El elegido de Dios
1 Dios dijo:
«¡Miren a mi elegido,
al que he llamado a mi servicio!
Él cuenta con mi apoyo;
yo mismo lo elegí,
y él me llena de alegría.
»He puesto en él mi espíritu,
y hará justicia entre las naciones.
2 Mi fiel servidor no gritará,
no levantará la voz,
ni se le oirá en las calles.
3 No les causará más daño
a los que estén heridos,
ni acabará de matar
a los que estén agonizando.
Al contrario, fortalecerá a los débiles
y hará que reine la justicia.
4 No tendrá un momento de descanso
hasta que haya establecido
la justicia en esta tierra.
¡Los países de las islas del mar
esperan recibir sus enseñanzas!»
5 Dios le dijo a su fiel servidor:
«Yo soy Dios,
yo soy el creador del cielo;
yo soy quien formó la tierra
y todo lo que en ella crece;
yo soy quien da vida y aliento
a los hombres y a las mujeres
que habitan este mundo.
6 »Yo soy el Dios único;
yo te llamé y te tomé de la mano
para que hagas justicia,
para que seas ante mi pueblo
señal de mi pacto con ellos,
para que seas ante las naciones
la luz que las ilumine.
7 »Esto quiero de ti:
que abras los ojos de los ciegos,
que des libertad a los presos,
y que hagas ver la luz
a los que viven en tinieblas.
8 »Yo soy el Dios todopoderoso.
Ese es mi nombre.
No permito que otros dioses reciban
la honra y la alabanza
que solo yo merezco recibir.
9 Lo que antes anuncié
ya se ha cumplido,
y ahora les anuncio cosas nuevas
que aún están por ocurrir».
Gracias a Dios por la salvación
10 Isaías dijo:
«Canten a Dios
una canción nueva.
¡Que lo alaben
los países más lejanos!
¡Que lo alaben el mar
y todo lo que hay en él!
¡Que lo alaben las costas lejanas
y todos sus habitantes!
11 »¡Alégrense ustedes,
ciudades del desierto!
¡Alégrense también ustedes,
campamentos de la tribu de Quedar!
¡Canten de gozo ustedes,
habitantes de Selá!
¡Hagan oír su canto
desde la cumbre de los montes!
12 ¡Den gloria a Dios
y alábenlo en todas partes!
13 Dios saldrá marchando
con toda la furia de un guerrero:
¡lanzará un grito de guerra
y derrotará a sus enemigos!»
14 Dios dijo:
«Yo estuve callado
durante mucho tiempo;
he guardado silencio
y no he dicho nada;
pero ahora voy a gritar:
voy a gemir como una mujer
a punto de tener un hijo.
15 Voy a acabar con montañas y cerros;
voy a secar todas sus plantas;
voy a convertir sus ríos
en lugares desiertos,
y a dejar sin agua las lagunas.
16 Llevaré a los ciegos por caminos
que nunca antes conocieron;
los guiaré por senderos
que nunca antes transitaron,
y convertiré en luz sus tinieblas.
Convertiré los caminos rocosos
en sendas totalmente llanas.
Todo esto voy a hacerlo
porque no he abandonado a mi pueblo.
17 »Esos que confían en los ídolos,
esos que adoran a las estatuas,
se alejarán de ellos llenos de vergüenza».
Israel, pueblo ciego y sordo
18 Isaías dijo:
«¡Sordos, escuchen!
¡Ciegos, miren con atención!
19 Israel está al servicio de Dios;
él lo eligió como su mensajero;
¡pero no hay otro pueblo
más ciego ni más sordo
que el pueblo de Israel!
20 Ha visto muchas cosas,
pero no ha prestado atención;
tiene abiertos los oídos,
pero no ha escuchado nada.
21 »Dios es un Dios que salva,
y quiso que su enseñanza
fuera maravillosa.
22 Pero Israel es un pueblo
que todo lo ha perdido;
sus enemigos le han quitado
todo lo que tenía;
unos se esconden en cuevas
y otros son hechos prisioneros,
¡y no hay nadie que los libre!
23 A pesar de todo esto,
Israel no quiere obedecer.
24 »Dios permitió que Israel
fuera vencido y secuestrado.
Israel pecó contra Dios;
no quiso andar por el camino
que Dios le había señalado,
ni quiso obedecer sus enseñanzas.
25 Por eso Dios se enojó con ellos,
los hizo entrar en guerra
y con fuego los castigó.
¡Pero ni así lo obedecieron!»
El siervo del Señor
1 »Este es mi siervo, a quien sostengo,
mi elegido, en quien me deleito.
He puesto en él mi espíritu
para traer justicia a todas las naciones.
2 No gritará, no levantará la voz,
no se escuchará su voz por las calles;
3 no acabará de romper la caña quebrada
ni apagará la mecha a punto de extinguirse,
y verdaderamente traerá justicia.
4 No se cansará ni se desanimará,
hasta haber establecido la justicia en la tierra.
Los habitantes de las lejanas islas
estarán atentos a sus enseñanzas.»
5 Dios, el Señor, que creó el cielo y lo extendió,
que formó la tierra y todo lo que en ella crece,
que da vida y aliento a los hombres que la habitan,
dice a su siervo:
6 «Yo, el Señor, te he llamado;
te he tomado de la mano y te protegeré
para que seas instrumento de salvación;
yo te formé para que seas
una señal del pacto que hice con el pueblo,
para que seas luz de las naciones.
7 Quiero que des vista a los ciegos
y saques de la cárcel a los presos,
del oscuro calabozo donde ahora viven.
8 Yo soy el Señor. Ese es mi nombre.
No permitiré que se dé mi gloria a nadie más,
ni que en lugar de honrarme a mí, se honre a los ídolos.
9 Miren cómo se ha cumplido todo lo que anuncié,
y ahora voy a anunciar cosas nuevas
que a ustedes comunico antes de que sucedan.»
Himno de alabanza a Dios por su salvación
10 Canten al Señor un cántico nuevo;
alábenlo desde lo más lejano de la tierra
los que navegan por el mar,
los habitantes de las islas
y todo ser que en el mar vive.
11 Alégrense el desierto y sus ciudades,
y los campamentos de la tribu de Cedar.
Canten con gozo los habitantes de Sela;
alcen la voz desde las cumbres de los montes.
12 Den gloria al Señor
y proclamen su alabanza en las islas.
13 El Señor saldrá como un valiente,
y luchará con la furia de un guerrero;
alzará su voz, lanzará gritos de batalla,
y derrotará a sus enemigos.
14 El Señor dice:
«Por mucho tiempo he estado callado;
he guardado silencio, me he contenido;
pero ahora voy a gritar como mujer de parto,
voy a lanzar gemidos y suspiros.
15 Voy a destruir montañas y colinas,
y todo lo verde se marchitará;
voy a convertir los ríos en desiertos
y a dejar secas las lagunas.
16 Llevaré a los ciegos por caminos
y senderos que no conocían;
ante sus ojos convertiré la oscuridad en luz,
y los lugares escabrosos en llanuras.
Tengan por seguro que haré todo esto,
17 y entonces se alejarán avergonzados
esos que confían en los ídolos,
esos que a las estatuas dicen:
“Ustedes son nuestros dioses”.
Israel, pueblo sordo y ciego
18 »Ustedes que no oyen, oigan bien;
y ustedes que no ven, miren atentamente:
19 Nadie hay tan ciego ni tan sordo
como mi siervo, mi enviado;
nadie tan ciego ni tan sordo
como mi mensajero, el siervo del Señor.
20 Ha visto muchas cosas, pero no les pone atención;
puede oír, pero no escucha nada.
21 El Señor, que es un Dios que salva,
quiso engrandecer y hacer gloriosa su enseñanza;
22 pero a este pueblo lo roban y saquean,
a todos los han hecho cautivos
y los han encerrado en calabozos;
se apoderan de ellos, y no hay quien los libre;
los secuestran, y no hay quien los rescate.»
23 ¿Y quién de ustedes presta atención a esto?
¿Quién quiere escuchar lo que está por suceder?
24 ¿Quién permitió que Israel, el pueblo de Jacob,
fuera conquistado y secuestrado?
¿Acaso no es verdad que fue el Señor?
Ellos pecaron contra él;
no quisieron seguir por el camino que él les señaló,
ni obedecieron su enseñanza.
25 Por eso se enojó tanto contra ellos
que los castigó con una guerra violenta
y los hizo arder en llamas;
y a pesar de todo eso, no quisieron entender.