Mensaje contra los gobernantes opresores
1 Escuchen ahora, gobernantes y jefes de Israel,
¿acaso no les corresponde a ustedes
saber aplicar el derecho?
2 En cambio, odian el bien y aman el mal;
despellejan al pueblo
y le dejan los huesos pelados.
3 Se comen vivo a mi pueblo;
le arrancan la piel y le rompen los huesos;
lo descuartizan como carne para la olla.
4 Un día ustedes clamarán al Señor,
pero él no les contestará.
En aquel tiempo se esconderá de ustedes
por todos los crímenes que han cometido.
Mensaje contra los profetas corruptos
5 Esto dice el Señor contra los profetas
que hacen que mi pueblo pierda el rumbo;
esos que desean paz a quienes les dan de comer,
pero que declaran la guerra
a quienes no les llenan la boca:
6 «Ustedes no volverán a tener
visiones proféticas en la noche;
sus predicciones se volverán oscuridad.»
Para esos profetas, el sol se esconderá
y el día será una noche oscura.
7 Esos que tienen visiones y hacen predicciones
quedarán avergonzados y en completo ridículo.
Todos ellos tendrán que cerrar la boca
porque Dios no les dará respuesta.
8 En cambio, a mí, el espíritu del Señor
me llena de fuerza, justicia y valentía
para denunciar a Israel por sus crímenes y transgresiones.
Ruina de Jerusalén
9 Escuchen bien, gobernantes y jefes de Israel,
ustedes que aborrecen la justicia
y pervierten del todo el derecho,
10 que sobre la base del crimen y la injusticia
construyen Jerusalén, la ciudad del monte Sión.
11 Los que gobiernan la ciudad se dejan sobornar,
sus sacerdotes cobran por enseñar,
y sus profetas hacen predicciones por dinero,
alegando que el Señor los apoya. Hasta dicen:
«El Señor está con nosotros;
nada malo puede pasarnos.»
12 Por lo tanto, por culpa de ustedes,
Jerusalén, la ciudad del monte Sión,
será arada como un campo
y convertida en un montón de ruinas;
¡el monte del templo quedará como un bosque silvestre!
Los malos gobernantes
1-3 »¡Escúchenme ustedes,
jefes y gobernantes de Israel!
¡Ustedes debieran hacer justicia,
pero hacen todo lo contrario!
Prefieren hacer lo malo,
en lugar de hacer lo bueno.
Maltratan mucho a mi pueblo;
se lo están comiendo vivo.
4 »Por eso, cuando me llamen,
yo no les responderé.
Es tan grande su maldad
que los abandonaré».
Los profetas mentirosos
5 A los profetas que engañan a mi pueblo, Dios les ha dicho:
«Ustedes solo hablan de paz
a quienes les dan de comer,
pero a quienes no los alimentan
les declaran la guerra.
6 Por eso no les voy a informar
lo que pienso hacer.
Nunca más les comunicaré mensajes
y ya no podrán anunciar el futuro.
7 Esos profetas y adivinos
quedarán en completo ridículo.
No tendrán nada que decir,
porque yo no les responderé».
8 Pero yo, Miqueas, estoy lleno del poder de Dios. Por eso puedo afirmar que nuestro Dios es un Dios justo. También puedo acusar a los israelitas de ser un pueblo pecador y desobediente.
La derrota de Jerusalén
9 Dios dijo:
«¡Escúchenme ustedes,
jefes y gobernantes de Israel!
Ustedes rechazan la justicia,
y no respetan ninguna ley.
10 En Jerusalén y en mi templo
los crímenes y la violencia
son cosa de todos los días.
11 Los sacerdotes, profetas y jueces
enseñan, predican o dictan sentencia
solo a cambio de dinero.
»Y para colmo se atreven a decir:
“No tenemos nada que temer.
¡Dios está con nosotros!”
12 »¡Por culpa de ustedes
mi templo será derribado!
¡Por culpa de ustedes
Jerusalén quedará en ruinas,
y el monte de Sión
se cubrirá de maleza!»