando vaya, llegaré con la plena bendición de Cristo para compartirla con ustedes.
30 Hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, les ruego que se unan conmigo en la lucha, orando a Dios por mí. 31 Pidan a Dios que me libre de los incrédulos que hay en Judea, y que la ayuda que llevo a los hermanos de Jerusalén sea bien recibida, 32 para que, si Dios quiere, llegue yo con alegría a verlos a ustedes y tenga descanso al visitarlos. 33 Que el Dios de paz esté con todos ustedes. Amén.