1 Isaías dijo:
«¡Nadie ha creído a nuestro mensaje!
¡Nadie ha visto el poder de Dios!
2 El fiel servidor creció
como raíz tierna en tierra seca.
No había en él belleza
ni majestad alguna;
su aspecto no era atractivo ni deseable.
3 Todos lo despreciaban y rechazaban.
Fue un hombre que sufrió el dolor
y experimentó mucho sufrimiento.
Todos evitábamos mirarlo;
lo despreciamos y no lo tuvimos en cuenta.
4 »A pesar de todo esto,
él cargó con nuestras enfermedades
y soportó nuestros dolores.
Nosotros pensamos
que Dios lo había herido y humillado.
5 Pero él fue herido
por nuestras rebeliones,
fue golpeado por nuestras maldades;
él sufrió en nuestro lugar,
y gracias a sus heridas
recibimos la paz y fuimos sanados.
6 »Todos andábamos perdidos,
como suelen andar las ovejas.
Cada uno hacía lo que bien le parecía;
pero Dios hizo recaer en su fiel servidor
el castigo que nosotros merecíamos.
7 »Fue maltratado y humillado,
pero nunca se quejó.
Se quedó completamente callado,
como las ovejas cuando les cortan la lana;
y como cordero llevado al matadero,
ni siquiera abrió su boca.
8 »Cuando lo arrestaron,
no lo trataron con justicia.
Nadie lo defendió ni se preocupó por él;
y al final, por culpa de nuestros pecados,
le quitaron la vida.
9 El fiel servidor de Dios
murió entre criminales
y fue enterrado con los malvados,
aunque nunca cometió ningún crimen
ni jamás engañó a nadie.
10 »Dios quiso humillarlo y hacerlo sufrir,
y el fiel servidor ofreció su vida
como sacrificio por nosotros.
Por eso, él tendrá una vida muy larga,
llegará a ver a sus descendientes,
y hará todo lo que Dios desea.
11-12 »Después de tanto sufrimiento,
comprenderá el valor de obedecer a Dios.
El fiel servidor, aunque inocente,
fue considerado un criminal,
pues cargó con los pecados de muchos
para que ellos fueran perdonados.
Él dio su vida por los demás;
por eso Dios lo premiará
con poder y con honor».
Sacrificio del siervo del Señor
1 ¿Quién va a creer lo que hemos oído?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?
2 El Señor quiso que su siervo
creciera como una tierna planta
que hunde sus raíces en la tierra seca.
No tenía belleza ni esplendor,
su aspecto no tenía nada atrayente;
3 la gente lo despreciaba, lo rechazaba.
Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento.
Como a alguien que no merece ser visto,
lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.
4 Y, sin embargo, él cargaba con nuestros sufrimientos,
soportaba nuestros propios dolores.
Nosotros pensamos que Dios lo había herido,
que lo había castigado y humillado.
5 Pero fue traspasado por causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado por causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz,
y por sus heridas fuimos sanados.
6 Todos nosotros nos perdimos como ovejas,
y cada uno siguió su propio camino,
pero el Señor echó sobre él toda nuestra maldad.
7 Fue maltratado, pero se sometió humildemente,
y ni siquiera abrió la boca;
lo llevaron como cordero al matadero,
y él se quedó callado, enmudeció,
como una oveja cuando la trasquilan.
8 Se lo llevaron injustamente,
y no hubo quien lo defendiera;
nadie se preocupó por lo que pasaba.
Lo arrancaron de esta tierra,
le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.
9 Lo enterraron al lado de gente malvada,
lo sepultaron con gente perversa,
aunque nunca cometió ningún crimen
ni hubo engaño en su boca.
10 El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento.
Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado,
tendrá larga vida
y llegará a ver a sus descendientes;
por él prosperarán los planes del Señor.
11 Después de tanta aflicción verá la luz,
y quedará satisfecho al saberlo;
el justo siervo del Señor liberará a muchos,
pues cargará con la maldad de todos ellos.
12 Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes,
y con los poderosos participará del triunfo,
porque se entregó a la muerte
y fue contado entre los malvados,
cuando en realidad cargó con pecados que no eran suyos
e intercedió por los que sí eran pecadores.