Israel ha sido infiel al Señor
1 El Señor dice:
«Si un hombre se divorcia de su mujer
y ella, al separarse de él,
se casa con otro hombre,
el primero no volverá a unirse con ella.
¡Eso sería una grave ofensa en el país!
Sin embargo, tú, Israel,
te has prostituido con muchos amantes,
¡y ahora quieres volver a mí!
Yo, el Señor, lo afirmo.

2 »Mira esos lugares altos al desnudo, fíjate bien:
¿dónde no te has dejado deshonrar?
Sentada como árabe del desierto,
a la orilla del camino esperabas a tus amantes.
Has manchado el país con tu prostitución y tu maldad.
3 Por eso han faltado las lluvias
en invierno y primavera.
Tienes el descaro de una prostituta.
¡Has perdido toda vergüenza!
4 Hace poco me decías:
“Padre mío, amigo de mi juventud,
5 ¿vas a estar siempre enojado?,
¿durará para siempre tu ira?”
Y mientras decías esto,
seguías haciendo todo el mal que podías.»
El Señor exhorta a Israel y a Judá al arrepentimiento
6 En tiempos del rey Josías, el Señor me dijo: «¿Has visto lo que hizo la rebelde Israel? Sobre toda loma alta y bajo todo árbol frondoso fue y se dedicó a la prostitución. 7 Yo pensé que, aun después de todo lo que ella había hecho, volvería a mí; pero no volvió. Su hermana, la infiel Judá, vio esto 8 y vio también que yo repudié a la rebelde Israel, y que me divorcié de ella precisamente por el adulterio que cometió. Pero Judá, la infiel hermana de Israel, no tuvo temor, sino que también fue y se dedicó a la prostitución. 9 ¡Y lo hizo con tanta facilidad que profanó todo el país! Me fue infiel, y adoró a las piedras y a los árboles. 10 Y después de todo esto, la infiel Judá tampoco se volvió a mí de todo corazón, sino que quiso engañarme. Yo, el Señor, lo afirmo.»
11 El Señor me dijo: «La maldad de Israel no es nada comparada con la infidelidad de Judá. 12 Ve y anuncia este mensaje de cara al norte:

»El Señor afirma:
¡Vuélvete a mí, Israel; ya no seas rebelde!
No te recibiré de mal modo
ni mantendré mi enojo para siempre,
porque yo, el Señor, soy bondadoso
y te doy mi palabra.
13 Solo tienes que reconocer tu maldad,
y que fuiste rebelde contra el Señor tu Dios;
que corriste a buscar amores extraños
debajo de todo árbol frondoso,
y que no obedeciste mis órdenes.
Yo, el Señor, lo afirmo.»

14 «Regresen, hijos rebeldes, pues yo soy su dueño, dice el Señor. Tomaré uno de cada ciudad y dos de cada clan, y los haré volver a Sión. 15 Les daré los gobernantes que a mí me agradan, y ellos los gobernarán a ustedes con sabiduría y entendimiento. 16 Y cuando el número de ustedes haya aumentado en el país y tengan ya muchos hijos, nadie volverá a hablar más del arca del pacto del Señor; nadie pensará en ella ni se acordará más de ella; ya no hará falta ni se hará una nueva. Yo, el Señor, doy mi palabra. 17 Jerusalén será llamada entonces el trono del Señor; todas las naciones se reunirán allí para honrarme, y no volverán a seguir tercamente las malas inclinaciones de su corazón.
18 »Cuando llegue ese día, Judá se unirá a Israel, y juntos regresarán del país del norte a la tierra que di como herencia a los antepasados de ustedes.
La idolatría de Israel
19 »Israel, yo decidí aceptarte como hijo
y darte una tierra envidiable,
el país más bello de todo el mundo.
Yo pensé que me llamarías padre
y que nunca te alejarías de mí.
20 Pero ustedes me fueron infieles
como cuando una mujer le es infiel a su marido.
Yo, el Señor, lo afirmo.

21 »Se oyen voces en las lomas desiertas:
¡son los israelitas, que lloran y piden compasión!
Se desviaron del camino recto
y se olvidaron de mí, el Señor su Dios.
22 Vuélvanse a mí, hijos rebeldes,
y yo los curaré de su rebeldía.»
Respuesta de los israelitas al Señor
«Aquí estamos, acudimos a ti,
porque tú eres el Señor nuestro Dios.
23 De nada nos sirve ir a las colinas
o gritar sobre los montes;
solo en el Señor nuestro Dios
encuentra Israel su salvación.
24 Por nuestra vergonzosa idolatría hemos perdido
todo lo que nuestros padres consiguieron
desde que éramos niños:
ovejas y ganado, hijos e hijas.
25 Humillémonos, pues, avergonzados
y cubiertos de deshonra,
pues desde nuestra niñez y hasta este día
nosotros y nuestros antepasados
hemos pecado contra el Señor nuestro Dios
pues no le hemos obedecido.»
1 Dios le dijo al pueblo de Judá:

«Supongamos que un hombre se divorcia, y que luego la que era su esposa se casa con otro hombre; ¿tú crees que el primer esposo volvería a casarse con esa mujer? ¡Claro que no! ¡Eso sería una vergüenza para el país! Entonces, ¿cómo es que tú pretendes volver conmigo? ¡Si tienes más dioses que los amantes que tiene una prostituta! Y esta es la pura verdad.

2 »Mira hacia las colinas desiertas,
y dime dónde no has adorado dioses extraños.
Te sientas junto a los caminos,
y te ofreces como prostituta
a todos los que pasan.
Con tu infidelidad
has llenado de maldad el país.
3 Por eso no llegan las lluvias,
ni caen aguaceros en la primavera.
No tienes vergüenza;
eres peor que una prostituta.
4 Hasta hace poco me decías
que me querías como a un esposo,
que yo era el novio de tu juventud.
5 También me pediste calmar mi enojo,
pero no hablabas en serio,
pues seguiste haciendo lo malo».
Israel es como una esposa infiel
6 Cuando Josías era rey, Dios me dijo:

«Jeremías, ¿te has fijado en lo que ha hecho mi pueblo Israel? Se ha comportado como una esposa infiel. En los cerros altos y bajo la sombra de cualquier árbol adora a dioses extraños. 7 Después de todo lo malo que había hecho, pensé que se arrepentiría y volvería conmigo; pero no lo hizo. Y el pueblo de Judá se ha comportado igual. 8 Aunque supo que yo rechacé a Israel, me fue infiel y me puso en vergüenza al adorar a otros dioses.
9 »A Israel no le importó traicionarme; al contrario, contaminó el país y me ofendió al adorar ídolos hechos de piedra y de madera. 10 Para colmo de males, Judá quiso engañarme diciendo que se había arrepentido. Pero no era verdad. Yo les juro que así fue».

11 Dios también me dijo:

«Jeremías, aunque Israel me fue infiel, al fin de cuentas resultó ser mejor que Judá. 12-13 Así que dirígete al norte y anuncia este mensaje:

“Israel, pueblo infiel, ¡vuélvete a mí!
Me olvidaré por completo de mi enojo,
y te recibiré con los brazos abiertos,
porque soy un Dios bondadoso.
Tan solo te pido que reconozcas tu culpa,
que admitas que te rebelaste contra mí,
que no has querido obedecerme,
y que bajo la sombra de cualquier árbol
has adorado a otros dioses.
Te juro que así es”.
Israel es como un hijo rebelde
14 »¡Vuelvan a mí, israelitas rebeldes! ¡Ustedes son mis hijos! De cada ciudad tomaré a uno de ustedes, y de cada familia tomaré a dos, y los traeré a Jerusalén. 15 Yo les daré gobernantes que actúen como a mí me gusta, para que los guíen con sabiduría y con inteligencia.
16 »En el futuro, cuando ustedes hayan poblado el país, no se hablará más del cofre del pacto, ni nadie volverá a acordarse de él. Tampoco volverá a fabricarse uno nuevo, porque ya no será necesario. Les juro que así será.
17 »Cuando llegue ese día, la ciudad de Jerusalén será conocida como “el trono de Dios”. Todas las naciones vendrán a Jerusalén para adorarme, y ya no se dejarán llevar por los malos deseos de su necio corazón. 18 Entonces los reinos de Israel y de Judá volverán a unirse, y desde el norte volverán a la tierra que les di como herencia a los antepasados de ustedes.

19 »Pueblo de Israel,
yo quise tratarte como a un hijo.
Pensé en regalarte la mejor tierra,
¡el país más hermoso del mundo!
Creí que me llamarías “Padre”,
y que siempre estarías a mi lado.
20 Pero me fuiste infiel,
pues adoraste a otros dioses.
Te juro que así fue.

21 »Puede oírse por las montañas desiertas,
el llanto angustiado de los israelitas.
Eligieron el camino equivocado,
y a mí, que soy su Dios, me abandonaron.

22 »¡Vuelvan conmigo, hijos rebeldes!
¡Yo los convertiré en hijos obedientes!»

Los israelitas respondieron:

«Dios nuestro, aquí nos tienes.
A ti volvemos, porque eres nuestro Dios.
23 De nada nos sirve ir a las colinas,
ni lanzar nuestros gritos en las montañas.
Solamente en ti, Dios nuestro,
hallaremos nuestra salvación.
24 Desde que éramos jóvenes,
nuestra vergonzosa idolatría
echó a perder a nuestros hijos e hijas,
y perdimos nuestras ovejas y ganados,
y todo lo que consiguieron
nuestros antepasados.
25 Nosotros y nuestros antepasados
hemos pecado contra ti.
Desde que éramos jóvenes,
y hasta el día de hoy,
jamás te hemos obedecido.
Por eso, debemos avergonzarnos
y humillarnos por completo».