Dios escucha la oración
SALMO 35 (34)
(1a) Himno de David.
1 1 (1b) Dios mío,
ataca a los que me atacan,
combate a los que me combaten.
2-3 Prepárate para la lucha
y ven en mi ayuda.
¡Preséntales batalla
a los que me persiguen!
¡Prométeme que me salvarás!
4 Pon en completa vergüenza
a los que quieren matarme,
haz que huyan avergonzados
los que buscan mi mal.
5 ¡Que el viento los arrastre
como si fueran paja!
¡Que tu ángel los persiga!
6 ¡Que se tropiecen y resbalen
en los caminos por donde andan!
¡Que tu ángel los persiga!
7 No tenían ningún motivo
para tenderme una trampa.
8 ¡Pues que les venga el desastre
antes de que se den cuenta!
¡Que caigan en la trampa
que quisieron tenderme!
9 Yo me quedaré muy contento
con que tú me libres de ellos,
10 y diré con todas mis fuerzas:
«¡No hay otro Dios como tú!
Tú, Dios nuestro,
libras a los pobres e indefensos
del poder de quienes los maltratan».
11 Unos testigos malvados
se levantan para acusarme,
¡pero yo no sé nada
de lo que me preguntan!
12 Lo que más me duele
es que yo los traté bien
y ahora ellos me tratan mal.
13 Cuando se enfermaban,
yo me afligía por ellos.
Tan grande era mi tristeza
que no comía ni me arreglaba.
Más bien, le pedía a Dios
que el enfermo fuera yo.
14 Andaba yo muy triste
y con la cabeza inclinada,
como si hubiera muerto mi madre,
mi hermano o mi amigo.
15-16 Pero cuando me vieron caído,
esos testigos lo festejaron.
Como si fueran unos extraños
a los que yo no conociera,
se pusieron en mi contra
y hablaron mal de mí;
¡sus ojos reflejaban odio!
17 Dios mío,
¿no piensas hacer nada?
¡Esos malvados me quieren destruir!
¡Sálvame la vida,
que es lo único que tengo!
18 Así te alabaré y te daré gracias
delante de todo tu pueblo,
tu pueblo fuerte y numeroso.
19 No dejes que me hagan burla
mis terribles enemigos;
no dejes que se burlen de mí,
pues no tienen por qué odiarme.
20 No hablan de vivir en paz,
sino que inventan mentiras
contra la gente tranquila.
21 Sin pensarlo dos veces, dicen:
«Tú cometiste ese crimen;
¡nosotros mismos lo vimos!»
22 Mi Señor y Dios,
¡tú me conoces mejor que ellos!
¡No te alejes de mí,
ni te niegues a escucharme!
23 ¡Despierta y defiéndeme!
¡Levántate y hazme justicia!
24 Tú eres un Dios justo:
defiéndeme como sabes hacerlo.
¡No dejes que se burlen de mí!
25 No les permitas que digan:
«¡Se cumplió nuestro deseo!
¡Hemos acabado con él!»
26 Pon en completa vergüenza
a todos los que festejan mi mal,
cubre de vergüenza y deshonra
a los que me creen poca cosa,
27 pero haz que griten de alegría
los que desean mi bien.
Permíteles que siempre digan:
«¡Dios es muy grande!
¡Busca el bien de quien le sirve!»
28 Yo, por mi parte,
siempre te alabaré
y diré que eres un Dios de bondad.
SALMO 35 (34)
Oración en que se pide la ayuda del Señor
1a (1a) De David.
1 1 (1b) Señor, oponte a mis oponentes;
ataca a los que me atacan.
2 Toma tu escudo y ven en mi ayuda;
3 toma tu lanza y haz frente a quienes me persiguen;
¡dime que tú eres mi salvador!
4 Que huyan avergonzados
los que quieren matarme;
que huyan avergonzados
quienes desean hacerme daño;
5 ¡que sean como hojas secas que se lleva el viento,
arrojados por el ángel del Señor!
6 ¡Que su camino sea oscuro y resbaladizo,
perseguidos por el ángel del Señor!
7 Sin motivo me pusieron una trampa;
sin motivo hicieron un hoyo
para hacerme caer en él.
8 ¡Que los sorprenda la desgracia!
¡Que caigan en su propia trampa!
¡Que caigan en desgracia!
9 Entonces me alegraré en el Señor,
porque él me habrá salvado.
10 De todo corazón diré:
«¿Quién como tú, Señor?
A los pobres y necesitados los libras
de quienes son más fuertes que ellos,
de quienes los explotan.»
11 Testigos malvados se levantan
y me preguntan cosas que yo no sé.
12 Me han pagado mal por bien,
y esto me causa mucha tristeza;
13 pues cuando ellos se enfermaban
yo me afligía por ellos,
me ponía ropas ásperas y ayunaba,
y en mi interior no dejaba de orar.
14 Andaba yo triste y decaído,
como si estuviera de luto por mi madre,
por un amigo o por mi propio hermano.
15 Pero cuando yo caí,
todos juntos se rieron de mí;
como si fueran gente extraña y desconocida,
me maltrataron sin cesar.
16 Me atormentaron, se burlaron de mí,
me lanzaron miradas cargadas de odio.
17 Señor, ¿cuánto tiempo seguirás viendo esto?
¡Sálvame la vida, mi única vida,
de esos leones que andan rugiendo!
18 Ante tu pueblo numeroso te daré gracias,
¡te alabaré ante la gran multitud!
19 Que no se alegren de mí mis enemigos;
que no se guiñen el ojo los que me odian sin razón.
20 Pues ellos no buscan la paz,
sino que hacen planes traicioneros
contra la gente pacífica del país;
21 abren tamaña boca contra mí, y dicen:
«¡Miren lo que hemos llegado a ver!»
22 ¡A ti te consta, Señor!
¡No te quedes callado!
¡No te alejes de mí!
23 Señor y Dios mío, ¡levántate, despierta!
Hazme justicia, ponte de mi parte.
24 Júzgame, Señor y Dios mío,
de acuerdo con tu justicia.
¡Que no se rían de mí!
25 Que no digan ni piensen:
«¡Esto es lo que queríamos!
¡Lo hemos arruinado por completo!»
26 Que queden cubiertos de vergüenza
quienes se alegran de mi desgracia;
que queden totalmente avergonzados
quienes se creen superiores a mí.
27 Pero que se alegren y griten de alegría
los que quieren verme victorioso;
que digan constantemente:
«¡El Señor es grande,
y le agrada el bienestar de su siervo!»
28 Con mi lengua hablaré de tu justicia;
¡todo el día te alabaré!