Israel y el evangelio
1 Hermanos, ¡cómo deseo de todo corazón que los israelitas se salven! ¡No dejo de orar a Dios por ello! 2 Puedo decir, en su favor, que tienen un gran deseo de servir a Dios, solo que ese deseo no está basado en el verdadero conocimiento. 3 Pues no reconocen la justicia de Dios, ni se someten a ella; sino que siguen empeñados en cumplir su propia justicia. 4 Porque la ley llega a su término con Cristo; es por la fe que Dios nos declara justos.
5 En efecto, acerca de la justicia basada en la ley, Moisés escribió lo siguiente: «Quien cumple la ley vivirá por ella.» 6 Pero acerca de la justicia basada en la fe, se dice: «No pienses: “¿Quién subirá al cielo?” —esto es, para hacer que Cristo baje—; 7 o “¿Quién bajará al abismo?”» —esto es, para hacer que Cristo suba de entre los muertos. 8 Más bien, se dice: «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.» Esta palabra es el mensaje de fe que proclamamos. 9 Si con tu boca reconoces abiertamente que Jesús es el Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó de entre los muertos, alcanzarás la salvación. 10 Pues con el corazón se cree para ser declarados justos, pero con la boca se confiesa públicamente a Jesucristo para alcanzar la salvación.
11 Las Escrituras dicen: «Quien confía en él no quedará defraudado.» 12 No hay diferencia entre los judíos y los no judíos; pues el mismo Señor es Señor de todos, y es muy generoso con quienes lo invocan. 13 Porque esto es lo que dice: «Quien invoque el nombre del Señor será salvo.» 14 Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han sabido nada de él? ¿Y cómo van a saber acerca de él, si no hay quien lo proclame? 15 ¿Y cómo lo van a proclamar, si no son enviados? Como dicen las Escrituras: «¡Qué hermoso es ver llegar a quienes traen buenas noticias!»
16 Pero no todos han aceptado la buena noticia. Como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha creído lo que proclamamos?» 17 Así pues, la fe nace de la proclamación, y la proclamación se realiza por medio de la palabra de Cristo.
18 Pero yo pregunto: ¿Será tal vez que no se enteraron del mensaje? ¡Claro que sí! Porque las Escrituras dicen:
«La proclamación de ellos salió por toda la tierra,
y hasta los últimos rincones del mundo llegaron sus palabras.»
19 Y vuelvo a preguntar: ¿Será que los de Israel no se han dado cuenta? En primer lugar, Moisés dice:
«Haré que ustedes se pongan celosos
de un pueblo que no es pueblo;
haré que se enojen contra un pueblo
que no tiene entendimiento.»
20 Luego, Isaías se atreve a decir:
«Los que no me buscaban me encontraron;
y me mostré a quienes no preguntaban por mí.»
21 Pero al hablar de los israelitas, Isaías dice: «Todo el día extendí mis manos a un pueblo terco y rebelde.»