1a 1a (8.23a) ¡Ningún oprimido podrá escapar!
Nacimiento y reinado del Príncipe de la paz
1b 1b (8.23b) Al principio Dios humilló a Galilea, tierra de Zabulón y de Neftalí, región vecina a los pueblos paganos, que se extiende desde el otro lado del Jordán hasta la orilla del mar; pero después le concedió mucho honor.
2 2 (1) El pueblo que andaba en la oscuridad
vio una gran luz;
una luz brilló para los que vivían en tinieblas.
3 3 (2) Señor, has traído una gran alegría;
muy grande es el gozo que has causado.
Ante ti, todos se alegran, como en tiempo de cosecha,
como se alegran quienes se reparten grandes riquezas.
4 4 (3) Tú has liberado a tu pueblo
de la esclavitud que lo oprimía,
de la opresión que lo afligía,
de la tiranía a que estaba sometido.
Fue como cuando destruiste Madián.
5 5 (4) Las botas que hacían resonar los soldados
y los vestidos manchados de sangre
han sido quemados, destruidos por el fuego.
6 6 (5) Porque nos ha nacido un niño,
Dios nos ha dado un hijo,
y a él se ha dado el poder de gobernar.
Y se le han dado estos nombres:
Consejero admirable, Dios invencible,
Padre eterno, Príncipe de paz.
7 7 (6) Se sentará en el trono de David,
y extenderá su poder real a todas partes,
y la paz no se acabará;
su reinado quedará bien establecido,
y sus bases serán la justicia y el derecho
desde ahora y para siempre.
Esto lo hará el ardiente amor del Señor todopoderoso.
Ira del Señor contra el reino de Israel
8 8 (7) El Señor ha enviado un mensaje a Israel,
al pueblo de Jacob;
9 9 (8) todo el pueblo de Efraín, que vive en Samaria,
lo ha entendido.
Con orgullo y altanería se atreven a decir:
10 10 (9) «Si se han derrumbado los ladrillos,
ahora vamos a construir con piedra.
Si han cortado las vigas de sicómoro,
ahora vamos a cambiarlas por vigas de cedro.»
11 11 (10) El Señor ha hecho venir terribles enemigos;
él mismo les ha dado la orden de atacar.
12 12 (11) Por el oriente llegan los sirios,
por el occidente, los filisteos;
¡de un bocado se han tragado a Israel!
Y, sin embargo, la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.
13 13 (12) Pero el pueblo no se volvió a Dios, aunque lo castigaba;
el pueblo no buscó al Señor todopoderoso.
14 14 (13) El Señor trató entonces al reino de Israel
como quien le corta a un animal la cola y la cabeza,
como quien derriba palmeras y juncos por igual.
¡Todo esto lo hizo en un solo día!
15 15 (14) (La cabeza representa a los ancianos y los jefes;
la cola, a los profetas que enseñan mentiras.)
16 16 (15) Los jefes han extraviado a este pueblo,
y los que buscaban un guía se perdieron.
17 17 (16) Por eso el Señor no tuvo compasión de los jóvenes,
ni misericordia de los huérfanos y las viudas.
Porque el pueblo entero es impío y perverso
y todos dicen disparates.
Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.
18 18 (17) La maldad hace estragos
como un incendio que devora espinos y maleza,
y quema luego los árboles del bosque
y los lanza por los aires entre torbellinos de humo.
19-20 19-20 (18-19) Por la ira del Señor todopoderoso
el país arde en llamas,
el fuego consume a la gente,
que se come la carne de sus propios hijos
y no tiene compasión de sus hermanos.
Aquí, uno devora lo que encuentra, y se queda con hambre;
allá, otro come, pero no queda satisfecho.
21 21 (20) Manasés destruye a Efraín, Efraín a Manasés,
y ambos se lanzan contra Judá.
Y sin embargo, la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.
Nacimiento y reinado del Mesías
1 Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. 2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. 3 Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. 4 Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. 5 Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego. 6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
La ira de Jehová contra Israel
8 El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel. 9 Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen: 10 Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los cabrahígos, pero en su lugar pondremos cedros. 11 Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos; 12 del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos. 14 Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día. 15 El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola. 16 Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden. 17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo. 19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. 20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo; 21 Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.