Un canto fúnebre
1 Así dice nuestro Dios:
«¡Pobrecita de ti,
capital de Asiria!
¡Estás llena de asesinos,
de mentirosos y ladrones
que no se cansan de robar!
2 »¡Ya se escuchan los látigos
y el estruendo de las ruedas!
¡Ya se oye el galopar de los caballos
y el ruido de los carros de guerra!
3 ¡Ya ataca la caballería,
y deslumbran las espadas y las lanzas!
¡No es posible contar los heridos
ni saber cuántos son los muertos!
¡Los cadáveres se amontonan!
¡La gente tropieza con ellos!
4 »Asiria, esto te ha pasado
por engañar a los pueblos.
Las naciones se enamoraron
de tus dioses y brujerías,
y entraron en tratos contigo.
5 »Pero yo estoy en contra tuya,
y haré que las naciones y reinos
se den cuenta de lo que en verdad eres.
6 Voy a embarrarte de excremento,
y quedarás en vergüenza.
7 Todos los que te vean
se alejarán de ti, diciendo:
“¡Asiria está destruida!
¿Habrá alguien que la consuele?
¿Habrá quién le tenga compasión?”
Yo soy el Dios de Israel,
y juro que así lo haré.
8-10 »Nínive, capital de Asiria,
tú no eres mejor que Tebas.
A esa ciudad la protegía el río Nilo.
La protección que le brindaban
Etiopía, Egipto, Fut y Libia
aumentaba su poder.
»Pero Tebas fue conquistada.
A sus pobres niños
los estrellaron contra el suelo.
A la gente importante
se la repartieron en sorteo,
y a sus jefes se los llevaron
a un país lejano.
11 »También tú, Asiria,
te quedarás tambaleando
como si estuvieras borracha.
Tratarás de esconderte de tus enemigos,
pero no lo conseguirás.
12 Tus murallas se caerán;
serán como higueras
cargadas de higos maduros,
que si alguien las sacude,
sus higos caen al suelo
y la gente se los come.
13 »El fuego ha quemado tus portones,
y el enemigo ya está por entrar;
por eso tus soldados se acobardan.
14 Aunque guardes mucha agua
para resistir el ataque,
de nada te servirá.
Aunque hagas muchos ladrillos
para reforzar tus murallas,
15 morirás quemada por el fuego
y destrozada por la guerra;
el enemigo acabará contigo
como una plaga de saltamontes.
De nada te servirán
tu fuerza militar y tus muchos soldados.
16-17 »Tus comerciantes y tus generales
son tantos como las estrellas del cielo,
¡pero en cuanto ven el peligro
huyen como saltamontes!
Todos conocemos a estos insectos:
en cuanto cambian de piel, vuelan;
en un día frío se paran a calentarse;
pero en cuanto sale el sol
emprenden vuelo y desaparecen.
18-19 »Rey de Asiria,
tú hiciste sufrir a muchas naciones.
Pero ahora van a morir
tus generales y tus jefes principales.
Tu ejército andará perdido por los montes,
y no habrá quien pueda reunirlo.
Tú estás herido de muerte,
y ya nadie podrá sanarte.
Todos los que oyen la noticia
aplauden de alegría».
1 ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria,
toda llena de mentira y rapiña;
que nunca abandonó el pillaje!
2 ¡Chasquido de látigo,
estruendo de ruedas!
¡Galopar de caballos,
carros que saltan!
3 ¡Asalto de jinetes!
¡Brillo de espadas,
resplandor de lanzas!
¡Multitud de heridos,
montones de muertos!
¡Cadáveres por todos lados!
¡La gente tropieza con ellos!
4 Y todo por causa de las prostituciones
de esa ramera llena de gracia y hermosura,
maestra en hechicerías,
que con sus prostituciones y hechizos
vendía a pueblos y naciones.
5 El Señor todopoderoso afirma:
«Aquí estoy contra ti:
te voy a levantar el vestido hasta la cara,
te mostraré desnuda a las naciones,
y los reinos verán tu vergüenza.
6 Te cubriré de inmundicias,
te humillaré y te convertiré en un espectáculo.
7 Todos los que te vean
huirán de ti diciendo:
“¡Nínive está arrasada!
¿Quién tendrá compasión de ella?
¿Dónde hallaré quien la consuele?”
8 ¿Acaso eres tú mejor que Tebas,
la ciudad junto al río Nilo,
rodeada de muchas aguas,
con el mar por barrera y el agua por muralla?
9 Etiopía y Egipto trabajaban para ella sin condiciones;
Fut y los libios estaban entre sus colaboradores.
10 Sin embargo, Tebas también marchó cautiva al destierro;
sus niños fueron estrellados
en los cruces de todas las calles;
sobre sus nobles echaron suertes,
y todos sus dirigentes fueron encadenados.
11 También tú te emborracharás y andarás escondida;
también tú buscarás refugio contra el enemigo.
12 Todas tus fortalezas son como higueras
cargadas de higos tiernos,
que cuando son sacudidas,
caen en la boca de quien los come.
13 Tu ejército parece mujeres en medio de ti;
los portales de tu país están abiertos
de par en par para tus enemigos;
el fuego ha consumido tus cerrojos.
14 Junta agua para resistir el sitio;
refuerza tus defensas.
Métete en el lodo,
pisa el barro,
rellena el molde para hacer ladrillos.
15 Allí te consumirá el fuego,
te destruirá la espada,
te devorará como langosta.
¡Multiplícate como langosta!
¡Multiplícate como saltamontes!
16 Multiplicaste tus mercaderes
más que las estrellas del cielo.
(La langosta atacó y voló.)
17 Tus guardianes son como langostas;
y tus funcionarios como enjambres de insectos:
cuando hace frío, se refugian en los vallados;
cuando sale el sol, se van; y nadie sabe dónde están.
18 »¡Cómo duermen tus pastores,
oh rey de Asiria!
Tus nobles descansan,
mientras tu pueblo anda disperso por los montes
y no hay quien lo reúna.
19 ¡Tu herida no tiene remedio;
tu llaga es incurable!
Todos los que oyen de tu situación
aplauden de alegría,
pues, ¿quién no padeció tu interminable maldad?»