Primera respuesta de Elifaz
1 Elifaz le dijo a Job:

2 «Puede ser que no te guste
lo que tengo que decirte,
pero no puedo quedarme callado.
3 Si bien recuerdo,
tú fuiste maestro de muchos
y animabas a los desanimados;
4 palabras no te faltaban
para alentar a los tristes
y apoyar a los débiles.
5 Pero ahora que sufres,
no lo soportas
y te das por vencido.
6 Según tú, no haces nada malo,
¿por qué entonces desconfías de Dios?

7 »¡No me vayas a decir
que quien hace lo bueno
sufre y acaba mal!
8 He podido comprobar
que quien mal anda mal acaba.

9 »Cuando Dios se enoja,
con un soplo destruye al malvado,
10-11 y aunque ruja o gruña como león,
Dios le romperá los dientes.
Como no podrá comer,
se morirá de hambre,
y sus hijos tendrán que huir.

12 »Alguien me confió un secreto,
que apenas pude escuchar.
13 Mientras todo el mundo dormía,
tuve un sueño, y perdí la calma.
14 ¡Fue tanto el miedo que sentí,
que todo el cuerpo me temblaba!
15 Sentí en la cara un viento helado,
y se me erizaron los pelos.
16 ¡Sabía que alguien estaba allí,
pero no podía verlo!
Todo alrededor era silencio.
De pronto oí que alguien decía:

17 “Nadie es mejor que su creador.
¡Ante él, no hay inocentes!
18 Dios ni en sus ángeles confía,
pues hasta ellos le fallan;
19 ¡mucho menos va a confiar
en nosotros los humanos!
Estamos hechos de barro,
y somos frágiles como polillas.

20-21 ”En esta vida estamos de paso;
un día nacemos
y otro día morimos.
¡Desaparecemos para siempre,
sin que a nadie le importe!
¡Morimos sin llegar a ser sabios!”
Primera serie de diálogos
(Caps. 4—14)
Elifaz
1-2 Seguramente, Job, te será molesto
que alguien se atreva a hablarte,
pero no es posible quedarse callado.
3 Tú, que a tantos dabas lecciones,
y que fortalecías al débil;
4 tú, que dabas ánimo al caído
y sostenías al que estaba por caer,
5 ¿te acobardas y pierdes el valor
ahora que te toca sufrir?
6 Tú, que eres un fiel servidor de Dios,
un hombre de recta conducta,
¿cómo es que no tienes plena confianza?
7 Ponte a pensar de un solo caso
en que un inocente haya sido destruido.
8 La experiencia me ha enseñado
que los que siembran crimen y maldad
cosechan lo mismo que sembraron.
9 Dios, en su furor, sopla sobre ellos
y los destruye por completo.
10 Por más que gruñan y rujan como leones,
Dios les rompe los dientes y los calla.
11 Mueren como leones que no hallaron presa,
y sus hijos son dispersados.

12 Calladamente me llegó un mensaje,
tan suave que apenas escuché un murmullo.
13 Por la noche, cuando el sueño cae sobre los hombres,
tuve una inquietante pesadilla.
14 El terror se apoderó de mí;
y me sacudía todos los huesos.
15 Un soplo me rozó la cara
y la piel se me erizó.
16 Alguien estaba allí,
y pude ver su silueta
pero no el aspecto que tenía.
Todo en silencio… Luego oí una voz:
17 «¿Puede alguien ser justo ante Dios?
¿Puede considerarse puro ante su creador?
18 Ni aun sus servidores celestiales
merecen toda su confianza.
Si hasta en sus ángeles encuentra Dios defectos,
19 ¡cuánto más en el ser humano, que es tan débil
como una casa de barro construida sobre el polvo,
y que puede ser aplastado como la polilla!
20 Entre la mañana y la tarde es destruido;
muere para siempre, y a nadie le importa.
21 Su vida acaba como quien corta un hilo,
y muere sin alcanzar jamás la sabiduría.»