1 1 (8.23) ¡Cómo quisiera que mis ojos fueran como un manantial,
como un torrente de lágrimas,
para llorar día y noche
por los muertos de mi pueblo!
2 2 (1) ¡Cuánto quisiera tener en el desierto
un lugar donde vivir,
para irme lejos de mi pueblo!
Porque todos han sido infieles;
todos son una partida de traidores.
3 3 (2) Siempre están listos a decir falsedades
como si dispararan flechas con un arco.
En el país reina la mentira, no la verdad;
han ido de mal en peor,
y el Señor mismo afirma:
«No han querido reconocerme.»
4 4 (3) Hay que desconfiar hasta del amigo;
ni siquiera en el hermano se puede confiar,
pues los hermanos se engañan entre sí
y los amigos se calumnian unos a otros.
5 5 (4) Cada uno se burla del otro,
y no hay quien diga la verdad.
Se han acostumbrado a mentir;
son perversos, incapaces de cambiar.
6 6 (5) El Señor afirma:
«¡Atropello tras atropello,
falsedad tras falsedad!
Mi pueblo no quiere reconocerme.
7 7 (6) Por eso yo, el Señor todopoderoso, digo:
¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?
Nada más que meterlo al fuego para refinarlo.
8 8 (7) Sus lenguas son flechas mortales;
siempre andan diciendo falsedades.
Saludan cordialmente a sus amigos,
pero en realidad les están tendiendo trampas.
9 9 (8) ¿Y no habré de castigarlos por esto?
¿No debo darle su merecido a un pueblo así?
Yo, el Señor, lo afirmo.
10 10 (9) »Lloren y giman por las montañas,
entonen un lamento por las praderas,
que están quemadas. Ya nadie pasa por ellas;
ya no se oyen los mugidos del ganado,
y hasta las aves y las fieras han huido.
11 11 (10) »Voy a convertir a Jerusalén en un montón de piedras,
en guarida de chacales;
convertiré en desierto las ciudades de Judá,
y van a quedar sin habitantes.»
12 12 (11) ¿Quién es lo bastante sabio para comprender esto? ¿A quién dio el Señor a conocer estas cosas, para que pueda explicárselas a otros? ¿Por qué está el país en ruinas, seco como un desierto por el que nadie pasa?
13 13 (12) El Señor responde: «Todo esto sucedió porque los israelitas abandonaron las instrucciones que yo les di; no las pusieron en práctica ni me obedecieron. 14 14 (13) Siguieron tercamente las inclinaciones de su corazón y dieron culto a dioses falsos, como sus padres les enseñaron. 15 15 (14) Por eso yo, el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, digo: Voy a darles de comer algo muy amargo; voy a darles de beber agua envenenada. 16 16 (15) Los voy a dispersar entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; haré que espada en mano sus enemigos los persigan, hasta que no quede uno solo.»
Lamentaciones en Jerusalén
17 17 (16) El Señor todopoderoso dice:
«¡Hey, ustedes! Manden llamar a las mujeres
que han hecho del llorar su profesión.»
18 18 (17) ¡Sí, que vengan pronto
y que hagan lamentaciones por nosotros;
que se nos llenen de lágrimas los ojos
y se inunden de llanto nuestros párpados!
19 19 (18) Desde Sión nos llegan lamentos dolorosos:
¡Ay, cómo hemos quedado en ruinas!,
¡qué deshonra hemos sufrido!
Tenemos que abandonar nuestra patria,
nuestros hogares están en ruinas.
20 20 (19) Mujeres, escuchen la palabra del Señor,
pongan atención a su mensaje.
Enseñen a sus hijas a llorar,
y a sus amigas, a lamentarse de esta manera:
21 21 (20) «La muerte entró en nuestros hogares,
llegó a nuestros palacios;
mató a los niños en las calles
y a los jóvenes en las plazas.
22 22 (21) Tendidos, como estiércol en el campo,
quedaron los cadáveres de los hombres;
quedaron como espigas que deja caer el segador,
¡como espigas que nadie recoge!»
El Señor lo afirma.
23 23 (22) El Señor dice:
«Que no se enorgullezca el sabio de ser sabio,
ni el poderoso de tener mucho poder,
ni el rico de poseer tantas riquezas.
24 24 (23) Si alguien se quiere enorgullecer,
que se sienta orgulloso de conocerme,
de saber que yo soy el Señor,
que actúo en la tierra con fidelidad, justicia y rectitud,
pues eso es lo que a mí me agrada.
Yo, el Señor, lo afirmo.»
25 25 (24) El Señor afirma: «Viene el día en que castigaré a todos los pueblos que físicamente se circuncidan, 26 26 (25) y a Egipto, Judá, Edom, Amón y Moab, y a todos los que viven en el desierto y se afeitan las sienes. Porque todos esos pueblos, y aun todo el pueblo de Israel, son realmente paganos de corazón.»
1 ¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! 2 ¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores. 3 Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Jehová.
4 Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando. 5 Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar perversamente. 6 Su morada está en medio del engaño; por muy engañadores no quisieron conocerme, dice Jehová.
7 Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los refinaré y los probaré; porque ¿qué más he de hacer por la hija de mi pueblo? 8 Saeta afilada es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca dice paz a su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas. 9 ¿No los he de castigar por estas cosas? dice Jehová. De tal nación, ¿no se vengará mi alma?
10 Por los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto por los pastizales del desierto; porque fueron desolados hasta no quedar quien pase, ni oírse bramido de ganado; desde las aves del cielo hasta las bestias de la tierra huyeron, y se fueron. 11 Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador.
Amenaza de ruina y exilio
12 ¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿y a quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, hasta no haber quien pase? 13 Dijo Jehová: Porque dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella; 14 antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de los baales, según les enseñaron sus padres. 15 Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber aguas de hiel. 16 Y los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que los acabe.
17 Así dice Jehová de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan; buscad a las hábiles en su oficio; 18 y dense prisa, y levanten llanto por nosotros, y desháganse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas. 19 Porque de Sion fue oída voz de endecha: ¡Cómo hemos sido destruidos! En gran manera hemos sido avergonzados, porque abandonamos la tierra, porque han destruido nuestras moradas.
20 Oíd, pues, oh mujeres, palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca: Enseñad endechas a vuestras hijas, y lamentación cada una a su amiga. 21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, para exterminar a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas. 22 Habla: Así ha dicho Jehová: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la faz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja.
El conocimiento de Dios es la gloria del hombre
23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.
25 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado, y a todo incircunciso; 26 a Egipto y a Judá, a Edom y a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los arrinconados en el postrer rincón, los que moran en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.