Maravillas del Señor a favor de Israel
(1 Cr 16.7-22)
1 ¡Alaben al Señor, invoquen su nombre!
¡Que los pueblos reconozcan sus obras!
2 ¡Canten, sí, cántenle salmos!
¡Proclamen todas sus maravillas!
3 ¡Regocíjense en su santo nombre!
¡Alégrense de corazón los que buscan al Señor!
4 ¡Busquen el poder del Señor!
¡Busquen siempre a Dios!
5 ¡Recuerden sus grandes maravillas,
sus hechos prodigiosos y sus sabias sentencias!
6 Ustedes son los descendientes de Abrahán;
ustedes son los hijos de Jacob, sus escogidos.

7 El Señor es nuestro Dios;
en toda la tierra prevalecen sus juicios.
8 Nunca se olvida de su pacto,
de la palabra que dictó para mil generaciones.
9 Fue un acuerdo que hizo con Abrahán,
y que lo confirmó con Isaac.
10 Con Jacob lo estableció como decreto;
con Israel lo hizo un pacto duradero
11 cuando dijo: «Te daré la tierra de Canaán
como la herencia que te corresponde.»

12 Ellos no eran numerosos;
eran unos simples forasteros.
13 Andaban de nación en nación,
y de un reino a otro reino;
14 pero Dios no dejó que fueran agraviados,
sino que por ellos castigó a los reyes
15 y dijo: «¡No toquen a mis ungidos!
¡No les hagan daño a mis profetas!»

16 Dios hizo que hubiera hambre en la tierra,
y el trigo para el pan quedó destruido.
17 Pero antes envió a uno de sus hombres;
envió a José, que fue vendido como esclavo.
18 Los egipcios le pusieron grilletes en los pies,
y lo arrojaron tras los hierros de la cárcel.
19 Pero finalmente se cumplieron sus dichos,
aunque la palabra de Dios lo puso a prueba.
20 El rey ordenó que le abrieran la cárcel;
el señor que gobierna los pueblos lo liberó.
21 Lo nombró señor de su casa
y lo puso a cargo de sus posesiones.
22 Le dio poder para frenar a los grandes,
y sabiduría para enseñar a los sabios.

23 Fue así como Israel llegó a Egipto,
como Jacob llegó a vivir en la tierra de Cam.
24 Pero el pueblo aumentó en número
y se hizo más fuerte que los egipcios.
25 El corazón de los egipcios se llenó de odio,
y decidieron hacerle mal a su pueblo.

26 Pero Dios envió a su siervo Moisés,
lo mismo que a Aarón, su escogido.
27 Dios les dio el poder de hacer señales,
y de realizar prodigios en la tierra de Cam.
28 Dejó caer sobre Egipto densa oscuridad,
pero los egipcios no acataron su palabra.
29 Convirtió las aguas en sangre,
y todos los peces murieron.
30 Vinieron entonces muchísimas ranas,
que infestaron las cámaras reales.
31 Dios habló, y vinieron enjambres de moscas,
y las casas se inundaron de piojos.
32 Dios dejó caer granizo como lluvia,
y rayos de fuego rasgaron la tierra.
33 Destrozó los viñedos, secó las higueras,
y desgajó los árboles de su país.

34 Dios habló otra vez, y vinieron langostas,
y como plaga llegó el pulgón,
35 y se comió la hierba del país
y acabó con los frutos de su tierra.
36 Hirió de muerte a todos sus primogénitos,
a las primicias de su fuerza varonil.

37 Su pueblo salió cargado de oro y plata;
en sus tribus no había un solo enfermo.
38 Cuando el pueblo salió, los egipcios se alegraron,
pues ante ellos sentían un profundo terror.
39 En el desierto los cubría una nube,
y un fuego los alumbraba de noche.
40 Pidieron comida, y Dios les mandó codornices;
sació su hambre con el pan que cayó del cielo.
41 Dios partió la peña, y fluyeron aguas
que corrieron como ríos por el desierto.
42 Dios se acordó de su santa palabra,
y de su juramento a Abrahán, su siervo.

43 Su pueblo salió con gran gozo;
sus elegidos salieron con gran júbilo.
44 Dios les dio las tierras de otras naciones,
lo mismo que los frutos de esos pueblos,
45 para que obedecieran sus preceptos
y cumplieran todos sus mandatos.
¡Aleluya!
SALMO 105 (104)
La acción de Dios en favor de Israel
(1~Cr 16.8-22)
1 ¡Den gracias al Señor!
¡Proclamen su nombre!
Cuenten a los pueblos sus acciones.
2 Canten himnos en su honor.
¡Hablen de sus grandes hechos!
3 Siéntanse orgullosos de su santo nombre.
¡Siéntase alegre el corazón
de los que buscan al Señor!
4 Recurran al Señor, y a su poder;
recurran al Señor en todo tiempo.
5 Recuerden sus obras grandes y maravillosas,
y los decretos que ha pronunciado.
6 ¡Ustedes, descendientes de su siervo Abrahán!
¡Ustedes, hijos de Jacob, sus escogidos!

7 El Señor es nuestro Dios;
¡él es el Juez de toda la tierra!
8 Ni aunque pasen mil generaciones
se olvidará de las promesas de su alianza,
9 de la alianza que hizo con Abrahán,
del juramento que hizo a Isaac
10 y que estableció como ley para Jacob,
como alianza eterna para Israel,
11 cuando dijo:
«Voy a darte la tierra de Canaán
como la herencia que te toca.»

12 Aunque ellos eran pocos,
unos cuantos extranjeros en la tierra,
13 que iban de nación en nación
y de reino en reino,
14 Dios no permitió que nadie los maltratara,
y aun advirtió a los reyes:
15 «No toquen a mis escogidos
ni maltraten a mis profetas.»

16 Hizo venir hambre a aquella tierra,
y les quitó todo alimento.
17 Pero envió delante de ellos a José,
al que habían vendido como esclavo.
18 Le hirieron los pies con cadenas;
¡lo aprisionaron con hierros!
19 La palabra del Señor puso a prueba a José,
hasta cumplirse lo que José había anunciado.
20 El rey, el señor de mucha gente,
ordenó que le dieran libertad;
21 lo nombró amo y señor de su casa
y de todo cuanto tenía,
22 para que enseñara e hiciera sabios
a los jefes y a los ancianos.

23 Vino después Israel, que es Jacob,
y vivió como extranjero en Egipto,
en la tierra de Cam.
24 Dios hizo crecer en número a su pueblo,
y lo hizo más fuerte que los egipcios.
25 Pero hizo también que los egipcios
se pusieran en contra de su pueblo;
hizo que engañaran a sus siervos.

26 Entonces Dios envió a su siervo Moisés,
y a Aarón, a quien había escogido,
27 y ellos realizaron grandes señales en el desierto:
¡grandes maravillas en la tierra de Cam!
28 Envió Dios una oscuridad que todo lo cubrió,
pero los egipcios desdeñaron sus palabras.
29 Convirtió en sangre el agua de sus ríos,
con lo que hizo morir a sus peces;
30 infestó de ranas el país,
y aun la alcoba del rey.
31 A la voz de Dios, nubes de tábanos y mosquitos
invadieron el territorio egipcio.
32 En vez de lluvia, envió sobre el país
granizo y llamas de fuego.
33 Destrozó sus viñas y sus higueras;
¡destrozó los árboles de Egipto!
34 Habló Dios, y llegaron las langostas;
¡eran tantas que no se podían contar!
35 ¡Devoraron la hierba del campo
y todos los productos de la tierra!
36 ¡Dios hirió de muerte, en Egipto mismo,
al primer hijo de cada familia egipcia!

37 De allí Dios sacó a su pueblo
cargado de oro y plata,
y nadie entre las tribus tropezó.
38 Los egipcios se alegraron de verlos partir,
pues estaban muertos de miedo.
39 De día Dios mandó una nube para cubrirlos,
y de noche un fuego los alumbraba.
40 Pidieron comida, y les mandó codornices,
y con pan del cielo sació su hambre.
41 Partió la roca, y de ella brotó agua
que corrió por el desierto como un río.
42 Pues se acordó de la santa promesa
que había hecho a su siervo Abrahán.
43 Fue así como entre gritos de alegría
Dios sacó a su pueblo escogido,
44 y les dio las tierras de otras naciones
y el fruto del trabajo de otros pueblos,
45 para que respetaran y atendieran
las leyes y enseñanzas del Señor.

¡Aleluya!