Regreso de los israelitas a su patria
1 El Señor afirma: «Cuando llegue el momento, yo seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellas serán mi pueblo.»
2 El Señor dice:
«En el desierto me mostré bondadoso
con el pueblo que escapó de la muerte.
Cuando Israel buscaba un lugar de descanso,
3 desde lejos yo me hice presente.
Israel, yo te he amado con amor eterno;
por eso te sigo tratando con misericordia.
4 Yo te reconstruiré, Israel,
y de nuevo vendrás con panderetas
a bailar alegremente.
5 Volverás a plantar viñedos
en las colinas de Samaria,
y los que planten viñas
gozarán de sus frutos.
6 Sí, viene el día en que los centinelas
gritarán en las colinas de Efraín:
“Vengan todos, que vamos a Sión,
a presentarnos ante el Señor nuestro Dios.”»
7 El Señor dice:
«Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob,
que es principal entre todas las naciones.
Hagan oír sus alabanzas y digan:
“El Señor salvó a su pueblo,
a lo que aún quedaba de Israel.”
8 Voy a hacerlos volver del país del norte,
y a reunirlos desde el último rincón del mundo.
Con ellos vendrán los ciegos y los cojos,
las embarazadas y las que ya dieron a luz;
¡volverá una enorme multitud!
9 Vendrán orando y llorando.
Yo los llevaré a corrientes de agua,
y por un buen camino, por donde no tropiecen.
Porque yo soy el padre de Israel,
y Efraín es mi hijo mayor.
10 »Naciones, escuchen la palabra del Señor
y anuncien esto en las costas lejanas:
“El Señor dispersó a Israel,
pero lo reunirá y lo cuidará
como cuida el pastor a sus ovejas.”
11 Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob,
lo libró de una nación más poderosa.
12 »Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión;
se deleitarán con el trigo, el vino y el aceite,
con las ovejas y las reses,
¡con todos los beneficios del Señor!
Serán como una huerta bien regada,
y no volverán a perder las fuerzas.
13 Las jovencitas bailarán alegremente,
lo mismo que los jóvenes y los viejos.
Yo les daré consuelo:
convertiré su llanto en alegría,
y les daré una felicidad mayor que su dolor.
14 Daré a los sacerdotes los mejores alimentos,
y mi pueblo disfrutará en abundancia de mis bienes.
Yo, el Señor, lo afirmo.»
15 El Señor dice:
«Se oye una voz en Ramá,
de alguien que llora amargamente.
Es Raquel, que llora por sus hijos,
y no quiere ser consolada
porque ya están muertos.»
16 Pero el Señor le dice:
«Raquel, no llores más;
ya no derrames tus lágrimas,
pues tus penas tendrán su recompensa:
tus hijos volverán del país enemigo.
Yo, el Señor, lo afirmo.
17 Hay esperanza en tu futuro:
tus hijos volverán a su patria.
Yo, el Señor, lo afirmo.
18 He oído al pueblo de Efraín quejarse amargamente:
“Yo era como un novillo sin domar,
pero tú me has domado;
hazme volver a ti,
pues tú, Señor, eres mi Dios.
19 Yo me aparté de ti,
pero estoy arrepentido;
he reconocido mi pecado
y me doy golpes en el muslo;
me siento avergonzado y humillado
por los pecados de mi juventud.”
20 »El pueblo de Efraín me es un hijo amado;
es el hijo que más quiero.
Aun cuando lo reprendo,
no dejo de acordarme de él;
mi corazón se conmueve
y siento por él gran compasión.
Yo, el Señor, lo afirmo.
21 »Israel, te recomiendo poner señales en el camino,
para que vuelvas a encontrarlo fácilmente;
fíjate bien en el camino por donde anduviste.
¡Vuelve, pueblo de Israel!
¡Vuelve a tus ciudades!
22 ¿Hasta cuándo andarás errante, de un lado a otro,
como una hija descarriada?
Yo, el Señor, he creado algo nuevo en este mundo:
ahora la mujer corteja al hombre.»
Prosperidad futura de Israel
23 El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: «Cuando yo restaure a la gente de Judá, y ellos estén de nuevo en su tierra y en sus ciudades, dirán otra vez: “¡Que el Señor bendiga este monte santo donde habita la justicia!” 24 La gente de Judá y de sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños vivirán ahí. 25 Pues daré de comer y de beber en abundancia a los que estén cansados y sin fuerzas.»
26 En esto, me desperté y abrí los ojos. Mi sueño me agradó.
27 El Señor afirma: «Viene el día en el que hombres y animales abundarán en Israel y en Judá. 28 Y así como estuve atento para arrancar, derribar, echar por tierra, destruir y causar daños, así también estaré vigilante para construir y plantar. Yo, el Señor, lo afirmo.
29 »Cuando llegue ese momento, no volverá a decirse: “Los padres comen uvas agrias y a los hijos se les destemplan los dientes.” 30 Porque se le destemplarán los dientes solo a quien coma uvas agrias. Cada cual morirá por su propio pecado.»
31 El Señor afirma: «Viene el día en que haré un nuevo pacto con Israel y con Judá. 32 Ese pacto no será como el que hice con sus antepasados, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto; pues ellos quebrantaron mi pacto, a pesar de que yo era su dueño. Yo, el Señor, lo afirmo. 33 El pacto que ese día haré con Israel, es el siguiente: Pondré mi ley en su corazón y lo escribiré en su mente. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. 34 Ya no será necesario que unos a otros, amigos y parientes, tengan que instruirse para que me conozcan, porque todos, desde el más grande hasta el más pequeño, me conocerán. Y yo les perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados. Yo, el Señor, lo afirmo.»
35 El Señor, que puso el sol para alumbrar de día
y la luna y las estrellas para alumbrar de noche,
que hace que el mar se agite y rujan sus olas,
que tiene por nombre el Señor todopoderoso, dice:
36 «Si un día llegaran a fallar
estas leyes que he establecido,
ese día Israel dejaría de ser mi pueblo.
Yo, el Señor, lo afirmo.
37 Si un día se llegara a medir el cielo
y a explorar la tierra hasta sus cimientos,
ese día yo rechazaría a Israel
por todo lo que ha hecho.
Yo, el Señor, lo afirmo.»
38 También el Señor afirma: «Viene el día en que mi ciudad será reconstruida, desde la torre de Jananel hasta la puerta Del Ángulo. 39 Los límites irán, en línea recta, desde allí hasta la colina de Gareb, y luego hacia Goa. 40 Todo el valle donde se entierra a los muertos y se tira la ceniza, y todos los campos que están encima del arroyo Cedrón, hasta el ángulo de la puerta De los Caballos, al oriente, me estarán consagrados, y todo esto no volverá jamás a ser derribado ni destruido.»
Israel volverá de Babilonia
1 El Dios de Israel declara:
«El día que vuelvan de Babilonia, yo seré el Dios de todos los israelitas, y ellos serán mi pueblo.
2 »Cuando andaban por el desierto,
yo les demostré mi gran amor.
A los que no murieron en la guerra,
los hice descansar.
3-4 Hace mucho, mucho tiempo
me aparecí ante ellos y les dije:
“Pueblo de Israel,
siempre te he amado,
siempre te he sido fiel.
Por eso nunca dejaré
de tratarte con bondad.
Volveré a reconstruirte,
y volverás a danzar alegremente,
a ritmo de panderetas.
5 En las colinas de Samaria
volverás a plantar viñedos,
y disfrutarás de las uvas.
6 Muy pronto los guardias gritarán
por las colinas de Efraín:
‘¡Vengan, vayamos a Jerusalén,
y adoremos a nuestro Dios!’”»
7 El Dios de Israel dice:
«¡Canten alegres, israelitas!
¡Ustedes son los más importantes
entre todas las naciones!
En sus alabanzas canten:
“¡Tú, Dios nuestro, nos salvaste!
¡Salvaste a los pocos israelitas
que aún quedábamos con vida!”
8 »Yo los haré volver de Babilonia;
los haré volver
de todos los rincones del mundo,
y los llevaré a su tierra.
Serán muchos los que vuelvan.
Volverán los ciegos y los cojos,
las que estén embarazadas,
y las que llevan bebés en brazos.
9 Vendrán arrepentidos,
con lágrimas en los ojos,
y yo los llevaré por un camino seguro.
Israel, yo soy tu padre,
y tú eres mi hijo mayor».
10 Dios les dice a las naciones:
«Escuchen mi mensaje.
Digan a las islas lejanas
que yo dispersé a Israel,
pero que volveré a reunirlo.
Ahora voy a cuidarlos,
como cuida el pastor a sus ovejas.
11 Rescataré a los israelitas;
los libraré del poder de ustedes,
pues son más fuertes que ellos.
12 Cuando ellos lleguen a Jerusalén
disfrutarán de mis bendiciones.
Yo les daré trigo, vino y aceite,
y también vacas y ovejas,
para que hagan fiesta.
Serán como un jardín bien regado,
y nunca más perderán su fuerza.
13 Yo les daré consuelo;
cambiaré su dolor en danza
y su tristeza en alegría.
Bailarán alegres jóvenes y viejos.
14 Los sacerdotes y mi pueblo
disfrutarán de mis bendiciones,
y tendrán más de lo que necesitan.
Les juro que así lo haré».
15 El Dios de Israel dice:
«Grandes llantos y lamentos
oyó la gente de Ramá.
Es Raquel, que llora
por la muerte de sus hijos,
y no quiere ser consolada».
16-17 Pero Dios le dice:
«Sécate las lágrimas, Raquel;
ya no sigas llorando
ni pierdas la esperanza.
Tus hijos volverán a su patria;
volverán de ese país enemigo,
y tu sufrimiento se verá recompensado.
Te juro que así será.
18 »Ya he escuchado a mi pueblo
llorar amargamente.
Los he oído reclamarme:
“Dios de Israel,
¡tú eres nuestro Dios!
Éramos como un toro salvaje,
pero tú pudiste domarnos
y ahora sabemos obedecer.
¡Acéptanos de nuevo!
19 ”Cuando jóvenes, te abandonamos;
pero ahora estamos arrepentidos.
¡Estamos tan avergonzados
que nosotros mismos nos herimos!”
20 »Pero yo les he dicho:
“Ustedes son mi pueblo preferido;
¡y los quiero más que a nadie!
Es verdad que los reprendo,
pero siempre pienso en ustedes.
¡Los amo de todo corazón!
¡Les tengo un gran cariño!
21 ”Amado pueblo de Israel,
¡regresa ya a tus ciudades!
¡Pon señales en el camino
para que puedas encontrarlo!
22 ¡Deja ya de andar perdido!
¡Deja ya de serme infiel!
Yo soy el Dios de Israel,
y he creado algo nuevo y sorprendente,
tanto que nadie podría imaginárselo”».
El sueño de Jeremías
23 En un sueño, el Dios todopoderoso me dijo:
«Cuando yo haga volver a los israelitas del país donde ahora son esclavos, los que viven en las ciudades de Judá volverán a decir:
“¡Dios te bendiga, Jerusalén!
¡Ciudad elegida por Dios!
¡Dios te bendiga, templo de Dios,
pues en ti habita la justicia!”
24 »Allí vivirán todos los que ahora viven en las ciudades de Judá, junto con los campesinos y los pastores de ovejas. 25 A los que tengan hambre les daré de comer, y a los que tengan sed les daré de beber».
26 Cuando me desperté y abrí los ojos, me di cuenta de que había tenido un sueño muy hermoso.
Responsabilidad personal
27 El Dios de Israel dice:
«Viene el día en que haré que Israel y Judá vuelvan a poblarse de gente y de animales. 28 Así como antes me dediqué a derribarlos, arrancarlos y destruirlos, ahora me dedicaré a plantarlos, reconstruirlos y ayudarlos a crecer. 29 Cuando llegue ese día, nadie volverá a decir: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”, 30 porque cada quien será responsable de sus propios actos. En otras palabras, cada uno de ustedes morirá por su propio pecado».
El nuevo pacto
31 El Dios de Israel dice:
«Viene el día en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá. 32-33 En el pasado, tomé de la mano a sus antepasados y los saqué de Egipto, y luego hice un pacto con ellos. Pero no lo cumplieron, a pesar de que yo era su Dios. Por eso, mi nuevo pacto con el pueblo de Israel será este:
»Haré que mis enseñanzas
las aprendan de memoria,
y que sean la guía de su vida.
Yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.
Les juro que así será.
34 »Ya no hará falta que unos sean maestros de otros, y que les enseñen a conocerme, porque todos me conocerán, desde el más joven hasta el más viejo. Yo les perdonaré todas sus maldades, y nunca más me acordaré de sus pecados. Les juro que así será».
El gran poder de Dios
35 El Dios todopoderoso dice:
«Yo hago que el sol alumbre de día,
y que la luna y las estrellas
alumbren de noche.
Yo hago que ruja el mar
y que se agiten las olas.
¡Yo soy el Dios de Israel!
36-37 »El día que estas leyes naturales
lleguen a faltar,
ese día el pueblo de Israel
dejará de ser mi nación preferida.
El día que alguien pueda
medir la altura del cielo
o explorar lo profundo de la tierra,
ese día yo rechazaré a mi pueblo
por todo el mal que ha hecho.
¡Pero eso nunca sucederá!
¡Les doy mi palabra!»
Jerusalén será reconstruida
38 El Dios de Israel dice:
«Viene el día en que Jerusalén, mi ciudad, será reconstruida desde la torre de Hananel hasta el portón de la Esquina, 39 y de allí hasta la colina de Gareb y el barrio de Goá. 40 Y serán dedicados a mí el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y también los campos que llegan hasta el arroyo de Cedrón y hasta la entrada de los Caballos, en la esquina del este. ¡Nunca más la ciudad de Jerusalén volverá a ser arrancada ni destruida!»