Primera serie de diálogos
(Caps. 4—14)Elifaz
1-2 Seguramente, Job, te será molesto
que alguien se atreva a hablarte,
pero no es posible quedarse callado.
3 Tú, que a tantos dabas lecciones,
y que fortalecías al débil;
4 tú, que dabas ánimo al caído
y sostenías al que estaba por caer,
5 ¿te acobardas y pierdes el valor
ahora que te toca sufrir?
6 Tú, que eres un fiel servidor de Dios,
un hombre de recta conducta,
¿cómo es que no tienes plena confianza?
7 Ponte a pensar de un solo caso
en que un inocente haya sido destruido.
8 La experiencia me ha enseñado
que los que siembran crimen y maldad
cosechan lo mismo que sembraron.
9 Dios, en su furor, sopla sobre ellos
y los destruye por completo.
10 Por más que gruñan y rujan como leones,
Dios les rompe los dientes y los calla.
11 Mueren como leones que no hallaron presa,
y sus hijos son dispersados.
12 Calladamente me llegó un mensaje,
tan suave que apenas escuché un murmullo.
13 Por la noche, cuando el sueño cae sobre los hombres,
tuve una inquietante pesadilla.
14 El terror se apoderó de mí;
y me sacudía todos los huesos.
15 Un soplo me rozó la cara
y la piel se me erizó.
16 Alguien estaba allí,
y pude ver su silueta
pero no el aspecto que tenía.
Todo en silencio… Luego oí una voz:
17 «¿Puede alguien ser justo ante Dios?
¿Puede considerarse puro ante su creador?
18 Ni aun sus servidores celestiales
merecen toda su confianza.
Si hasta en sus ángeles encuentra Dios defectos,
19 ¡cuánto más en el ser humano, que es tan débil
como una casa de barro construida sobre el polvo,
y que puede ser aplastado como la polilla!
20 Entre la mañana y la tarde es destruido;
muere para siempre, y a nadie le importa.
21 Su vida acaba como quien corta un hilo,
y muere sin alcanzar jamás la sabiduría.»
© Dios habla hoy ®, Cuarta edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 2023.