Israel, una vid inútil
1 El Señor se dirigió a mí, y me dijo:
2 «¿En qué es mejor el tronco de la vid
que la madera de los árboles?
3 Su tronco no sirve para nada,
¡ni siquiera para hacer una percha!
4 No sirve más que para leña.
Y cuando el fuego ha quemado las puntas
y el centro está hecho carbón,
¿para qué puede servir?
5 Si cuando estaba entero
no servía para nada,
¡menos ahora que está quemado
podrá servir para algo!

6 »Por eso yo, el Señor, digo:
Así como al tronco de la vid
se lo echa al fuego para que arda,
así también echaré en el fuego
a los habitantes de Jerusalén.
7 Yo me declararé enemigo de ellos.
Escaparán de un fuego,
pero otro fuego los devorará.
Y cuando yo me declare su enemigo,
ustedes reconocerán que yo soy el Señor.
8 Convertiré su país en un desierto,
por haberme sido infieles.
Yo, el Señor, lo afirmo.»
Jerusalén no vale nada
1 Dios también me dijo:

2 «Hombre mortal,
si fueras a sacar madera,
no la sacarías de una vid.
3 Su tronco no sirve
para hacer muebles,
ni para colgar nada.
4 Solo sirve como leña;
en cuanto se queman sus puntas,
y el centro se hace carbón,
¡ya no sirve para nada!
5 Y si no es buena como leña,
¡mucho menos como carbón!

6 »Por eso yo les digo:
Los habitantes de Jerusalén
son como esa leña;
¡sirven solo para avivar el fuego!
7 Yo pelearé contra ellos,
y aunque se escapen de un fuego,
otro fuego los consumirá.
Cuando yo me enfrente a ellos,
reconocerán que yo soy su Dios.
8 Puesto que fueron infieles,
yo convertiré su país en desierto.
Yo soy el Dios de Israel,
y cumpliré mi palabra».