1 Dirigí luego mi atención a todo acto de opresión que se comete bajo el sol. Y vi que los oprimidos lloran, pero no hay quien los consuele; sus opresores los tratan con violencia, pero no hay quien los consuele. 2 Por eso consideré más felices a quienes ya han muerto que a quienes aún viven; 3 aunque en mejores condiciones que estos dos están quienes aún no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que se comete bajo el sol.
4 Vi también que el mucho afán y el éxito provocan la envidia de unos contra otros, y esto también es vana ilusión y querer atrapar el viento.
5 La gente dice: «El necio se cruza de brazos y se destruye a sí mismo.» 6 Pero yo digo: «Más vale un puñado de descanso que dos de fatiga por querer atrapar el viento.»
7 Dirigí mi atención hacia otro lado, y vi otra vana ilusión que existe bajo el sol: 8 vi a un hombre solo, sin amigos ni hijos ni hermanos, que jamás se toma un momento de descanso y que nunca se cansa de contemplar sus riquezas, ni se pregunta: «¿Y para quién trabajo tanto? ¿Por qué me niego el disfrutar de los placeres de esta vida?» Pues también esto es vana ilusión y una pesada carga.
La unión hace la fuerza
9 Más valen dos que uno, pues mayor provecho sacan de su trabajo. 10 Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante! 11 Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? 12 Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.
La sabiduría no está en la edad
13 Más vale el joven pobre pero sabio que el rey viejo pero necio, porque este ya no admite consejos. 14 Pues aunque el joven sabio haya nacido pobre en el reino del rey necio y salga de la cárcel para asumir el trono, 15 he visto a toda la gente que vive bajo el sol, seguir al joven que sucederá al rey necio. 16 Y aunque es incontable el pueblo sobre el cual reinará, ni a ellos ni a sus descendientes los dejará contentos. Y también esto es vana ilusión y querer atrapar el viento.
1 Miré hacia otro lado, y esto fue lo que vi en este mundo: hay mucha gente maltratada, y quienes la maltratan son los que tienen el poder. La gente llora, pero nadie la consuela. 2 Entonces dije: «¡Qué felices son los que han muerto, y que lástima dan los que aún viven!» 3 Aunque, en realidad, son más felices los que no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que hay en este mundo.
4 También vi que todos trabajan y buscan progresar solo para tener más que los otros. Pero tampoco esto tiene sentido, porque es como querer atrapar el viento. 5 Es verdad que, «el tonto no quiere trabajar y por eso acaba muriéndose de hambre»; 6 pero «más vale una hora de descanso que dos horas de trabajo», pues el mucho trabajo no sirve de nada.
La unión hace la fuerza
7 Miré hacia otro lado, y vi que en esta vida hay algo más que no tiene sentido. 8 Me refiero al hombre solitario, que no tiene hijos ni hermanos: todo el tiempo se lo pasa trabajando, y nunca está satisfecho; siempre quiere tener más. Ese hombre jamás se pone a pensar si vale la pena tanto trabajar y nunca gozar de la vida. ¡No tiene sentido esforzarse tanto!
9 La verdad, «más valen dos que uno», porque sacan más provecho de lo que hacen. 10 Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse! 11 Y también, si dos se acuestan juntos, entran en calor; pero uno solo se muere de frío. 12 Una sola persona puede ser vencida, pero dos ya pueden defenderse; y si tres unen sus fuerzas, ya no es fácil derrotarlas.
Juventud y sabiduría
13 Si tengo que elegir, prefiero al joven pobre pero sabio, que al rey viejo pero tonto que no deja que nadie lo aconseje. 14-16 Porque ese rey viejo muere y viene otro más joven, y aunque el nuevo rey haya nacido en la pobreza, o haya estado en la cárcel, la gente lo apoya al principio. Sin embargo, con el tiempo habrá muchos que tampoco estarán contentos con él. Y esto no tiene sentido; ¡es como querer atrapar el viento!