SALMO 18 (17)
Un canto de victoria
(2~S 22.1-51)
1 (1) Del maestro de coro. De David, el servidor del Señor, que entonó este canto cuando el Señor lo libró de caer en manos de Saúl y de todos sus enemigos.
2a (2a) David dijo:
1 1 (2b) Tú, Señor, eres mi fuerza;
¡yo te amo!
2 2 (3) Tú eres mi protector,
mi lugar de refugio,
mi libertador,
mi Dios,
la roca que me protege,
mi escudo,
el poder que me salva,
mi más alto escondite.
3 3 (4) Tú, Señor, eres digno de alabanza:
cuando te llamo, me salvas de mis enemigos.

4 4 (5) La muerte me enredó en sus lazos;
sentí miedo ante el torrente destructor.
5 5 (6) La muerte me envolvió en sus lazos;
¡me encontré en trampas mortales!
6 6 (7) En mi angustia llamé al Señor,
pedí ayuda a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
¡mis gritos llegaron a sus oídos!

7 7 (8) Hubo entonces un fuerte temblor de tierra:
los montes se estremecieron hasta sus bases;
fueron sacudidos por la furia del Señor.
8 8 (9) De su nariz brotaba humo;
y de su boca, un fuego destructor;
¡por la boca lanzaba carbones encendidos!
9 9 (10) Descorrió la cortina del cielo, y descendió.
¡Debajo de sus pies había grandes nubarrones!
10 10 (11) Montó en un ser alado, y voló
deslizándose sobre las alas del viento.
11 11 (12) Tomó como escondite,
como tienda de campaña,
la densa oscuridad que lo rodeaba
y los nubarrones cargados de agua.
12 12 (13) Un fulgor relampagueante salió de su presencia;
brotaron de las nubes granizos y carbones encendidos.

13 13 (14) El Señor, el Altísimo,
hizo oír su voz de trueno desde el cielo;
granizos y carbones encendidos.
14 14 (15) Lanzó sus rayos como flechas,
y a mis enemigos hizo huir en desorden.
15 15 (16) El fondo del mar quedó al descubierto;
las bases del mundo quedaron a la vista
por la voz amenazante del Señor,
por el fuerte soplo que lanzó.

16 16 (17) Dios me tendió la mano desde lo alto,
y con su mano me sacó del mar inmenso.
17 17 (18) Me salvó de enemigos poderosos
que me odiaban y eran más fuertes que yo.
18 18 (19) Me atacaron cuando yo estaba en desgracia,
pero el Señor me dio su apoyo:
19 19 (20) me sacó a la libertad;
¡me salvó porque me amaba!
20 20 (21) El Señor me ha dado la recompensa
que merecía mi limpia conducta,
21 21 (22) pues yo he seguido el camino del Señor;
¡jamás he renegado de mi Dios!
22 22 (23) Yo tengo presentes todos sus decretos;
¡jamás he rechazado sus leyes!
23 23 (24) Me he conducido ante él sin tacha alguna;
me he alejado de la maldad.
24 24 (25) El Señor me ha recompensado
por mi limpia conducta en su presencia.

25 25 (26) Tú, Señor, eres fiel con quien es fiel,
irreprochable con el que es irreprochable,
26 26 (27) sincero con el que es sincero,
pero sagaz con el que es astuto.
27 27 (28) Tú salvas a los humildes,
pero humillas a los orgullosos.
28 28 (29) Tú, Señor, me das luz;
tú, Dios mío, alumbras mi oscuridad.
29 29 (30) Con tu ayuda atacaré al enemigo,
y sobre el muro de sus ciudades pasaré.

30 30 (31) El camino de Dios es perfecto;
la promesa del Señor es digna de confianza;
¡Dios protege a cuantos en él confían!
31 31 (32) ¿Quién es Dios, fuera del Señor?
¿Qué otro dios hay que pueda protegernos?
32 32 (33) Dios es quien me da fuerzas,
quien hace intachable mi conducta,
33 33 (34) quien me da pies ligeros, como de ciervo,
quien me hace estar firme en las alturas,
34 34 (35) quien me entrena para la batalla,
quien me da fuerzas para tensar arcos de bronce.

35 35 (36) Tú me proteges y me salvas,
me sostienes con tu mano derecha;
tu bondad me ha hecho prosperar.
36 36 (37) Has hecho fácil mi camino,
y mis pies no han resbalado.

37 37 (38) Perseguí a mis enemigos y los alcancé,
y sólo volví después de destruirlos.
38 38 (39) Los hice pedazos. Ya no se levantaron.
¡Cayeron debajo de mis pies!
39 39 (40) Tú me diste fuerza en la batalla;
hiciste que los rebeldes se inclinaran ante mí,
40 40 (41) y que delante de mí huyeran mis enemigos.
Así pude destruir a quienes me odiaban.
41 41 (42) Pedían ayuda, y nadie los ayudó;
llamaban al Señor, y no les contestó.
42 42 (43) ¡Los deshice como a polvo que se lleva el viento!
¡Los pisoteé como a barro de las calles!
43 43 (44) Me libraste de un pueblo rebelde,
me hiciste jefe de naciones
y me sirve gente que yo no conocía.
44 44 (45) En cuanto me oyen, me obedecen;
gente extranjera me halaga,
45 45 (46) gente extranjera se acobarda
y sale temblando de sus refugios.

46 46 (47) ¡Viva el Señor! ¡Bendito sea mi protector!
¡Sea enaltecido Dios mi salvador!
47 47 (48) Él es el Dios que me ha vengado
y que ha sometido a los pueblos ante mí.
48 48 (49) Él me salva de la furia de mis enemigos,
de los rebeldes que se alzaron contra mí.
¡Tú, Señor, me salvas de la gente violenta!
49 49 (50) Por eso te alabo entre las naciones
y canto himnos a tu nombre.
50 50 (51) Concedes grandes victorias al rey que has escogido;
siempre tratas con amor a David y a su descendencia.
Gracias Dios mío
SALMO 18 (17)
(1) Himno de David, fiel servidor de Dios.
David dedicó a Dios la letra de esta canción cuando Dios lo salvó de Saúl y de todos sus enemigos. (2a) En aquella ocasión, David dijo:
1 1 (2b) ¡Dios mío, yo te amo
porque tú me das fuerzas!

2 2 (3) Tú eres para mí
la roca que me da refugio;
¡tú me cuidas y me libras!
Me proteges como un escudo,
y me salvas con tu poder.
¡Tú eres mi más alto escondite!
3 3 (4) Tú mereces que te alabe porque,
cuando te llamo,
me libras de mis enemigos.

4 4 (5) Hubo una vez en que la muerte
quiso atraparme entre sus lazos,
fui arrastrado por una corriente
que todo lo destruía.
5 5 (6) Me vi atrapado por la muerte,
me vi al borde de la tumba.
6 6 (7) Lleno de angustia
llamé a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo,
¡mi oración llegó hasta sus oídos!

7 7 (8) Hubo un temblor de tierra,
y la tierra se estremeció.
También los cerros temblaron
desde sus cimientos;
¡temblaron por el enojo de Dios!
8 8 (9) Echaba humo por la nariz,
arrojaba fuego por la boca,
y lanzaba carbones encendidos.

9 9 (10) Dios partió el cielo en dos
y bajó sobre una espesa nube.
10 10 (11) Cruzó los cielos
sobre un querubín;
se fue volando
sobre las alas del viento.
11 11 (12) Se escondió en la oscuridad,
entre las nubes cargadas de agua
que lo cubrían por completo.
12 12 (13) ¡De su grandioso trono salían
nubes, granizos y carbones encendidos!

13 13 (14) De pronto, en el cielo
se oyó una voz de trueno:
¡era la voz del Dios altísimo
que se dejó escuchar
entre granizos y carbones encendidos!
14 14 (15) Arrojó sus relámpagos
como si disparara flechas;
¡dispersó a sus enemigos,
y los hizo salir corriendo!

15 15 (16) Dios mío,
tú reprendiste al mar,
y por causa de tu enojo
el fondo del mar quedó a la vista.
En tu enojo resoplaste,
y los cimientos de la tierra
quedaron al descubierto.
16 16 (17) Desde los altos cielos
me tendiste la mano
y me sacaste del mar profundo.
17 17 (18) Mis enemigos me odiaban;
eran más fuertes y poderosos que yo,
¡pero tú me libraste de ellos!
18 18 (19) Se enfrentaron a mí
en el peor momento,
pero tú me apoyaste.
19 19 (20) Me diste libertad,
¡me libraste porque me amas!

20 20 (21) Me diste mi recompensa
porque hago lo que quieres.
Me trataste con bondad
porque hago lo que es justo.
21 21 (22) Yo obedezco tus enseñanzas
y no me aparto de ti.
22 22 (23) Cumplo todas tus leyes,
y jamás me aparto de ellas.
23 23 (24) He sido honesto contigo
y no he hecho nada malo.
24 24 (25) Me diste mi recompensa
porque hago lo que quieres,
porque tú sabes
que yo hago lo que es justo.
25 25 (26) Tú eres fiel
con los que te son fieles,
y tratas bien
a quienes bien se comportan.
26 26 (27) Eres sincero
con los que son sinceros,
pero con los tramposos
demuestras ser más astuto.
27 27 (28) A la gente humilde
le concedes la victoria,
pero a los orgullosos
los haces salir derrotados.

28-30 28-30 (29-31) Dios mío,
tú alumbras mi vida,
tú iluminas mi oscuridad.
Con tu ayuda venceré al enemigo
y podré conquistar sus ciudades.
Tus enseñanzas son perfectas,
tu palabra no tiene defectos.
Tú proteges como un escudo
a los que buscan refugio en ti.
31 31 (32) Dios de Israel,
solo tú eres Dios,
¡solo tú puedes protegernos!
32 32 (33) ¡Solo tú me llenas de valor
y me guías por el buen camino!
33 33 (34) ¡Tú me das fuerzas para correr
con la velocidad de un venado!
Cuando ando por las altas montañas,
tú no me dejas caer.
34 34 (35) Tú me enseñas
a enfrentarme a mis enemigos;
tú me das valor para vencerlos.
35 35 (36) Tú me das tu protección;
me salvas con tu gran poder
y me concedes la victoria.
36 36 (37) Me despejas el camino
para que no tenga yo tropiezos.

37 37 (38) Perseguí a mis enemigos
y los alcancé,
y no volví hasta haberlos destruido.
38 38 (39) Los derroté por completo;
¡los aplasté bajo mis pies,
y no volvieron a levantarse!
39 39 (40) Tú me llenaste de valor
para entrar en combate;
tú hiciste que los rebeldes
cayeran derrotados a mis pies.
40 40 (41) Me hiciste vencer a mis enemigos,
y acabé con los que me odiaban.
41 41 (42) A gritos pedían ayuda,
pero nadie fue a salvarlos.
Hasta de ti pedían ayuda,
pero tampoco tú los salvaste.
42 42 (43) Los deshice por completo:
¡quedaron como el polvo
que se lleva el viento!
¡Me di gusto aplastándolos
como al lodo de la calle!

43-45 43-45 (44-46) Dios mío,
tú me libras de la gente
que anda buscando pelea;
me hiciste jefe de naciones,
y gente extraña que yo no conocía
ahora está dispuesta a servirme.
Tan pronto esos extranjeros me oyen,
se desaniman por completo
y temblando salen de sus escondites
dispuestos a obedecerme.

46 46 (47) ¡Bendito seas, mi Dios,
tú que vives y me proteges!
¡Alabado seas, mi Dios y Salvador!
47 47 (48) ¡Tú me permitiste
vengarme de mis enemigos!
¡Tú pusiste a los pueblos
bajo mi dominio!
48 48 (49) Tú me pusiste a salvo
de la furia de mis enemigos.
Me pusiste por encima
de mis adversarios,
y me libraste de gente violenta.
49 49 (50) Por eso, Dios mío,
yo te alabo y te canto himnos
en medio de las naciones.
50 50 (51) Tú siempre le das la victoria
al rey que pusiste sobre Israel.
Tú siempre les muestras tu amor
a David y a sus herederos.