Recompensa de los buenos, castigo de los malos
1 El hijo sabio acepta
que su padre lo castigue;
el hijo malcriado no permite
que le llamen la atención.
2 Los que hablan de hacer el bien
reciben su justo premio,
pero los traidores reciben
el castigo que se merecen.
3 El que cuida lo que dice
protege su vida;
el que solo dice tonterías
provoca su propia desgracia.
4 El que desea tener sin trabajar,
al final no consigue nada;
¡trabaja, y todo lo tendrás!
5 La gente honrada odia la mentira;
el malvado siempre causa
vergüenza y deshonra.
6 Al bueno lo protege su honradez;
al pecador lo arruina su maldad.
7 Algunos dicen ser ricos
y no tienen nada;
otros dicen ser pobres
y nada les falta.
8 El rico, por su dinero,
corre el peligro de ser secuestrado;
el pobre no tiene ese problema,
pues nadie lo amenaza.
9 La vida de los buenos
es luz que llena de alegría;
la vida de los malvados
es una lámpara apagada.
10 La gente orgullosa
provoca peleas;
la gente humilde
escucha consejos.
11 Lo que fácilmente se gana,
fácilmente se acaba;
ahorra poco a poco,
y un día serás rico.
12 ¡Qué tristeza da
que los deseos no se cumplan!
¡Y cómo nos llena de alegría
ver cumplidos nuestros deseos!
13 Si te burlas de una orden,
tendrás tu merecido;
si la obedeces,
tendrás tu recompensa.
14 Las enseñanzas del sabio
son una fuente de vida
y pueden salvarte de la muerte.
15 El que da buenos consejos
se gana el aprecio de todos,
pero el que da malos consejos
acabará en la ruina.
16 El sabio piensa bien lo que hace;
el tonto deja ver su estupidez.
17 El mensajero malvado
te mete en problemas;
el buen mensajero
te saca de ellos.
18 Si no aprecias la disciplina,
te esperan la pobreza y la deshonra;
si aceptas que se te corrija,
recibirás grandes honores.
19 ¡Cómo nos alegramos
cuando se cumplen nuestros deseos!
¡Y cómo le cuesta trabajo al necio
apartarse del mal!
20 Quien con sabios anda
a pensar aprende;
quien con tontos se junta
acaba en la ruina.
21 El bien te trae bendiciones;
el mal solo te trae problemas.
22 Las riquezas del hombre bueno
serán para sus nietos;
las riquezas del pecador
serán la herencia de la gente honrada.
23 En los campos de los pobres
hay comida de sobra;
donde hay maldad, todo se pierde.
24 Si amas a tu hijo, corrígelo;
si no lo amas, no lo castigues.
25 Los buenos comen hasta llenarse,
pero los malvados se quedan con hambre.
1 El hijo sabio acepta las correcciones de su padre;
el insolente no hace caso de reprensiones.
2 Las palabras dichas son un buen alimento,
pero los traidores tienen hambre de violencia.
3 Cuidar las palabras es cuidarse uno mismo;
el que habla mucho se arruina solo.
4 El perezoso desea, pero nada consigue;
el que trabaja prospera.
5 La gente justa odia la mentira;
el malvado provoca vergüenza y deshonra.
6 La rectitud protege al hombre intachable;
la maldad destruye al pecador.
7 Hay quienes no tienen nada y presumen de ricos,
y hay quienes todo lo tienen y parecen ser pobres.
8 La riqueza del rico le salva la vida;
el pobre jamás escucha amenazas.
9 Los justos iluminan y causan alegría;
los malvados son como lámpara que se apaga.
10 El orgullo sólo provoca peleas;
la sabiduría está con los humildes.
11 La riqueza ilusoria disminuye;
pero ahorrar poco a poco la hace crecer.
12 Esperanza frustrada, corazón afligido;
el deseo cumplido es como un árbol de vida.
13 Desatiende una orden y lo lamentarás;
respeta el mandato y tendrás tu recompensa.
14 La enseñanza del sabio es fuente de vida
que libra de los lazos de la muerte.
15 Con buen juicio se gana el aprecio,
pero los traidores marchan a su ruina.
16 El que es prudente actúa con inteligencia,
pero el necio hace gala de necedad.
17 El mensajero malvado acarrea problemas,
pero el mensajero fiel los alivia.
18 Quien desprecia el consejo acaba pobre y despreciado;
quien acepta ser corregido recibe grandes honores.
19 El deseo cumplido es causa de alegría.
Los necios no soportan alejarse del mal.
20 Júntate con sabios y obtendrás sabiduría;
júntate con necios y te echarás a perder.
21 Los pecadores son perseguidos por el mal;
los justos, recompensados con el bien.
22 La gente buena deja herencia a sus nietos;
el pecador amasa fortunas que el justo recibirá.
23 En el campo del pobre hay comida abundante,
pero mucho se pierde donde no hay justicia.
24 No corregir al hijo es no quererlo;
amarlo es corregirlo.
25 El justo come hasta quedar satisfecho,
pero el malvado nunca sacia su apetito.