La viña como imagen de Judá
1 Voy a entonar en nombre de mi mejor amigo
el canto que él dedicó a su viña:

Mi amigo plantó una viña
en un terreno muy fértil.
2 Removió la tierra, la limpió de piedras
y plantó allí las mejores cepas.
En medio del sembrado levantó una torre,
y preparó además un lugar para hacer el vino.
Mi amigo esperaba de su viña uvas dulces,
pero las uvas que produjo… ¡fueron agrias!

3 Díganme ahora, habitantes de Jerusalén;
juzguen ustedes, gente de Judá:
¿quién de nosotros ha actuado mal, mi viña o yo?
4 ¿Qué más podía yo hacer por mi viña?
¿Qué más podía yo hacer, que no haya hecho?
Yo esperaba de ella que diera uvas dulces,
¿por qué terminó por darme uvas agrias?
5 Pues quiero que sepan ustedes
lo que pienso hacer con mi viña:
le voy a quitar la cerca, para que la destruyan;
le voy a agrietar el muro, para que la pisoteen.
6 Voy a dejarla abandonada,
y nadie podrá podarla ni desyerbarla;
¡se llenará de espinos y maleza!
Y voy a ordenar a las nubes
que ya no derramen su lluvia sobre ella.

7 Esa viña del Señor todopoderoso es Israel;
el pueblo de Judá es su sembrado preferido.
El Señor esperaba de ella apego a su ley,
y solo encuentra violencia;
esperaba que impartiera justicia,
y solo escucha ayes de dolor.
Amenazas contra los malvados
8 ¡Ay de ustedes, que compran casas y más casas,
que consiguen campos y más campos,
hasta no dejar lugar a nadie más,
y se instalan como los únicos dueños del país!
9 Pues el Señor todopoderoso me ha dicho:
«Muchas casas serán destruidas;
y por grandes y hermosas que sean,
quedarán deshabitadas.
10 Tres hectáreas plantadas de uvas
no rendirán más que un barrilito de vino.
Diez costales de semilla
rendirán uno solo de trigo.»

11 ¡Ay de ustedes, que para emborracharse madrugan,
y que encendidos por el vino se desvelan!
12 Todo es música de arpas y salterios,
de tambores y de flautas,
y el vino corre en sus banquetes,
pero no se fijan en las obras del Señor,
ni toman en cuenta todo lo que ha hecho.
13 Por eso, por no querer entender,
mi pueblo será llevado al destierro;
todo el pueblo, con sus jefes,
morirá de hambre y de sed.
14 Semejante a una fiera,
el sepulcro abrirá su boca sin medida,
para tragarse al pueblo y a sus jefes,
y a esos que viven para fiestas y diversiones.
15 La gente quedará humillada por completo,
los orgullosos habrán de bajar los ojos.
16 El Señor todopoderoso mostrará su grandeza en el juicio;
el Dios santo mostrará su santidad al hacer justicia.
17 Las ciudades serán destruidas
y en sus ruinas pastarán ovejas y cabras.

18 ¡Ay de ustedes, que con mentiras atraen la maldad,
que llevan tras de sí el pecado como si tiraran de un carro!
19 ¡Ay de ustedes, que dicen:
«Que Dios haga pronto su obra,
para que la veamos;
que el Dios santo de Israel cumpla pronto sus planes,
para que los conozcamos»!
20 ¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo,
y malo a lo bueno;
que convierten la luz en oscuridad,
y la oscuridad en luz;
que convierten lo amargo en dulce,
y lo dulce en amargo!

21 ¡Ay de ustedes, que se creen muy sabios
y se consideran inteligentes!
22 ¡Ay de ustedes, que son campeones bebiendo vino,
y nadie les gana en preparar licores!
23 ¡Ay de ustedes, que a cambio de dinero
declaran inocente al culpable
y desconocen los derechos del inocente!
24 Por eso, así como el fuego quema la paja
y las llamas devoran las hojas secas,
así también perecerán ustedes,
como plantas que se pudren de raíz
y cuyas flores se deshacen como el polvo.
Porque despreciaron las enseñanzas y las órdenes
del Señor todopoderoso, del Dios santo de Israel.
25 Por eso el Señor se enojó contra su pueblo
y levantó la mano para castigarlo.
Los montes se estremecieron,
los cadáveres quedaron como basura en la calle.
Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.

26 El Señor levanta una bandera;
a silbidos llama a una nación lejana.
La hace venir de lo más lejano de la tierra,
y viene en seguida; llega con gran rapidez.
27 No hay entre ellos gente débil o cansada;
no hay entre ellos nadie que no esté bien despierto,
nadie que no tenga el cinturón bien ajustado
ni que tenga rotas las correas de sus sandalias.
28 Sus flechas son muy agudas
y todos sus arcos están bien tensos.
Los cascos de sus caballos son duros como piedras,
las ruedas de sus carros parecen torbellinos,
29 su rugido es semejante al rugido de un león,
que gruñe, agarra la presa y se la lleva,
sin que nadie pueda quitársela.
30 Cuando llegue el día señalado,
esa nación bramará, como el mar, contra Israel;
si entonces alguien observa la tierra,
la verá envuelta en tinieblas,
y grandes nubarrones oscurecerán la luz.