El ángel del Señor en Boquín
1 El ángel del Señor fue de Gilgal a Boquín, y les dijo a los israelitas: «Yo los saqué a ustedes de Egipto, y los he traído a esta tierra que les prometí a sus antepasados cuando les dije: “Nunca romperé mi alianza con ustedes, 2 con tal de que ustedes no hagan ningún pacto con los habitantes de esa tierra, sino que destruyan sus altares.” Pero ustedes no me obedecieron, ¡y miren lo que han hecho! 3 Por eso ahora les digo: No voy a echar a esos pueblos de la tierra que les di, y ellos y sus dioses serán una trampa para ustedes.»
4 Cuando el ángel del Señor terminó de hablar, todos los israelitas se echaron a llorar a voz en cuello. 5 Por eso a aquel lugar lo llamaron Boquín, y allí ofrecieron sacrificios al Señor.
Muerte de Josué
(Jos 24.29-31)6 Cuando Josué se despidió de los israelitas, cada uno se fue a tomar posesión de la tierra que le había tocado. 7 Josué y los consejeros habían sido testigos de todos los grandes hechos del Señor en favor de Israel; y mientras ellos vivieron, el pueblo sirvió fielmente al Señor. 8 Josué murió a la edad de ciento diez años, 9 y lo enterraron en su propio terreno de Timnat Seraj, que está al norte del monte de Gaas, en los montes de Efraín. 10 Murieron también todos los israelitas de la época de Josué. Y así, los que nacieron después no sabían nada del Señor ni de lo que había hecho en favor de Israel.
Los israelitas abandonan al Señor
11 La conducta de los israelitas fue desagradable para el Señor, pues empezaron a adorar a las diferentes representaciones de Baal. 12 Le dieron la espalda al Dios de sus antepasados, que los había liberado de Egipto. Decidieron, en cambio, servir a los dioses de la gente que vivía alrededor, con lo que provocaron el enojo del Señor. 13 Abandonaron al Señor por adorar a Baal y a las diferentes representaciones de Astarté; 14 por eso el Señor se enojó contra Israel e hizo que los ladrones los despojaran de lo que tenían, y que sus enemigos de los alrededores los derrotaran, sin que ellos pudieran protegerse. 15 Cada vez que ellos entraban en batalla, el Señor se ponía en su contra y les iba mal, tal como se lo había anunciado.
Sin embargo, aunque el Señor puso a los israelitas en aprietos, 16 también hizo surgir caudillos que los libraran de quienes los despojaban. 17 Pero los israelitas no hicieron caso a estos caudillos, sino que fueron infieles al Señor y adoraron a otros dioses. Sus antepasados habían obedecido los mandamientos del Señor, pero ellos no siguieron su ejemplo. 18 Cada vez que el Señor hacía surgir un caudillo, también lo ayudaba, y durante la vida del caudillo libraba a los israelitas del poder de sus enemigos, pues sentía compasión de ellos al oírlos gemir por causa de la opresión que sufrían. 19 Pero cuando el caudillo moría, ellos volvían a corromperse, y llegaban a ser peores que sus padres, sirviendo y adorando a otros dioses. No abandonaban sus malas prácticas, ni su terca conducta. 20 Por eso el Señor se enfureció contra Israel, y dijo: «Esta gente no cumple con la alianza que yo hice con sus antepasados, ni quiere obedecerme. 21 Por lo tanto, no volveré a expulsar a ninguno de los pueblos que Josué no desalojó antes de morir.» 22 Con esto el Señor quería ver si los israelitas seguirían o no el camino que les había marcado, como antes lo habían seguido sus antepasados. 23 Por esa razón, el Señor no expulsó en seguida a las naciones que no había entregado en manos de Josué, sino que les permitió quedarse.
El ángel de Dios en Boquim
1 El ángel de Dios salió de Guilgal y fue a Boquim para darles a los israelitas el siguiente mensaje de parte de Dios:
«Yo los saqué a ustedes de Egipto y los traje al territorio que les había prometido a sus antepasados. A ellos les dije: “Yo les cumpliré mi promesa, 2 pero ustedes no deben hacer ningún trato con la gente que vive allí. Al contrario, deben destruir sus altares”.
»Pero, ¿qué hicieron ustedes? Simplemente me desobedecieron. 3 Por eso, ahora que ustedes avancen, no voy a echar a esa gente. Tanto ellos como sus dioses serán una trampa para ustedes».
4 Cuando el ángel de Dios terminó de hablar, los israelitas comenzaron a llorar y a gritar. 5 Por eso llamaron Boquim a ese lugar, y allí ofrecieron sacrificios a Dios.
Muerte de Josué
6 Josué despidió a los israelitas, y estos fueron a establecerse en el territorio que a cada uno le había tocado. 7 Mientras vivieron Josué y los líderes del país, los israelitas obedecieron al único Dios verdadero. Esos líderes habían visto las maravillas que Dios había hecho en favor de los israelitas.
8 Josué murió a los ciento diez años de edad. 9 Lo enterraron en su propio territorio de Timnat-sérah, que está en las montañas de la tribu de Efraín, al norte del monte Gaas. 10 Murieron también todos los israelitas de su época; por eso los que nacieron después no sabían nada acerca del Dios verdadero ni de lo que él había hecho en favor de los israelitas.
Los israelitas dejan de adorar a Dios
11-13 Los israelitas dejaron de adorar al Dios de sus antepasados, que los había sacado de Egipto, y empezaron a adorar a los dioses de la gente que vivía a su alrededor; adoraron las estatuas de dioses falsos como Baal y Astarté. Este pecado de los israelitas hizo enojar a Dios. 14 Tan enojado estaba con ellos que dejó que los atacaran y les robaran lo que tenían. También permitió que los derrotaran sus enemigos, sin que ellos pudieran hacer nada para impedirlo. 15 Cuando iban a pelear, Dios se ponía en contra de ellos, y todo les salía mal, tal como él lo había advertido.
Los israelitas estaban en grandes aprietos, 16 así que Dios les puso jefes para librarlos de quienes les robaban. 17 Sin embargo, ellos no prestaron atención a esos jefes, ni fueron obedientes a Dios, sino que adoraron a otros dioses. Sus antepasados habían cumplido los mandamientos del Dios verdadero, pero ellos no los cumplieron.
18 Dios ayudaba a los jefes que él ponía. Mientras ese jefe vivía, Dios salvaba a los israelitas de sus enemigos, porque se compadecía de ellos al oírlos quejarse de sus sufrimientos. 19 Pero al morir el jefe, los israelitas volvían a pecar. Su comportamiento era peor que el de sus padres, pues servían y adoraban a otros dioses, y tercamente se negaban a cambiar de actitud. 20 Por eso Dios se enfureció contra ellos, y dijo:
«Este pueblo no ha cumplido con el trato que hice con sus antepasados. Me han desobedecido, 21 así que ya no voy a echar a ninguno de los pueblos que todavía quedan en el territorio desde que Josué murió. 22 Usaré a esos pueblos para ver si los israelitas en verdad quieren obedecerme, como lo hicieron sus antepasados».
23 Por eso Dios no expulsó enseguida a los pueblos que Josué no había podido derrotar, sino que les permitió quedarse.