Jesús enseña sobre el divorcio
(Mc 10.1-12Lc 16.18)1 Cuando Jesús terminó de hablar, se fue de Galilea y llegó a la región de Judea, que está al oriente del Jordán. 2 Mucha gente lo siguió, y allí sanó a los enfermos.
3 Algunos fariseos se acercaron a Jesús, y para tenderle una trampa le preguntaron:
—¿Es lícito que un hombre se separe de su esposa por un motivo cualquiera?
4 Jesús les contestó:
—¿No han leído ustedes en las Escrituras que el que los creó en el principio “hombre y mujer los creó”? 5 Y añadió: “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como un solo ser.” 6 Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.
7 Ellos le preguntaron:
—Entonces ¿por qué Moisés mandó darle a la esposa un certificado de divorcio, y despedirla?
8 Jesús les contestó:
—Precisamente, por la obstinación de ustedes Moisés les permitió hacerlo; pero al principio no fue así. 9 Yo les digo que el que se separa de su esposa (a no ser en caso de inmoralidad sexual), y se casa con otra, comete adulterio.
10 Sus discípulos le dijeron:
—Si este es el caso del hombre en relación con su esposa, no conviene casarse.
11 Jesús les dijo:
—No todos pueden comprender esto, sino solo aquellos a quienes se les ha dado la capacidad de entenderlo. 12 Hay diferentes razones que impiden a los hombres casarse: hay quienes nacen eunucos, a otros los incapacitan los hombres, y otros, por causa del reino de los cielos, optan por no casarse. El que pueda entender esto, que lo entienda.
Jesús bendice a los niños
(Mc 10.13-16Lc 18.15-17)13 Después llevaron a unos niños a Jesús, para que pusiera las manos sobre ellos y orara; pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los llevaban. 14 Entonces Jesús dijo:
—¡Dejen que los niños se acerquen a mí! No se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos.
15 Puso luego las manos sobre los niños, y se fue de aquel lugar.
Un joven rico habla con Jesús
(Mc 10.17-31Lc 18.18-30)16 Un joven se acercó a Jesús y le preguntó:
—Maestro, ¿qué de bueno debo hacer para alcanzar la vida eterna?
17 Jesús le contestó:
—¿Por qué me preguntas acerca de lo que es bueno? Bueno solo hay uno. Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos.
18 —¿Cuáles? —preguntó el joven.
Y Jesús le dijo:
—“No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, 19 honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.”
20 —Todo eso ya lo he cumplido —dijo el joven—. ¿Qué más me falta?
21 Jesús le contestó:
—Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme.
22 Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque tenía muchos bienes.
23 Jesús dijo entonces a sus discípulos:
—Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Insisto: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios.
25 Al oírlo, sus discípulos se asombraron mucho y dijeron:
—Entonces, ¿quién podrá salvarse?
26 Jesús los miró fijamente y les contestó:
—Esto es imposible para el ser humano, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible.
27 Pedro le dijo entonces:
—Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido. ¿Qué recibiremos a cambio?
28 Jesús les respondió:
—Les aseguro que cuando llegue el tiempo en que todo sea renovado, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes también se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que por mi causa haya dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos, terrenos, recibirá cien veces más, y también recibirá la vida eterna. 30 Pero muchos que ahora son los primeros serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos serán los primeros.
© Dios habla hoy ®, Cuarta edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 2023.