David le perdona la vida a Saúl
1 1 (2) Cuando Saúl dejó de perseguir a los filisteos, le dijeron: «David está en el desierto de En-gadi».
2 2 (3) Saúl tomó entonces a los tres mil mejores soldados de su ejército, y se fue al lugar conocido como Cerro de las cabras monteses, para buscar a David. 3 3 (4) Llegó a un lugar donde había una cueva. Allí los pastores acostumbraban encerrar sus ovejas, y allí también estaban escondidos David y su gente.
Saúl entró en la cueva para hacer sus necesidades. 4-7 4-7 (5-8) Entonces los hombres de David le dijeron:

—¿Te acuerdas que Dios te prometió que te vengarías de tu enemigo, y que le harías lo que quisieras? Pues bien, ¡ahora es cuando debes hacerlo!

Pero David les respondió:

—¡Que Dios me libre de hacerle algo a mi señor el rey! ¡Nunca le haré daño, pues Dios mismo lo eligió como rey! ¡Sobre su cabeza se derramó aceite, como señal de la elección de Dios!

Y aunque David les prohibió a sus hombres atacar a Saúl, él mismo se acercó en silencio a donde estaba Saúl, y cortó un pedazo de la orilla de su manto. Sin embargo, más tarde pensó que no debía haberlo hecho.
En cuanto Saúl terminó, se levantó y salió de la cueva para seguir su camino. 8 8 (9) Pero cuando ya se alejaba, David salió de la cueva y le gritó:

—¡Mi señor y rey!

Cuando Saúl miró hacia atrás, David se inclinó de cara al suelo, 9 9 (10) y le dijo:

—¿Por qué Su Majestad le hace caso a la gente que dice que quiero hacerle daño? 10 10 (11) Como usted mismo podrá ver, hoy Dios me dio la oportunidad de matarlo aquí mismo, en la cueva. Algunos de mis hombres me insistían que lo matara, pero yo no quise hacerlo. No quise hacerle ningún daño porque Su Majestad es mi rey. ¡Dios mismo lo eligió!
11-15 11-15 (12-16) »¡Vea Su Majestad lo que tengo en la mano! Es un pedazo de su manto, que yo mismo corté. Con esto podrá ver Su Majestad que no quiero matarlo.
»Yo no le he causado ningún mal a Su Majestad; sin embargo, Su Majestad me anda persiguiendo y quiere matarme, ¡a mí, que no valgo más que un perro muerto o una pulga!
»¡Que Dios juzgue entre nosotros dos, y vea quién está haciendo mal! ¡Que Dios castigue a Su Majestad por lo mal que se ha portado conmigo, y no permita que me atrape!
»Bien dice el antiguo refrán, que “del malvado solo se puede esperar maldad”. Yo, por mi parte, ¡nunca le haré daño a Su Majestad!

16 16 (17) Cuando David terminó de hablar, Saúl dijo: «¡Pero si es David en persona!» Luego empezó a llorar a gritos, 17 17 (18) y le dijo a David:

—Tú, David, eres más bueno que yo. Aunque te he hecho mucho mal, tú siempre me has hecho el bien. 18 18 (19) Hoy me doy cuenta de que me has tratado con bondad, aun cuando Dios te dio la oportunidad de matarme.
19 19 (20) »Si alguien puede matar a su enemigo, no lo deja ir con vida. Por eso le pido a Dios que te recompense con muchas cosas buenas, por lo bien que hoy me has tratado.
20 20 (21) »Yo sé muy bien que llegarás a ser rey, y que al pueblo de Israel le irá muy bien contigo. 21 21 (22) Por eso, júrame por Dios que no acabarás con mis hijos ni con mis nietos, y que no harás que mi familia se olvide de mí.

22 22 (23) David se lo juró a Saúl. Luego Saúl se regresó a su casa, y David y su gente volvieron a su escondite.
David perdona la vida a Saúl
1 1 (2) así que cuando Saúl regresó de perseguir a los filisteos, le dieron la noticia de que David estaba en el desierto de Engadí. 2 2 (3) Entonces Saúl escogió a tres mil hombres de todo Israel y fue a buscar a David y los suyos por las peñas más escarpadas. 3 3 (4) En su camino llegó a unos rediles de ovejas, cerca de los cuales había una cueva en la que estaban escondidos David y sus hombres. Saúl se metió en ella para hacer sus necesidades, 4 4 (5) y los hombres de David le dijeron a este:
—Hoy se cumple la promesa que te hizo el Señor, de que pondría en tus manos a tu enemigo. Haz con él lo que mejor te parezca.
Entonces David fue a donde estaba Saúl, y con mucha precaución cortó un pedazo de su capa; 5 5 (6) pero después de hacerlo le remordió la conciencia 6 6 (7) y les dijo a sus hombres:
—¡El Señor me libre de alzar mi mano contra mi señor el rey! ¡Si él es rey, es porque el Señor lo ha escogido!
7 7 (8) De este modo detuvo David a sus hombres y no les permitió atacar a Saúl, que al salir de la cueva siguió su camino. 8 8 (9) Pero en seguida David salió de la cueva tras él, y le gritó:
—¡Majestad, Majestad!
Saúl miró hacia atrás, y David, inclinándose hasta el suelo en señal de reverencia, 9 9 (10) le dijo:
—¿Por qué hace caso Su Majestad a quienes le dicen que yo busco su mal? 10 10 (11) Como Su Majestad bien puede comprobar, el Señor puso hoy a Su Majestad en mis manos allá en la cueva, pero yo no quise matarlo, sino que le perdoné la vida, pues me dije que si usted es rey, es porque el Señor lo ha escogido.
11 11 (12) »Mire bien Su Majestad lo que tengo en la mano: es un pedazo de su capa, y bien pude haberlo matado. Con eso puede darse cuenta de que yo no he pensado en hacerle daño ni en traicionarlo, ni tampoco le he faltado. Sin embargo, usted me persigue para quitarme la vida. 12 12 (13) ¡Que el Señor juzgue entre nosotros dos, y me vengue de Su Majestad! Por lo que a mí toca, jamás levantaré mi mano contra usted. 13 13 (14) Un antiguo refrán dice: “La maldad proviene de los malvados”; por eso yo jamás levantaré mi mano contra Su Majestad. 14 14 (15) Además, ¿tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién está persiguiendo? ¡A mí, que soy como un perro muerto, o como una pulga! 15 15 (16) Por lo tanto, que el Señor decida y juzgue entre nosotros dos; ¡que sea él quien examine mi causa y me defienda de Su Majestad!»
16 16 (17) Cuando David terminó de hablar, Saúl exclamó:
—¡Pero si eres tú, David, hijo mío, quien me habla!
Y echándose a llorar, 17 17 (18) le dijo:
—La razón está de tu lado, pues me has devuelto bien a cambio del mal que te he causado. 18 18 (19) Hoy me has demostrado que tú buscas mi bien, pues el Señor me puso en tus manos y tú no me mataste. 19 19 (20) En realidad, no hay nadie que, al encontrar a su enemigo, lo deje ir sano y salvo. Por lo tanto, ¡que el Señor te pague con bien lo que hoy has hecho conmigo! 20 20 (21) Ahora me doy perfecta cuenta de que tú serás el rey, y de que bajo tu dirección el reino de Israel habrá de prosperar. 21 21 (22) Júrame, pues, por el Señor, que no acabarás con mis descendientes ni permitirás que mi familia se olvide de mí.
22 22 (23) David se lo juró a Saúl, y después de eso Saúl regresó a su palacio, en tanto que David y sus hombres se fueron a la fortaleza.