Alianza del Señor con Israel en Moab
1 1 (28.69) Estas son las condiciones de la alianza que, en territorio moabita, el Señor le ordenó a Moisés hacer con el pueblo de Israel, además de la alianza que el Señor había hecho con ellos en el monte Horeb.
2 2 (1) Moisés reunió a todos los israelitas y les dijo:
«Ustedes han visto todo lo que el Señor hizo para castigar a los egipcios. 3 3 (2) Y fueron testigos de las grandes pruebas, señales y maravillas con que hizo sufrir al faraón y a sus funcionarios. 4 4 (3) Pero hasta ahora el Señor no les ha dado entendimiento para comprender todas las experiencias por las que han pasado. 5 5 (4) Durante cuarenta años yo los he guiado por el desierto, y en todo ese tiempo ni la ropa ni el calzado se les ha gastado. 6 6 (5) No tuvieron pan que comer, ni vino o bebida fermentada que beber, para hacerles saber que el Señor es el Dios de ustedes.
7 7 (6) »Cuando llegamos a esta región, salieron a atacarnos Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, pero los derrotamos 8 8 (7) y nos apoderamos de su país, y se lo dimos en propiedad a las tribus de Rubén y Gad y a la media tribu de Manasés. 9 9 (8) Por lo tanto, cumplan las obligaciones de esta alianza y pónganlas en práctica, para que les vaya bien en todo lo que hagan.
10 10 (9) »Hoy están reunidos todos ustedes delante del Señor su Dios: los jefes de sus tribus, los consejeros, los oficiales, todos los hombres de Israel, 11 11 (10) los niños, las mujeres y los extranjeros que viven entre ustedes, desde el leñador hasta el aguador, 12 12 (11) para comprometerse bajo juramento en la alianza que el Señor su Dios hace hoy con ustedes. 13 13 (12) Hoy queda establecido que ustedes son su pueblo y que él es su Dios, como ya se lo había prometido a Abrahán, Isaac y Jacob, sus antepasados. 14 14 (13) Pero no solo con ustedes hace el Señor esta alianza y este juramento, 15 15 (14) sino también con los que no están hoy aquí con nosotros delante de él. 16 16 (15) Ustedes saben muy bien cómo hemos vivido en Egipto, y de qué manera tuvimos que pasar por las naciones que hemos encontrado en nuestro camino, 17 17 (16) donde hemos visto los falsos dioses y los despreciables ídolos de madera, piedra, plata y oro que esa gente adora. 18 18 (17) Que no haya entre ustedes ni hombre ni mujer, ni familia ni tribu que abandone hoy al Señor nuestro Dios por adorar a los dioses de esas naciones. Que ninguno de ustedes sea como una planta de raíz amarga y venenosa.
19 19 (18) »Si después de haber escuchado las obligaciones de esta alianza, alguno de ustedes se cree demasiado bueno y piensa: “Todo me ha de salir bien, aunque haga yo lo que me dé la gana”, ese individuo será la causa de la ruina de todos. 20 20 (19) El Señor no va a estar dispuesto a perdonarlo, sino que descargará su ira y su indignación sobre él, y en él recaerán todas las maldiciones anunciadas en este libro, y el Señor borrará de la tierra su descendencia. 21 21 (20) Esa persona no formará parte de ninguna de las tribus de Israel. El Señor lo hará caer en desgracia, conforme a todas las maldiciones de la alianza que están escritas en este libro. 22 22 (21) La generación futura, los descendientes de ustedes que han de venir después, así como los extranjeros que lleguen de países lejanos, verán las plagas y las enfermedades que el Señor enviará sobre esta tierra; 23 23 (22) verán que todo el país no es más que azufre, sal y tierra quemada. No se podrá sembrar en esa tierra, ni podrá producir nada; ni siquiera una hierba podrá crecer en ella, tal como sucedió en la destrucción de las ciudades de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboyin, las cuales destruyó el Señor en su ira y furor.
24 24 (23) »Entonces todo el mundo preguntará: “¿Por qué hizo esto el Señor con este país? ¿Por qué se encendió tanto su furor?” 25 25 (24) Y la respuesta será: “Porque abandonaron la alianza que el Señor, el Dios de sus antepasados, hizo con ellos cuando los sacó de Egipto, 26 26 (25) y se fueron a rendir culto e inclinarse ante otros dioses que no conocían ni nunca les dieron nada. 27 27 (26) Por eso se enojó el Señor contra esta tierra, e hizo caer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro; 28 28 (27) y los arrojó de su país con ira, furor y gran indignación, y los echó a otros países, como está sucediendo ahora.”
29 29 (28) »Hay cosas que no sabemos: esas pertenecen al Señor nuestro Dios; pero hay cosas que nos han sido reveladas a nosotros y a nuestros hijos para que las cumplamos siempre, y son todas las palabras de esta ley.»
El pacto en Moab
1 Estas son las palabras del pacto que el Señor ordenó a Moisés celebrar en Moab con los hijos de Israel, además del pacto que concertó con ellos en Horeb.
2 Moisés llamó a todos los israelitas, y les dijo:
«Ustedes han visto con sus propios ojos todo lo que el Señor ha hecho en la tierra de Egipto con el faraón y con todos sus siervos, y con todo su país.
3 Ustedes son testigos de esas grandes pruebas y señales y maravillas.
4 Pero hasta este día el Señor no les ha dado la capacidad de entender, ni de ver ni de oír.
5 Durante cuarenta años yo los he conducido por el desierto, y ni la ropa ni las sandalias que llevan puestas se les han gastado,
6 y para que sepan que yo soy el Señor su Dios, tampoco han tenido que comer pan ni beber vino o sidra.
7 Cuando ustedes llegaron a este lugar, el rey Sijón de Jesbón y el rey Og de Basán nos salieron al encuentro para pelear contra nosotros, y los derrotamos;
8 luego tomamos posesión de su tierra, y la entregamos a Rubén y a Gad y a la media tribu de Manasés como su propiedad.
9 Así que ustedes deben cumplir con las palabras de este pacto, y ponerlas por obra, para que prosperen en todo lo que hagan.
10 »Este día todos ustedes, los varones de Israel, están en presencia del Señor su Dios: tanto los jefes de tribu como los ancianos y los oficiales,
11 lo mismo que sus niños y sus mujeres, y los extranjeros que habitan entre ustedes, desde los que cortan la leña hasta los que acarrean el agua,
12 y esto es para que entren en el pacto del Señor su Dios, y en el juramento que el Señor su Dios hace hoy con ustedes,
13 para confirmarlos hoy como su pueblo, y para que él sea su Dios, tal y como él lo ha dicho y jurado a Abrahán, Isaac y Jacob, los antepasados de ustedes.
14 Este pacto y este juramento no lo hago solamente con ustedes;
15 lo hago delante del Señor nuestro Dios con los que hoy están aquí presentes con nosotros, y también con los que no están hoy aquí con nosotros.
16 »Ustedes saben cómo vivíamos en Egipto, y cómo hemos pasado por en medio de las naciones que hemos encontrado a nuestro paso;
17 ustedes han visto sus hechos repugnantes, y los ídolos de madera, piedra, plata y oro, que tienen consigo.
18 No vaya a ser que alguno de ustedes, hombre o mujer, familia o tribu, aparte hoy su corazón del Señor nuestro Dios y vaya y sirva a los dioses de esas naciones. No vaya a ser que haya entre ustedes alguna raíz que produzca hiel y ajenjo,
19 y que al oír las palabras de esta maldición, él se bendiga a sí mismo y diga: “Aun cuando persista yo en endurecer mi corazón, voy a estar bien”, pues eso podría perjudicarlos a todos, buenos y malos.
20 El Señor no querrá perdonarlo, sino que su ira y su celo se encenderán contra ese hombre, y caerán sobre él todas las maldiciones escritas en este libro, y el Señor borrará su nombre de debajo del cielo.
21 El Señor lo apartará para mal de todas las tribus de Israel, conforme a todas las maldiciones del pacto escritas en este libro de la ley.
22 Y lo condenarán las generaciones futuras, y los hijos que nazcan después de ustedes, y los extranjeros que vengan de lejanas tierras, al ver las plagas de aquella tierra, y las enfermedades con que el Señor la habrá azotado
23 (toda su tierra será calcinada con azufre y sal; no será sembrada ni producirá nada, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra, y de Adma y de Zeboyin, a las que el Señor destruyó en el furor de su ira);
24 más aún, todas las naciones dirán: “¿Por qué hizo esto el Señor con esta tierra? ¿Qué significa el ardor de este gran enojo?”
25 Y se les responderá: “Es que se apartaron del pacto que el Señor, el Dios de sus padres, concertó con ellos cuando los sacó de Egipto,
26 y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se inclinaron ante ellos. Eran dioses que nunca antes conocieron, y que nada les habían dado.
27 Por eso se encendió la ira del Señor contra esta tierra, y trajo sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro.
28 El Señor los desarraigó de su tierra con gran ira, furor e indignación, y los expulsó a otro país, como hoy se puede ver.”
29 »Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.