Dios es justo
1 Cuando alguno de ustedes acusa a otro de hacer algo malo, se acusa a sí mismo, porque también hace lo mismo. Así que no tiene ninguna razón de acusar y juzgar a otro, 2 aunque todos sabemos que, cuando Dios juzga a quienes hacen lo malo, los juzga correctamente.
3 Si ustedes acusan y juzgan a los demás, pero hacen lo mismo que ellos, están muy equivocados si creen que Dios no los va a castigar. 4 Dios es muy bueno, y tiene mucha paciencia, y soporta todo lo malo que ustedes hacen. Pero no vayan a pensar que lo que hacen no tiene importancia. Dios los trata con bondad, para que se arrepientan de su maldad. 5 Pero si insisten en desobedecerlo, y no se arrepienten, harán que Dios les aumente el castigo. Llegará el día del juicio final, cuando Dios juzgará a todos, y muy enojado, los castigará a ustedes. 6 Porque Dios le dará a cada uno lo que se merece: 7 a los que hicieron lo bueno, con la esperanza de recibir de parte de Dios reconocimiento, honor y vida eterna, Dios los dejará vivir para siempre con él. 8 Pero a los egoístas y malvados, y que no quieren hacer lo bueno, los castigará con todo su enojo. 9 Todos los malvados serán castigados con dolor y sufrimiento; en primer lugar, los judíos, pero también los que no son judíos. 10 A los que hayan hecho el bien, Dios les dará un lugar muy especial, y también honor y paz; en primer lugar, a los judíos, pero también a los que no son judíos. 11 ¡Dios no tiene favoritos!
12-13 Dios acepta a los que obedecen la ley de Moisés, pero rechaza a quienes solamente la escuchan y no la obedecen. Los que conocen la ley serán juzgados de acuerdo con esa misma ley. Los que no la conocen, y pecan, serán castigados aunque no conozcan esa ley. 14 Porque los que no son judíos obedecen los mandatos de la ley de Dios, aunque no la conozcan, pues ellos mismos saben qué es lo bueno y qué es lo malo. 15-16 Es como si tuvieran la ley escrita en su mente. Su conducta así lo demuestra, pues cuando piensan en algo, ya saben si eso está bien o mal.
La buena noticia que yo anuncio enseña que Dios juzgará a toda la humanidad por medio de Cristo Jesús. En ese día, Dios juzgará hasta los pensamientos más secretos.
Los judíos y la ley
17 Algunos de ustedes dicen con orgullo que son judíos. Se sienten muy seguros porque tienen la ley de Moisés y están orgullosos de su Dios. 18 Creen saber lo que Dios quiere y, cuando estudian la Biblia, aprenden a conocer qué es lo mejor. 19 Se sienten muy seguros al decirles a los pecadores lo que deben hacer para ser salvos. 20 Y como tienen la Biblia en la mano, se creen maestros de los ignorantes y de los inexpertos, dueños de la verdad y del conocimiento.
21 Pero, ¿cómo pueden enseñar a otros, si ustedes mismos no aprenden primero? ¿Cómo pueden enseñar que no se debe robar, si ustedes mismos roban? 22 Dicen que todos deben ser fieles en el matrimonio, pero ustedes mismos son infieles. Odian a los ídolos, pero roban en los templos de esos ídolos. 23 Están orgullosos de tener la Biblia, pero no la obedecen, y son una vergüenza para Dios.
24 Tiene razón la Biblia cuando dice: «La gente de otros países habla mal de Dios, por culpa de ustedes mismos.»
25 De nada sirve que alguien se circuncide, si no obedece la ley. Si la desobedece, es como si nunca se hubiera circuncidado. 26 En cambio, los que no están circuncidados, pero obedecen la ley, son aceptados por Dios, aunque no estén circuncidados. 27 Así que los que obedecen la ley los juzgarán a ustedes, aun cuando ellos nunca hayan sido circuncidados. Porque ustedes, aunque se circuncidaron y tuvieron la ley, nunca la obedecieron.
28 No crean que ustedes son judíos solo porque viven como judíos y porque están circuncidados. 29 Los verdaderos judíos son los que obedecen a Dios, y no a las leyes humanas. A judíos así, Dios los acepta, aunque la gente los rechace.
Dios juzga conforme a la verdad
1 Por eso tú, quienquiera que seas, no tienes excusa cuando juzgas a los demás. Al juzgar a otros te condenas a ti mismo, pues haces precisamente las mismas cosas. 2 Pero sabemos que cuando Dios condena a quienes así se comportan, juzga conforme a la verdad. 3 Y en cuanto a ti, que juzgas a otros y haces lo mismo que ellos, ¿crees que vas a escapar del juicio de Dios? 4 Tú desprecias la inagotable bondad de Dios, su tolerancia y paciencia, y no te das cuenta de que es precisamente su bondad la que te lleva a arrepentirte de tu maldad. 5 Pero tú, como eres obstinado y no has querido retomar los caminos de Dios, estás provocando su gran ira para el día del juicio, cuando Dios se manifieste y dicte su justa sentencia, 6 y pague a cada cual conforme a lo que haya hecho. 7 Dios dará vida eterna a quienes, con la esperanza de alcanzar la gloria, el honor y la inmortalidad de parte de Dios, no hayan dejado de hacer el bien; 8 pero castigará con toda su ira a quienes por ambición personal no siguieron la verdad, sino que más bien se pusieron a favor de la injusticia. 9 Habrá sufrimiento y angustia para todo ser humano que haga el mal, para los judíos en primer lugar, pero también para los que no lo son. 10 En cambio, Dios dará gloria, honor y paz a quienes hacen el bien, a los judíos en primer lugar, pero también a los que no lo son. 11 Porque Dios no juzga con favoritismos.
La ley
12 Quienes pecan sin estar sujetos a ninguna ley perecerán sin la ley; y quienes pecan a pesar de tener la ley serán juzgados por medio de esa misma ley. 13 Pues ante Dios no son justos quienes solamente oyen la ley, sino quienes la cumplen. 14 Incluso, quienes no tienen ley, porque no son judíos, pero hacen por naturaleza lo que la ley manda, son ellos mismos su propia ley, 15 pues por su conducta muestran que llevan la ley escrita en el corazón. Su propia conciencia da testimonio de ello, y sus propios pensamientos los acusarán o los defenderán 16 el día en que, por medio de Cristo Jesús, Dios juzgará los secretos de todos los seres humanos, conforme al evangelio que yo anuncio.
17 ¿Y qué en cuanto a ti? Tú te reconoces como judío, confías en la ley y estás orgulloso de Dios. 18 Conoces su voluntad, y sabes distinguir lo que es mejor porque la ley así te lo ha enseñado. 19 Estás convencido de que puedes guiar a los ciegos y alumbrar a cuantos viven en la oscuridad; 20 de que puedes instruir a la gente insensata y orientar a los sencillos, ya que en la ley tienes la expresión completa del conocimiento y de la verdad. 21 Pues bien, si tú enseñas a otros, ¿por qué no te enseñas a ti mismo? Si predicas que no se debe robar, ¿por qué robas? 22 Si dices que no se debe cometer adulterio, ¿por qué lo cometes? Si odias a los ídolos, ¿por qué robas las riquezas de sus templos? 23 Tú te jactas de la ley, pero deshonras a Dios porque no la cumples. 24 Con razón dicen las Escrituras: «Por causa de ustedes, los que no son judíos ofenden a Dios.»
25 Es cierto que, a quien cumple la ley, la circuncisión le sirve de algo; pero si no la cumple, es como si no estuviera circuncidado. 26 En cambio, si el que no está circuncidado actúa como la ley ordena, es como si estuviera circuncidado, aun cuando no lo esté. 27 Y aún más, quien cumple la ley, aunque no esté circuncidado en su cuerpo, juzgará a quien, a pesar de tener la ley y de estar circuncidado, no la cumple. 28 Porque el ser judío no radica en lo externo, y el estar circuncidado no significa tener una marca en el cuerpo solamente. 29 El verdadero judío lo es en su interior, y el estar circuncidado es cosa del corazón, pues depende del Espíritu y no de reglas escritas. Un judío así es aprobado por Dios mismo, y no por ningún ser humano.