Los primeros frutos
1 Moisés también dijo:

«Cuando se encuentren ya en el territorio que Dios va a darles, 2 deberán entregarle a Dios los primeros frutos de todo lo que hayan sembrado. Los pondrán en una canasta, y los llevarán al Santuario. 3 Allí se presentarán ante el sacerdote, y le dirán: “Hoy, en presencia de mi Dios, quiero que todos sepan que ya estoy viviendo en la tierra que Dios prometió dar a nuestros antepasados”.
4 »El sacerdote tomará la canasta y la pondrá ante el altar de Dios. 5 Entonces, el que presenta la canasta dirá:

“Mis antepasados pertenecieron a un grupo de arameos que no tenían ningún lugar fijo para vivir. Se fueron a vivir a Egipto, y ahí llegaron a ser un pueblo muy grande y poderoso. 6 Pero los egipcios nos maltrataron mucho, y nos obligaron a ser sus esclavos. 7 Entonces le pedimos ayuda al Dios de nuestros antepasados, y él escuchó nuestros ruegos, pues vio lo que ellos nos hacían sufrir. 8 Fue así como nuestro Dios usó su gran poder, y con grandes maravillas llenó de miedo a los egipcios y nos sacó de allí. 9 Luego nos trajo a este país, donde siempre hay abundancia de alimentos. 10 Por eso ahora, en gratitud, le traigo los primeros frutos de lo que sembré en la tierra que él me dio”.

»Luego, el que presente la canasta la pondrá ante el altar de Dios y se arrodillará para adorarlo. 11 Después de eso, hará una fiesta para darle gracias a Dios por lo que él y su familia hayan recibido. A esa fiesta invitará a los sacerdotes y a los refugiados que vivan en su país.
El diezmo
12 »Cada tres años apartarán la décima parte de todo lo que cosechen, y se la darán a los sacerdotes, a los refugiados, a los huérfanos y a las viudas que vivan entre ustedes. Así en sus pueblos nadie pasará hambre. 13-14 Después de entregar todo eso, deberán decir ante el altar:

“Dios mío, ya he apartado y entregado a los sacerdotes, a los refugiados, a los huérfanos y a las viudas, la parte de mis cosechas que te pertenece. Te he obedecido en todo, y no he tocado nada de esos productos. Jamás comí de ellos mientras estuve impuro o de luto, ni los ofrecí a los espíritus de los muertos. 15 Tú, por tu parte, nos has dado un país donde siempre hay abundancia de alimentos. Ya que te he obedecido en todo, bendice desde tu templo celestial a esta tierra y a tu pueblo”».
Israel es el pueblo de Dios
16 Moisés también dijo:

«Dios les ordena hoy que obedezcan todos estos mandamientos. Comprométanse a obedecerlos con toda su mente, y con todo su ser. 17 Ustedes han reconocido como su Dios al Dios de Israel, y han prometido obedecerlo siempre en todo.
18 »Por su parte, nuestro Dios ha cumplido su promesa y ha dicho que ustedes son su pueblo, y que deberán obedecerlo en todo. 19 Nuestro Dios hará de ustedes el país más famoso y poderoso de toda la tierra, siempre y cuando cumplan con su mandamiento de adorarlo solo a él».
Ofrenda de los primeros frutos
1 Moisés también les dijo lo siguiente:
«Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor tu Dios te va a dar en propiedad, y te hayas establecido en ella, 2 tomarás los primeros frutos de la cosecha que te dé la tierra, y los llevarás en una cesta al lugar donde esté el santuario del Señor. 3 Allí te presentarás al sacerdote en funciones, y le dirás: “Yo declaro hoy, ante el Señor mi Dios, que ya estoy viviendo en el país que el Señor juró a nuestros antepasados que nos daría.” 4 El sacerdote tomará la cesta que tú le entregues, y la pondrá ante el altar del Señor tu Dios; 5 entonces pronunciarás ante el Señor tu Dios la siguiente declaración:
»“Mis antepasados fueron un pequeño grupo de arameos errantes, que emigraron a Egipto y se quedaron a vivir allí, después se convirtieron en una nación grande, poderosa y numerosa. 6 Pero los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos convirtieron en sus esclavos. 7 Entonces pedimos al Señor y Dios de nuestros padres que nos ayudara, y él escuchó nuestras súplicas, y vio la miseria, los trabajos y la opresión de que éramos víctimas; 8 desplegó su gran poder y, en medio de un gran terror y de acontecimientos extraordinarios, nos sacó de Egipto 9 y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra donde la leche y la miel corren como el agua. 10 Por eso traigo ahora los primeros frutos de la tierra que el Señor me ha dado.”
»En seguida pondrás la cesta delante del Señor tu Dios y te arrodillarás en su presencia. 11 Después harás fiesta por todos los bienes que el Señor tu Dios te ha dado a ti y a tu familia. También invitarás a la fiesta a los levitas y los extranjeros que vivan contigo.
Ofrenda de la décima parte de todo
12 »Cada tres años debes ofrecer la décima parte de todos tus frutos y se la darás a los levitas y a los extranjeros que viven en tu país, y a los huérfanos y las viudas; así podrán comer hasta saciarse en cada uno de los lugares en que vivas. 13 Cuando hayas hecho eso, declararás ante el Señor tu Dios:
»“Ya he apartado de mi casa la parte de la cosecha que debe ser consagrada, y la he repartido entre los levitas y extranjeros que viven en nuestro país, y entre los huérfanos y las viudas, cumpliendo así todo lo que tú me mandaste y sin desobedecer ni olvidar ninguno de tus mandamientos. 14 No he comido nada de ello mientras estuve de luto o en estado de impureza, ni lo he ofrecido a los muertos. Señor mi Dios, te he obedecido y he cumplido todo lo que me has ordenado. 15 Mira desde los cielos, desde tu santa mansión, y bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, donde la leche y la miel corren como el agua, tal como lo prometiste a nuestros antepasados.”
Israel, pueblo consagrado al Señor
16 »El Señor tu Dios te manda hoy que pongas en práctica estas reglas y ordenanzas; cúmplelas de todo corazón y con todo tu ser. 17 Tú has declarado hoy que el Señor es tu Dios, y has prometido seguir sus caminos y cumplir sus reglas, mandamientos y ordenanzas, y obedecerlo siempre. 18 También el Señor ha declarado hoy que tú, Israel, eres el pueblo de su propiedad, tal como te lo había prometido, y que cumplirás todos sus mandamientos. 19 Él va a hacer de ti una nación superior en gloria, fama y honor a las demás naciones que hizo, y serás, como él lo ha dicho, un pueblo consagrado al Señor tu Dios.»