Dios le dio autoridad a Pablo
1-2 Dicen que soy muy tímido cuando estoy entre ustedes, pero muy valiente cuando estoy lejos. Yo les ruego, por el cariño y la bondad de Cristo, que cuando vaya a verlos, no me obliguen a ser duro con los que nos acusan. Ellos dicen que nosotros hacemos las cosas solo por interés, como lo hace la gente de este mundo. 3 Es verdad que vivimos en este mundo, pero no actuamos como todo el mundo, 4 ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, las acusaciones 5 y el orgullo de quienes quieren impedir que todos conozcan a Dios. Con ese poder hacemos que los pecadores cambien su manera de pensar y obedezcan a Cristo. 6 Estamos dispuestos a castigar a todo el que no obedezca a Cristo, comenzando por ustedes, hasta que llegue el día en que todos lo obedezcan.
7 Ustedes solo aceptan lo que pueden ver. A los que están seguros de que son de Cristo, quiero decirles que yo también lo soy. 8 Aunque yo exagere un poco en mi autoridad, no me da vergüenza. El Señor Jesucristo me dio autoridad sobre ustedes, para ayudarlos a confiar más en él y no para destruirlos. 9 No quiero que piensen que trato de asustarlos con mis cartas. 10 Algunos dicen que mis cartas son duras y fuertes, pero que cuando hablo en persona soy débil, y que no sé hablar bien ni impresiono a nadie. 11 Esas personas tienen que entender que, cuando vaya a verlos, seré tan fuerte como lo soy en las cartas que envío desde lejos.
12 Jamás llegaré a compararme con los que hablan bien de sí mismos. Compararse con uno mismo es una tontería. 13 Tampoco voy a presumir de lo que no he hecho. Si de algo voy a sentirme orgulloso, es del trabajo que Dios me mandó hacer. ¡Y ustedes son parte de ese trabajo! 14 No voy a presumir más de lo que debo, pero fui de los primeros en llegar a Corinto y en anunciarles la buena noticia de Jesucristo. 15 Tampoco voy a sentirme orgulloso del trabajo que otros hicieron. Al contrario, espero poder trabajar más entre ustedes, según vaya aumentando su confianza en Dios. Esa es la meta de mi trabajo. 16 También deseo anunciar la buena noticia en lugares más allá de Corinto, donde nadie haya trabajado antes. Así nadie podrá decir que ando presumiendo con el trabajo de otros.
17 La Biblia dice: «Si alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de creer en el Señor.» 18 La persona que merece aplausos no es la que habla bien de sí misma, sino aquella de quien el Señor habla bien.
Defensa de Pablo a su autoridad apostólica
1 Yo, Pablo, el que es «tímido» cuando está entre ustedes y «atrevido» cuando está lejos, soy quien les ruega, por la ternura y la bondad de Cristo; 2 les suplico que por favor, cuando vaya a verlos, no me obliguen a ser atrevido con quienes nos acusan de hacer las cosas por motivos puramente humanos, pues estoy dispuesto a enfrentarme con ellos. 3 Es cierto que somos humanos, pero no luchamos como la gente de este mundo. 4 Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son armas poderosas de Dios, capaces de destruir fortalezas. Y así destruimos todo argumento falso 5 y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, 6 y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que la obediencia de ustedes sea perfecta.
7 Fíjense en lo que es evidente. Si alguien está seguro de ser de Cristo, debe tener en cuenta que también nosotros somos de Cristo. 8 Y aunque yo insista un poco más de la cuenta en nuestra autoridad, no tengo por qué avergonzarme; pues el Señor nos dio la autoridad para edificación de la comunidad y no para su destrucción. 9 No quiero que parezca que trato de intimidarlos con mis cartas. 10 Hay quien dice que mis cartas son duras y fuertes, pero que en persona no impresiono a nadie, ni impongo respeto al hablar. 11 Pero quien dice esto debe saber también que, así como somos con palabras y por carta cuando estamos lejos, así también lo seremos con hechos cuando estemos entre ustedes.
12 Ciertamente, no nos atrevemos a igualarnos o a compararnos con esos que se alaban a sí mismos. Pero ellos cometen una tontería al medirse con su propia medida y al compararse unos con otros. 13 Nosotros no vamos a gloriarnos más allá de ciertos límites. Dios es quien señala los límites de nuestro campo de trabajo, y él fue quien nos permitió llegar hasta ustedes en Corinto. 14 No nos hemos extralimitado, como sería el caso si no hubiéramos estado antes entre ustedes. Nosotros fuimos los primeros en llevarles el evangelio de Cristo. 15 Y no nos gloriamos de los trabajos que otros han hecho, pues eso sería extralimitarnos. Al contrario, esperamos poder trabajar más entre ustedes, conforme vaya creciendo la fe de ustedes, y siempre dentro de nuestros límites. 16 También esperamos anunciar el evangelio en lugares más allá de donde están ustedes, pero sin meternos en campos ajenos, para no gloriarnos de los trabajos que otros han hecho.
17 Si alguien quiere gloriarse, que se gloríe en el Señor. 18 Porque no es digno de aprobación quien se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.