SALMO 28 (27)
El Señor escucha nuestros ruegos
1a (1a) De David.
1 1 (1b) Señor, mi protector,
a ti clamo.
¡No te niegues a responderme!
Si te niegas a responderme,
ya puedo contarme entre los muertos.
2 Oye los gritos con que te pido ayuda
cuando extiendo mis manos hacia tu santo templo.

3 No me arrastres junto con los malvados,
no me hagas correr la suerte de los malhechores,
que por fuera se muestran amistosos
pero por dentro son todo maldad.
4 Dales su merecido,
conforme a sus malas acciones;
págales con la misma moneda,
conforme al mal que han cometido.
5 Ya que no tienen presentes
tus grandes obras, Señor,
¡destrúyelos, que no vuelvan a levantarse!

6 ¡Bendito sea el Señor, que ha escuchado mis ruegos!
7 El Señor es mi poderoso protector;
en él confío plenamente, y él me ayuda.
Mi corazón está alegre;
cantaré y daré gracias al Señor.

8 El Señor es la fuerza de su pueblo;
es ayuda y refugio de su rey escogido.
9 Salva a tu pueblo, Señor;
bendice a los tuyos.
Cuídalos como un pastor;
¡llévalos en tus brazos para siempre!
Plegaria y alabanza
Salmo de David.
1 Señor, tú eres mi roca.
A ti clamo. ¡No te apartes de mí!
De lo contrario, seré como los que bajan al sepulcro.
2 Escucha mi clamor, que pide tu ayuda,
cuando levanto mis manos hacia tu santo templo.
3 No me lleves junto con los malvados,
ni con los que hacen el mal;
con los que hablan de paz con sus amigos
pero por dentro están llenos de maldad.
4 Págales conforme a sus malas acciones;
por tanta maldad que cometen, dales su merecido.
5 Hazlos caer, Señor, y no vuelvas a levantarlos,
pues no han entendido tus acciones
ni han prestado atención a tus obras.

6 Bendito seas, Señor,
pues escuchas la voz de mis ruegos.
7 Tú, Señor, eres mi escudo y mi fuerza;
en ti confía mi corazón, pues recibo tu ayuda.
Por eso mi corazón se alegra
y te alaba con sus cánticos.
8 Tú, Señor, infundes fuerzas a tu pueblo;
tu ungido halla en ti un refugio salvador.
9 ¡Salva a tu pueblo, bendice a tu herencia!
¡Guíalos y cuida de ellos ahora y siempre!