La muerte de los justos
1 Los hombres honrados mueren
y pareciera que a nadie le importa;
los hombres buenos desaparecen,
y nadie entiende que al morir
se ven libres de los males
2 y entran en la paz.
Habían seguido un camino recto
y ahora descansan en sus tumbas.
Contra los cultos idolátricos
3 Acérquense ustedes, generación de hechiceros,
hijos de un adúltero y de una prostituta:
4 ¿De quién se burlan ustedes?
¿A quién le hacen gestos de desprecio?
¿A quién le enseñan la lengua?
Ustedes son hijos de pecado, gente mentirosa;
5 debajo de los robles y de todo árbol frondoso
se entregan a la lujuria y la inmoralidad,
y sacrifican niños junto a los arroyos,
en las grietas de las rocas.
6 «Israel,
ya que prefieres adorar las piedras lisas del arroyo,
allí tienes un lugar destinado para ti;
a ellas les has derramado ofrendas de vino,
les has ofrecido cereales.
¿Y después de todo esto, voy a sentirme contento?
7 En un monte alto y empinado pusiste tu cama,
y allá también subes a ofrecer sacrificios.
8 Detrás de la puerta de tu casa
pusiste tus ídolos obscenos.
Te olvidaste de mí, te desnudaste para otros,
y te acostaste a todo lo ancho de tu cama;
hiciste tratos con los hombres
con quienes querías acostarte,
y tu pasión se encendía al mirar su ídolo.
9 »Corrías para llevarle al dios Mélec
aceite y gran cantidad de perfumes;
enviabas mensajeros hasta muy lejos,
los hacías bajar hasta el reino de la muerte.
10 Te cansaste de tantos viajes,
pero no reconociste que todo era inútil.
Tenías a la mano el sustento,
y por eso no te cansabas.
11 »¿Quiénes son esos dioses que temías y honrabas,
que te hicieron serme infiel
y que me olvidaras por completo?
Cuando tú no me honrabas,
yo callaba y fingía no darme cuenta.
12 Pero voy a hacer pública tu conducta,
ya que la crees tan perfecta.
13 Cuando grites pidiendo auxilio,
tus ídolos no te ayudarán ni te librarán.
A todos ellos se los llevará el viento;
un soplo los hará desaparecer.
En cambio, el que confía en mí
habitará en el país
y vivirá en mi monte santo.»
Castigo y curación de Israel
14 Entonces se oirá decir:
«Preparen un camino completamente llano;
quiten los obstáculos para que pase mi pueblo.»
15 Porque el Altísimo,
el que vive para siempre
y cuyo nombre es santo, dice:
«Yo vivo en un lugar alto y sagrado,
pero también estoy con el humilde y afligido,
y le infundo ánimo y aliento.
16 No estaré acusando a mi pueblo a todas horas,
ni mantendré mi enojo todo el tiempo;
eso haría que la humanidad que he creado
desfalleciera ante mí.
17 A causa del pecado de Israel
estuve enojado durante un tiempo,
y lo castigué y me aparté de él;
pero él se rebeló y se dejó llevar de sus caprichos.
18 He observado su conducta,
pero lo sanaré y le daré descanso
y tranquilidad completa.
Yo consolaré a los tristes,
19 y a todos ellos les diré:
“¡Paz a los que están lejos,
y paz a los que están cerca!
¡Yo sanaré a mi pueblo!”
20 Pero los malos son como un mar agitado,
que no puede calmarse
y que arroja entre sus olas lodo y suciedad.
21 Los malvados no pueden vivir en paz.»
Dios lo ha dicho.
Condenación de la idolatría de Israel
1 »Mueren los hombres justos, pero eso a nadie le importa. Muere la gente piadosa, sin que nadie entienda que su muerte es resultado de la maldad.
2 Todos los que obedecen a Dios pasan a mejor vida y reposan en su lecho de muerte.
3 Pero ustedes, hijos de hechicera; ustedes, descendientes de adúlteros y de rameras, ¡vengan para acá!
4 ¿De quién creen que se burlan? ¿Contra quién abren tanto la boca y alargan la lengua? ¿Acaso no son ustedes unos hijos rebeldes, una generación de mentirosos?
5 Bajo todo árbol frondoso se encienden de lujuria, y en los valles y entre las grietas sacrifican a sus propios hijos.
6 En las piedras lisas del valle tienes tu parte; ellas te han tocado en suerte, pues a ellas presentaste ofrendas y ofreciste sacrificios de libación. ¿Y no habré de castigar estas cosas?
7 Sobre un monte alto y empinado tendiste tu cama, y allí también subiste a ofrecer sacrificios.
8 Tras la puerta y el umbral colgaste tus talismanes; te descubriste delante de otros, pero no delante de mí; ensanchaste tu cama y te subiste a ella, e hiciste un pacto con ellos. ¡Preferiste más la cama de ellos, dondequiera que la veías!
9 Te presentaste ante Moloc llevándole ungüentos, multiplicaste tus perfumes, enviaste tus embajadores a tierras lejanas, y te hundiste hasta las profundidades del sepulcro.
10 Te cansaste de andar por tantos caminos, pero nunca desististe. Siempre hallaste nuevos bríos, y no te diste por vencida.
11 »¿Y de quién te asustaste? ¿Quién te hizo sentir tanto miedo, que fuiste falsa conmigo? ¡No te acordaste de mí, ni me tuviste en tus pensamientos! Hace mucho tiempo que yo he guardado silencio, pero tú nunca me has temido.
12 Yo daré a conocer tu justicia y tus obras, y estas de nada te servirán.
13 »Cuando pidas ayuda, ¡que vengan a salvarte tus ídolos! Pero a todos ellos se los llevará el viento; ¡un soplo los arrebatará! Pero los que en mí confían recibirán la tierra como su herencia y tomarán posesión de mi santo monte.
14 Entonces se dirá: “¡Abran paso, abran paso! ¡Limpien el camino para que mi pueblo no tropiece!”
15 Porque así ha dicho el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es santo: “Yo habito en las alturas, en santidad, pero también doy vida a los de espíritu humilde y quebrantado, y a los quebrantados de corazón.”
16 Yo no voy a estar peleando siempre, ni siempre voy a estar enojado, porque entonces decaerían ante mí el espíritu y el hálito de vida que yo mismo he creado.
17 Yo me enojé y herí a mi pueblo por su malvada codicia; tanto me indigné que les volví la espalda, pero ellos siguieron el camino que les dictó su corazón.
18 Ya he visto el camino que siguen, pero a pesar de eso los sanaré y los consolaré; a ellos y a los que lloran los dirigiré,
19 y haré que con sus labios digan: “Paz al que está lejos; paz al que está cerca”. Yo, el Señor, prometo que los sanaré.»
20 Pero los impíos son como el mar en tempestad, cuyas aguas no pueden estarse quietas, y en su movimiento arrojan cieno y lodo.
21 Por eso mi Dios ha dicho: «No hay paz para los impíos».