Dios ama a su pueblo
1-3 Yo soy Malaquías. Dios me dio la orden de comunicarles a ustedes, los israelitas, este mensaje:

«Israelitas, Dios los ama».

Y ustedes preguntan:

«¿Y cómo nos demuestra ese amor?»

Dios les responde:

«Recuerden, israelitas, que yo preferí a Jacob y no a Esaú, a pesar de que Esaú era su hermano mayor. Recuerden también que yo convertí en un desierto la tierra de Esaú, a pesar de que era una región montañosa. Ahora solo viven allí los chacales. 4 Si los descendientes de Esaú intentan reconstruir su país, yo les aseguro que volveré a destruir lo que ellos construyan. La tierra de Esaú será conocida como “el país de la maldad”, y su pueblo será conocido como “el pueblo con el que Dios siempre está enojado”. Yo soy el Dios todopoderoso, y les juró que así será. 5 Ustedes lo verán con sus propios ojos, y entonces dirán: “¡La grandeza de nuestro Dios va más allá de nuestras fronteras!”»
Mensaje contra los sacerdotes
6-8 Sacerdotes, nuestro poderoso Dios me manda a decirles a ustedes:

«Los hijos respetan a sus padres, y los esclavos respetan a sus amos. ¡Pues yo soy su Padre y su Amo, y sin embargo ustedes los sacerdotes no me respetan! ¡Me tratan como si no valiera nada!»

Ustedes los sacerdotes se defienden, y preguntan:

«¿Por qué nos acusa Dios? ¿Cuándo le hemos faltado al respeto? ¿Cuándo lo hemos ofendido?»

Pero el Dios todopoderoso les responde:

«Me ofenden cuando desprecian mi altar, cuando me presentan como ofrenda animales impuros, que no valen nada porque están ciegos, cojos y enfermos. ¿No creen que eso está mal? Si esos mismos animales se los ofrecieran a su gobernador, ¡se ofendería y no los aceptaría!
9 »¿Y después de presentarme esa clase de ofrendas, todavía esperan que yo los escuche y les tenga compasión? Pues yo soy el Dios todopoderoso y quiero que les quede claro lo siguiente: 10 ¡Prefiero que se cierren las puertas de mi templo! Ya no me traigan esta clase de ofrendas, porque estoy muy molesto con ustedes y no se las voy a aceptar.
11 »En todas las naciones del mundo hay quienes reconocen mi grandeza, y por eso me presentan ofrendas aceptables. 12 Pero ustedes los sacerdotes hacen todo lo contrario: me faltan al respeto, y desprecian mi altar y las ofrendas que allí se me presentan».

13 Ustedes los sacerdotes se quejan, y dicen:

«Nuestro trabajo es muy pesado».

Pero el Dios todopoderoso les dice:

«¿Creen ustedes que voy a recibir con gusto esos animales cojos y enfermos, que ustedes me traen como ofrenda? Eso es un insulto, pues para colmo me traen animales con defectos. 14 ¡Maldito sea el que me prometa uno de sus mejores animales, y luego me presente un animal defectuoso! ¡Yo soy el gran Rey, y todas las naciones me respetan! Yo soy el Dios todopoderoso, y les juro que así lo haré.
El amor de Dios por Israel
1 Este es el mensaje que el Señor comunicó al pueblo de Israel por medio del profeta Malaquías.
2 El Señor dice: «Yo los amo a ustedes.» Pero ustedes responden: «¿Y cómo sabemos que nos amas?» El Señor contesta: «Yo los amo por la misma razón que, siendo Esaú y Jacob hermanos, a Jacob lo he amado 3 y a Esaú lo he aborrecido. Así que al país montañoso de Esaú lo convertí en un páramo, y dejé su territorio para los chacales del desierto.»
4 Si los edomitas, descendientes de Esaú, dijeran: «Hemos sido arruinados, pero volveremos y reconstruiremos las ruinas», el Señor todopoderoso responderá: «Ellos podrán reconstruir, pero yo los destruiré otra vez. Su país será llamado “Territorio de maldad” y “Pueblo con el cual el Señor está enojado para siempre”.» 5 Ustedes lo verán con sus propios ojos, y dirán: «¡El Señor es tan grande que sobrepasa las fronteras de Israel!»
El Señor reprende a los sacerdotes
6 El Señor todopoderoso dice a los sacerdotes: «Los hijos honran a sus padres, y los sirvientes respetan a sus amos. Pues si yo soy el padre de ustedes, ¿por qué ustedes no me honran? Si soy su Señor, ¿por qué no me respetan? Ustedes me desprecian, y dicen todavía: “¿En qué te hemos despreciado?” 7 Ustedes traen a mi altar pan indigno, y todavía preguntan: “¿En qué te ofendemos?” Ustedes me ofenden cuando piensan que mi altar puede ser despreciado 8 y que no hay nada malo en ofrecerme animales ciegos, rengos o enfermos.» ¡Vayan, pues, y llévenselos a sus gobernantes! ¡Vean si ellos les aceptan con gusto el regalo! 9 Ahora, pues, rueguen ustedes a Dios para que nos tenga compasión. Pero si le hacen esa clase de ofrendas, no esperen que Dios los acepte a ustedes con agrado. El Señor todopoderoso dice: 10 «¡Quién me diera que alguno de ustedes cerrara las puertas del templo, para que no volvieran a encender en vano el fuego de mi altar! Pues ustedes no me agradan ni me gustan las ofrendas que me traen. 11 Porque en todo el mundo las naciones me honran; en todas partes queman incienso en mi honor y me traen ofrendas dignas. 12 En cambio, ustedes me ofenden, porque piensan que la mesa de mi altar está contaminada, y que es despreciable la comida que se ofrece en ella. 13 Ustedes dicen: “¡Ya estamos cansados de todo esto!” Y me desprecian. ¿Y todavía piensan que voy a aceptar con gusto cuando vienen a ofrecerme un animal robado, lastimado o enfermo? 14 ¡Maldito sea el tramposo que me promete un animal bueno de su rebaño y luego me sacrifica uno dañado! Tengan en cuenta que yo soy un gran Rey, y que soy respetado entre las naciones.» Esto dice el Señor todopoderoso.