Isaac y Abimélec
1-6 En aquel tiempo llegó a faltar comida en toda la región de Canaán, tal como había pasado en tiempos de Abraham. Era tan grave la falta de alimentos que Isaac pensó en irse a Egipto. Pero Dios se le apareció a Isaac y le dijo:
«No vayas a Egipto. Es mejor que te vayas por algún tiempo a Guerar, donde vive Abimélec, rey de los filisteos. Yo prometo estar siempre contigo, y bendecirte en todo. Además, a ti y a tus descendientes voy a darles todas estas tierras. Así cumpliré el juramento que le hice a tu padre Abraham. Voy a hacer que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo. Por medio de ellos bendeciré a todas las naciones de la tierra, porque Abraham me obedeció y cumplió con todo lo que le ordené».
Fue así como Isaac fue a Guerar para hablar con Abimélec, y se quedó a vivir allá. 7 Cuando los hombres de aquel lugar le preguntaban por Rebeca, él decía que era su hermana y no su esposa. Y es que tenía miedo, porque pensaba: «Rebeca es muy hermosa; los hombres de este lugar son capaces de matarme para quedarse con ella».
8 Un día, Abimélec estaba mirando desde su ventana, y vio que Isaac estaba acariciando a Rebeca. 9-10 Entonces lo mandó a llamar y le reclamó:
—¡Tú no me puedes engañar! ¡Esta mujer no es tu hermana, es tu esposa! ¿Por qué nos has hecho esto? ¡Si alguno de mis hombres hubiera tenido relaciones sexuales con ella, tú nos habrías hecho culpables a todos!
Isaac se disculpó:
—Es que tuve miedo de que me mataran para quedarse con ella.
11 Enseguida Abimélec le ordenó a todo el pueblo:
—Cualquiera que moleste a este hombre o a su mujer, será condenado a muerte.
12 Ese mismo año, Dios le dio a Isaac una cosecha tan abundante, que produjo cien veces más de lo que había sembrado en aquella tierra. 13 Así ganó Isaac mucho dinero, y llegó a ser muy rico y poderoso. 14 Llegó a tener tantas ovejas y vacas, y tantos sirvientes, que despertó la envidia de los filisteos. 15 Por eso los filisteos taparon con tierra todos los pozos que Abraham había mandado abrir. 16 Hasta Abimélec llegó a decirle: «Vete de aquí, pues ya eres más poderoso que nosotros».
17 Isaac se fue de Guerar, pero se quedó a vivir en el valle. 18 Cuando Abraham aún vivía, había mandado abrir unos pozos allí, pero después de su muerte los filisteos los habían vuelto a tapar. Isaac volvió a abrirlos y les puso los mismos nombres que les había puesto su padre.
19 Un día, los sirvientes de Isaac estaban abriendo un pozo en el valle y descubrieron un manantial. 20 Pero los pastores de Guerar se pelearon con los pastores de Isaac, pues decían que esa agua les pertenecía. Por eso Isaac llamó a ese pozo «Pelea». 21 Hicieron otro pozo, pero también pelearon por él, por lo que Isaac le puso por nombre «Pleito». 22 Luego se alejó de allí y volvió a abrir otro pozo, y ya nadie peleó. Entonces lo llamó «Libertad», pues dijo: «Al fin Dios nos ha dado libertad para prosperar en este lugar».
23 De allí, Isaac se fue a otro lugar, que luego sería conocido como Beerseba. 24 Esa misma noche Dios se le apareció y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham, y por él te voy a bendecir y a aumentar el número de tus descendientes. No tengas miedo, pues yo te ayudaré en todo».
25 Entonces Isaac hizo allí un altar para adorar a Dios. En ese mismo lugar plantó su tienda de campaña, y sus sirvientes abrieron otro pozo. 26 Cuando Abimélec lo supo, salió de Guerar para hablar con Isaac. Lo acompañaban Ahuzat, que era su consejero personal, y Ficol, jefe de su ejército. 27 Isaac les preguntó:
—¿Para qué vienen a verme, si me han tratado tan mal y hasta me echaron de su país?
28 Y ellos le contestaron:
—Ya hemos visto que Dios está de tu parte. Por eso queremos hacer un trato contigo. Y lo vamos a hacer, pero bajo juramento. 29 Nosotros nunca quisimos molestarte. Al contrario, siempre te tratamos bien y hasta nos despedimos como amigos. Ahora tú, comprométete a no hacernos ningún daño, ya que Dios te ha bendecido tanto.
30 Entonces Isaac les ofreció un banquete, y ellos comieron y bebieron. 31 A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, y tanto Isaac como Abimélec juraron no hacerse ningún daño. Luego Isaac despidió a sus visitantes, y ellos se marcharon en paz.
32 Ese mismo día vinieron los sirvientes de Isaac y le dijeron que habían encontrado agua en el pozo que estaban abriendo. 33 A ese pozo Isaac le puso por nombre «Juramento», y hasta el día de hoy, la ciudad donde está ese pozo se llama Beerseba, que significa «Pozo del juramento».
Esaú se casa
34 Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó con Judit, que era hija de un hitita llamado Beerí. También se casó con Basemat, hija de otro hitita llamado Elón. 35 Estas dos mujeres llegarían a causarles muchos problemas a Isaac y a Rebeca.
Isaac se va a Gerar
1 En ese tiempo hubo una gran escasez de alimentos en toda aquella región, además de la que hubo cuando Abrahán aún vivía. Por eso Isaac se fue a Gerar, donde vivía Abimélec, rey de los filisteos. 2 Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas a Egipto. Quédate donde yo te diga, 3 y por ahora sigue viviendo en este país. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tus descendientes les voy a dar todas estas tierras. Así cumpliré la promesa que le hice a tu padre Abrahán. 4 Haré que tus descendientes sean tantos como las estrellas del cielo, y les daré todas estas tierras. Además, todas las naciones de la tierra serán bendecidas por medio de tus descendientes, 5 porque Abrahán me obedeció y cumplió mis órdenes, mis mandamientos, mis leyes y mis enseñanzas.»
6 Entonces Isaac se quedó en Gerar, 7 y cuando los que vivían en ese lugar le preguntaron acerca de Rebeca, Isaac tuvo miedo de decir que era su esposa y les dijo que era su hermana. Rebeca era tan hermosa que Isaac pensó que, por causa de ella, los hombres de aquel lugar lo matarían.
8 Pasó el tiempo e Isaac se quedó allá. Pero un día en que Abimélec estaba mirando por la ventana, vio que Isaac acariciaba a su esposa Rebeca. 9 Entonces lo mandó llamar y le dijo:
—Así que ella es tu esposa, ¿verdad? Entonces, ¿por qué dijiste que era tu hermana?
—Yo pensé que tal vez me matarían por causa de ella —contestó Isaac.
10 Pero Abimélec le dijo:
—¿Por qué nos has hecho esto? Un poco más y alguno del pueblo se habría acostado con tu esposa, y tú nos habrías hecho pecar.
11 Entonces Abimélec ordenó a todo su pueblo:
—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte.
12 Ese año Isaac sembró en aquel lugar y recogió muy buena cosecha, pues el Señor lo bendijo. 13 Se hizo muy rico y llegó a tener muchas posesiones. 14 Eran tantas sus ovejas y vacas, y tantos sus siervos, que los filisteos le tenían envidia. 15 Cuando su padre Abrahán aún vivía, los siervos de Abrahán habían abierto pozos; pero después los filisteos los habían tapado y llenado de tierra. 16 Además, Abimélec le dijo a Isaac:
—Aléjate de nosotros, porque has llegado a ser más rico que nosotros.
17 Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Gerar, donde se quedó a vivir. 18 Volvió a abrir los pozos de agua que en vida de su padre habían sido abiertos, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. 19 Un día, los siervos de Isaac estaban haciendo un pozo en el valle, y encontraron un manantial. 20 Pero los pastores que cuidaban ovejas en el valle de Gerar se pelearon con los pastores que cuidaban las ovejas de Isaac, pues decían que esa agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo «Pelea», pues se habían peleado por él. 21 Después sus siervos abrieron otro pozo, por el que volvieron a pelear, y a ese pozo Isaac lo llamó «Enemistad».
22 Isaac se fue lejos de allí, y abrió otro pozo. Como ya no pelearon por él, lo llamó «Libertad», pues dijo: «Ahora el Señor nos ha dejado en libertad de progresar en este lugar.»
23 De allí Isaac se fue a Berseba. 24 Esa noche el Señor se le apareció y le dijo:
«Yo soy el Dios de tu padre Abrahán.
No tengas miedo; yo estoy contigo.
Por causa de mi siervo Abrahán
te bendeciré y aumentaré mucho tu descendencia.»
25 Entonces Isaac construyó un altar allí, e invocó el nombre del Señor. Allí plantó su campamento, y sus siervos abrieron un pozo.
Isaac y Abimélec hacen un pacto
26 Un día, Abimélec vino desde Gerar para hablar con Isaac. Lo acompañaban su amigo Ajuzat, y Ficol, que era el capitán de su ejército. 27 Isaac les dijo:
—Si ustedes no me quieren, y hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme?
28 Ellos le contestaron:
—Hemos visto que el Señor está contigo, y hemos acordado proponerte que hagamos un trato. Y este es el trato: 29 que tú no nos hagas ningún mal, pues nosotros no te hemos molestado. Al contrario, siempre te hemos tratado bien y te despedimos en forma amistosa, y ahora el Señor te está bendiciendo.
30 Entonces Isaac hizo una gran fiesta en su honor, y ellos comieron y bebieron. 31 Al día siguiente por la mañana, se levantaron y se hicieron juramentos entre sí. Luego Isaac los despidió, y ellos se despidieron de él como amigos.
32 Aquel mismo día, los siervos de Isaac vinieron a darle la noticia de que habían encontrado agua en el pozo que estaban abriendo. 33 A ese pozo Isaac le puso por nombre Sebá. Por eso aquella ciudad todavía se llama Berseba.
34 Esaú tenía cuarenta años cuando se casó con Judit, la hija de Berí el hitita. También se casó con Basemat, que era hija de otro hitita llamado Elón. 35 Estas dos mujeres les amargaron la vida a Isaac y a Rebeca.