Reproches a los que buscan ayuda en Egipto
1 Isaías dijo:

«¡Qué mal les va a ir
a los que van a Egipto
a pedir ayuda!
¡Todos ellos confían
en sus fuerzas militares,
pero no miran ni buscan
al Dios santo de Israel!
2 Pero a Dios no se le engaña;
él sabe causar desgracias,
y cuando promete algo, lo cumple.
Dios destruirá a los malvados
y a quienes les piden ayuda.

3 »Los egipcios no son dioses,
sino simples seres humanos.
Sus caballos son de carne
y no vivirán para siempre.
Dios castigará a los egipcios
y a quienes les piden ayuda.
¡Todos van a desaparecer!»
Dios protege a Jerusalén
4 Dios le dijo a Isaías:

«Yo defenderé a mi pueblo
que vive en Jerusalén,
como se defiende el león
cuando ha matado a una oveja:
no se deja asustar
por los gritos de los pastores.
5 Yo protegeré a Jerusalén
como protege el pájaro a su nido:
¡yo la cuidaré y la salvaré!
Yo soy el Dios todopoderoso,
y les juro que así lo haré».
El pueblo debe arrepentirse
6 Isaías advirtió:

«Israelitas,
ya no sean desobedientes;
¡vuelvan a obedecer a Dios!
7 Ustedes pecaron contra mí
al fabricar ídolos de oro y plata,
pero viene el día
en que dejarán de adorarlos.
8 Ese día, Asiria será derrotada,
pero no por ningún ser humano.
Por causa de la guerra
su gente querrá escapar,
y sus jóvenes guerreros
serán hechos esclavos.
9 Su rey se llenará de miedo
y saldrá corriendo;
también sus capitanes
dejarán abandonada su bandera.
Dios ya tiene preparado
el castigo para sus enemigos
en la ciudad de Jerusalén».
Contra los que buscan ayuda en Egipto
1 ¡Ay de los que van a Egipto en busca de ayuda,
de los que confían en los caballos,
de los que ponen su confianza en sus muchos carros
y en lo numerosa que es su caballería,
pero no vuelven la vista al Dios santo de Israel,
ni buscan al Señor!
2 El Señor también es hábil, y sabe causar desgracias,
y cuando dice algo, no se retracta.
El Señor actuará contra la gente malvada,
contra los que ayudan a los malhechores.
3 Los egipcios no son dioses, sino hombres;
sus caballos son de carne, y no espíritus.
El Señor extenderá su mano para castigarlos,
y todos perecerán a la vez,
tanto el protector como el protegido.

4 El Señor me dijo:
«Así como rugen el león y su cachorro
cuando han matado una oveja,
y no se dejan asustar por los pastores,
aunque todos ellos se reúnan
y quieran ahuyentarlos con sus gritos,
así el Señor todopoderoso vendrá al monte Sión
a defender a su pueblo.
5 Como el ave que sobrevuela su nido para protegerlo,
así el Señor todopoderoso protegerá a Jerusalén;
la cuidará, la salvará,
la defenderá, la librará.»

6 Hijos de Israel, vuélvanse a aquel
a quien han ofendido tan gravemente.
7 El día en que todos ustedes rechacen
esos ídolos de oro y plata
que han hecho con sus manos pecadoras,
8 ese día Asiria caerá a filo de espada,
pero no por un poder humano.
La guerra hará huir a su gente,
y a sus jóvenes guerreros los harán esclavos;
9 tanto miedo tendrá su rey, que saldrá corriendo,
y sus capitanes desertarán de su bandera.
Esto lo afirma el Señor,
que tiene una hoguera en Jerusalén
para castigar a sus enemigos.