Derechos de los sacerdotes
1-2 Moisés continuó diciendo:

«Todos los israelitas van a tener sus propias tierras, pero no así los sacerdotes; es decir, los de la tribu de Leví. Dios ha decidido cuidar de ellos y darles siempre todo lo que necesiten. Así que ellos tomarán sus alimentos de todas las ofrendas que los israelitas le presenten a Dios.
3 »Los sacerdotes podrán comer la carne de los toros y los corderos que se ofrezcan a Dios, pero de ellos solo podrán comer la espaldilla, la quijada y una parte de la barriga. 4 Además, podrán tomar del trigo de las primeras cosechas, y del vino y del aceite, y también podrán utilizar la primera lana que se corte de las ovejas. 5 Nuestro Dios ha elegido a la tribu de Leví y a todos sus descendientes, para que se encarguen de los cultos en su honor.
6 »Si algún sacerdote siente el deseo de ir al Santuario, y abandona su propia ciudad, no se lo impidan. 7 Al contrario, ayúdenlo a llegar y a cumplir con su trabajo, como sus otros compañeros que ya trabajan en el Santuario. 8 Ese sacerdote tendrá derecho a recibir la misma cantidad de alimentos que los otros sacerdotes, y podrá también vender sus pertenencias y disfrutar del dinero de la venta».
Advertencia contra las malas costumbres
9-14 Moisés continuó diciéndoles:

«Cuando entren al territorio que Dios va a darles, se encontrarán con que la gente que allí vive, tiene costumbres terribles, que no agradan a Dios. Por ejemplo, esa gente entrega a sus hijos para quemarlos en honor de sus dioses, practica la brujería y la hechicería, y cree que puede adivinar el futuro. Además de sus brujerías, consultan a los espíritus de los muertos para pedirles consejo. Pero ustedes deben obedecer a nuestro Dios en todo, y tener cuidado de no seguir el mal ejemplo de esa gente, pues nuestro Dios la odia y por eso quiere sacarla de esa tierra.
Otro profeta
15-17 »Un día, nuestro Dios escogerá de entre ustedes a un hombre, que será profeta como yo. Cuando estábamos en el monte Horeb, ustedes me dijeron que no querían escuchar la voz de Dios, ni ver el fuego desde donde Dios hablaba, pues no querían morir. Pues bien, nuestro Dios les dará el profeta que pidieron, y ustedes deberán obedecerlo en todo.
18 »Dios elegirá ese profeta de entre el pueblo. Será uno de los nuestros, y hará lo mismo que ahora hago; es decir, les comunicará todo lo que Dios quiera decirles. 19 Dios castigará a quien no obedezca las órdenes que dé por medio de ese profeta.
20 »Si aparece alguno que diga traer un mensaje de parte de Dios, y que en realidad no haya sido enviado por él, deberán matarlo. Lo mismo deberán hacer con cualquier profeta que aparezca con mensajes de otros dioses.
21 »Ahora bien, si ustedes se preguntan cómo saber si una persona trae o no un mensaje de parte de Dios, sigan este consejo: 22 Si el profeta anuncia algo y no sucede lo que dijo, será señal de que Dios no lo envió. Ese profeta no es más que un orgulloso que habla por su propia cuenta, y ustedes no deberán tenerle miedo».
Derechos de los sacerdotes levitas
1 Moisés le comunicó al pueblo:
«Ninguno de los miembros de la tribu de Leví, es decir, ningún sacerdote, recibirá una porción de tierra, como los demás israelitas. Tendrán que mantenerse de las ofrendas que se presentan al Señor, y de lo que a él le corresponde. 2 No recibirán herencia como sus compatriotas, ya que su herencia es el Señor, como él mismo lo ha dicho.
3 »Los derechos que los sacerdotes tienen sobre los sacrificios de toros o corderos ofrecidos por la gente, son los siguientes: les tocará la espaldilla, la quijada y el cuajar. 4 También les corresponden los primeros frutos de trigo, vino y aceite, y la primera lana que se esquile de las ovejas, 5 porque el Señor, Dios de Israel, ha elegido a los miembros de la tribu de Leví para que tengan siempre a su cargo el culto al Señor.
6 »Si algún levita desea dejar su población de origen para ir al lugar de adoración del Señor, 7 podrá oficiar allí como sacerdote en el nombre del Señor, lo mismo que todos sus compañeros levitas que estén allí sirviendo. 8 Ese levita recibirá la misma cantidad de alimentos que reciben los demás sacerdotes, además de lo que obtenga del sustento de su familia.
Advertencias contra prácticas paganas
9 »Cuando hayan entrado ustedes en el país que el Señor su Dios les va a dar, no imiten las horribles costumbres de esas naciones. 10 Que nadie de ustedes ofrezca en sacrificio a su hijo haciéndolo pasar por el fuego, ni practique la adivinación, ni pretenda predecir el futuro, ni se dedique a la hechicería 11 ni a los encantamientos, ni consulte a los adivinos y a los que invocan a los espíritus, ni consulte a los muertos. 12 Porque al Señor le repugnan los que hacen estas cosas. Y si el Señor su Dios arroja de la presencia de ustedes a estas naciones, es precisamente porque tienen esas horribles costumbres. 13 Ustedes deben ser perfectos en su relación con Dios. 14 Esas naciones, cuyo territorio van ustedes a poseer, consultan a los adivinos y hechiceros. Pero a ustedes el Señor su Dios no les permite semejante cosa.
El profeta que ha de venir
15 »El Señor su Dios escogerá de entre ustedes a un profeta como yo, y deberán obedecerlo. 16 Esto es en realidad lo que ustedes pidieron al Señor su Dios en el monte Horeb, el día en que todos se reunieron allí y dijeron: “No queremos oír otra vez la voz del Señor nuestro Dios, ni ver este gran fuego, para no morir.” 17 Entonces el Señor me dijo: “Está bien lo que han dicho. 18 Yo escogeré de entre ellos a un profeta como tú, uno que sea compatriota de ellos y que les diga lo que yo le ordene decir, y les repita lo que yo le mande. 19 A todo aquel que no haga caso de lo que ese profeta diga en mi nombre, yo lo castigaré. 20 Pero será condenado a muerte el profeta que presuma de hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, o hable en nombre de otros dioses.” 21 Y si ustedes preguntan: “¿Cómo sabremos que lo que ese profeta ha dicho es o no palabra del Señor?”, deben tener esto en cuenta: 22 Si lo que el profeta ha dicho en nombre del Señor no se cumple, es señal de que el Señor no lo dijo, sino que el profeta habló movido solo por su orgullo; por lo tanto, no le tengan miedo.»