La fe, raíz del amor
1 Es hijo de Dios todo aquel que cree que Jesús es el Mesías. Todo el que ama a un padre ama también a los hijos de ese padre. 2 Cuando amamos a Dios y hacemos lo que él nos manda, sabemos que amamos también a los hijos de Dios. 3 El amar a Dios consiste en obedecer sus mandamientos; y sus mandamientos no son una carga, 4 porque todo el que es hijo de Dios vence al mundo. Y lo que nos da la victoria sobre el mundo es nuestra fe. 5 Quien cree que Jesús es el Hijo de Dios es vencedor del mundo.
6 La venida de Jesucristo quedó señalada con agua y sangre; no solo con agua, sino con agua y sangre. El Espíritu mismo es testigo de esto, y el Espíritu es la verdad. 7 Tres son los testigos: 8 el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres están de acuerdo. 9 Nosotros aceptamos el testimonio de los hombres, pero el testimonio de Dios es de mucho más valor, porque consiste en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. 10 Toda persona que cree en el Hijo de Dios lleva este testimonio en su propio corazón; el que no cree en Dios lo hace aparecer como mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. 11 Este testimonio es que Dios nos ha dado vida eterna, y que esta vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo de Dios tiene también esta vida; pero el que no tiene al Hijo de Dios no la tiene.
13 Les escribo esto a ustedes que creen en el Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.
14 Tenemos confianza en Dios porque sabemos que, si le pedimos algo de acuerdo con su voluntad, él nos oye. 15 Y así como sabemos que Dios oye nuestras oraciones, también sabemos que recibiremos lo que le hemos pedido.
16 Si alguien ve que su hermano está cometiendo algún pecado que no lleve a la muerte, debe orar, y Dios dará vida al hermano, solo si se trata de un pecado que no lleve a la muerte. Pero hay un pecado que lleva a la muerte, y por ese pecado no digo que se deba orar. 17 Toda maldad es pecado; pero hay pecados que no llevan a la muerte.
18 Sabemos que quien tiene a Dios como Padre no sigue pecando, porque el Hijo de Dios lo cuida y el maligno no lo toca. 19 Nosotros sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero está bajo el poder del maligno. 20 También sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al Dios verdadero. Vivimos unidos al que es verdadero, es decir, a su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna. 21 Hijitos, cuídense de los dioses falsos.