Jesús enseña sobre la ayuda a los necesitados
1 »Quien hace buenas obras delante de la gente solo para que lo vean no recibirá ninguna recompensa de parte del Padre que está en el cielo.
2 »Por eso, cuando tú ayudes a los necesitados, no lo publiques a los cuatro vientos, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente los alabe. Les aseguro que no recibirán más recompensa que esa. 3 Pero tú, cuando ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo; 4 hazlo en secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te recompensará.
Jesús enseña a orar
(Lc 11.2-4)
5 »Cuando oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que no recibirán más recompensa que esa. 6 Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te recompensará.
7 »Y al orar, déjense de palabrerías, como hacen los paganos; ellos creen que cuanto más hablan más caso les hace Dios. 8 No los imiten, porque su Padre, antes de que ustedes le pidan, ya sabe lo que necesitan, 9 Ustedes oren así:

»“Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino.
Que tu voluntad se haga en la tierra,
así como se hace en el cielo.
11 Danos hoy el pan que necesitamos.
12 Perdónanos el mal que hacemos,
así como nosotros perdonamos
a quienes nos hacen mal.
13 Y no nos expongas a la tentación,
sino líbranos del mal.”

14 »Si ustedes perdonan a otros el mal que les hacen, también su Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes; 15 pero si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus pecados.
Jesús enseña sobre el ayuno
16 »Y cuando ayunen, no pongan cara larga, como los hipócritas, que aparentan tristeza para que la gente vea que están ayunando. Les aseguro que no recibirán más recompensa que esa. 17 Tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate el cabello, 18 para que la gente no se dé cuenta de que estás ayunando. Ayuna ante tu Padre en secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te recompensará.
Riquezas en el cielo
(Lc 12.33-34)
19 »No acumulen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. 20 Más bien, amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar. 21 Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo
(Lc 11.34-36)
22 »Los ojos son la lámpara del cuerpo; así que, si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo estará iluminado; 23 pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo estará en oscuridad. Y si la luz que hay en ti resulta ser oscuridad, ¡cuán densa será esa oscuridad!
Dios y las riquezas
(Lc 16.13)
24 »Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.
Dios cuida de sus criaturas
(Lc 12.22-31)
25 »Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para vestirse. ¿No vale la vida más que la comida, y el cuerpo más que la ropa? 26 Miren las aves en pleno vuelo: no siembran ni cosechan, ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen mucho más que las aves! 27 Además, por mucho que se preocupen, ¿acaso pueden prolongar su vida, aunque sea por un momento?
28 »¿Y por qué se preocupan por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. 29 Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todas sus riquezas, se vestía como uno de ellos. 30 Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente de poca fe! 31 Así que no se preocupen, ni se pregunten: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Con qué vamos a vestirnos?” 32 Todas estas cosas preocupan mucho a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que sabe todo lo que necesitan. 33 Así que, pongan toda su atención en el reino de Dios y su justicia, y recibirán todo lo que necesiten. 34 No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Cada día tiene bastante con sus propios problemas!
Jesús y la limosna
1 »Cuidado con hacer sus obras de justicia solo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los cielos no les dará ninguna recompensa.
2 »Cuando tú des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. De cierto les digo que con eso ya se han ganado su recompensa.
3 Pero cuando tú des limosna, asegúrate de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha;
4 así tu limosna será en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Jesús y la oración
(Lc 11.2-4)
5 »Cuando ores, no seas como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para que la gente los vea; de cierto les digo que con eso ya se han ganado su recompensa.
6 Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y con la puerta cerrada ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
7 »Cuando ustedes oren, no sean repetitivos, como los paganos, que piensan que por hablar mucho serán escuchados.
8 No sean como ellos, porque su Padre ya sabe de lo que ustedes tienen necesidad, antes de que ustedes le pidan.
9 Por eso, ustedes deben orar así:

»“Padre nuestro, que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 No nos metas en tentación,
sino líbranos del mal.”
[Porque tuyo es el reino,
el poder, y la gloria,
por todos los siglos. Amén.]

14 »Si ustedes perdonan a los otros sus ofensas, también su Padre celestial los perdonará a ustedes.
15 Pero si ustedes no perdonan a los otros sus ofensas, tampoco el Padre de ustedes les perdonará sus ofensas.
Jesús y el ayuno
16 »Cuando ustedes ayunen, no se muestren afligidos, como los hipócritas, porque ellos demudan su rostro para mostrar a la gente que están ayunando; de cierto les digo que ya se han ganado su recompensa.
17 Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara,
18 para no mostrar a los demás que estás ayunando, sino a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Tesoros en el cielo
(Lc 12.32-34)
19 »No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y donde los ladrones minan y hurtan.
20 Por el contrario, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, y donde los ladrones no minan ni hurtan.
21 Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo
(Lc 11.33-36)
22 »La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán oscura no será la misma oscuridad!
Dios y las riquezas
(Lc 16.13)
24 »Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.
El afán y la ansiedad
(Lc 12.22-31)
25 »Por lo tanto les digo: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
26 Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?
27 ¿Y quién de ustedes, por mucho que lo intente, puede añadir medio metro a su estatura?
28 ¿Y por qué se preocupan por el vestido? Observen cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan,
29 y aun así ni el mismo Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
30 Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se echa en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
31 Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten: “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”
32 Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas.
33 Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
34 »Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Ya bastante tiene cada día con su propio mal!