Gedeón captura a los reyes de Madián
1 Las familias de la tribu de Efraín hablaron con Gedeón y duramente le reprocharon:
«¿Por qué no nos llamaste cuando fuiste a pelear contra Madián?»
2 Gedeón les respondió:
«Lo que yo hice no tiene comparación, si se compara con lo que hicieron ustedes. Lo que aún queda en sus campos es mejor que la cosecha de Abiezer.
3 Dios les entregó a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián; por eso, lo que yo hice no es comparable con lo que ustedes hicieron.»
En cuanto Gedeón dijo esto, el enojo de los efrainitas se aplacó.
4 Entonces Gedeón y sus trescientos hombres regresaron y cruzaron el Jordán; y como estaban muy cansados por perseguir a sus enemigos,
5 les dijo a los habitantes de Sucot:
«Yo les ruego que den a mi gente algo de comer, porque están muy cansados. Estamos persiguiendo a Zebaj y Salmuná, los reyes de Madián.»
6 Pero los jefes de Sucot le respondieron:
«¿Y acaso ya venciste a Zebaj y a Salmuná, para que alimentemos a tu ejército?»
7 Gedeón respondió:
«Aún no, pero cuando el Señor nos los entregue, vendré y trituraré los cuerpos de ustedes con espinos y abrojos del desierto.»
8 De Sucot, Gedeón fue a Peniel, y allí también pidió comida para su ejército. Pero la gente de Peniel le respondió lo mismo que la de Sucot.
9 Gedeón entonces les dijo:
«Cuando regrese victorioso, derribaré esta torre.»
10 Zebaj y Salmuná estaban en Carcor, con un ejército como de quince mil hombres, que eran todos los que habían quedado del numeroso ejército de los pueblos del oriente, pues en la batalla habían caído ciento veinte mil guerreros.
11 Gedeón avanzó por el camino de los que vivían al oriente de Nobaj y de Yogbeá, y atacó el campamento cuando el ejército estaba desprevenido.
12 Entonces Zebaj y Salmuná huyeron, y Gedeón los persiguió hasta echarles mano. Ante esto, su ejército se llenó de espanto.
13 Al amanecer, Gedeón regresó de la batalla
14 y capturó a un joven de Sucot, al que le hizo algunas preguntas. El joven le dio por escrito los nombres de los jefes y de los setenta y siete ancianos de Sucot,
15 y con eso Gedeón se presentó ante los jefes de Sucot y les dijo:
«Aquí tienen a Zebaj y a Salmuná. Ustedes me preguntaron: “¿Ya venciste a Zebaj y a Salmuná para que alimentemos a tu ejército?” ¡Eso es una ofensa!»
16 Entonces Gedeón tomó espinos y abrojos del desierto, y con ellos castigó a los ancianos de Sucot.
17 Además, derribó la torre de Peniel y mató a sus habitantes.
18 A Zebaj y a Salmuná les preguntó:
«¿Cómo eran los hombres que ustedes mataron en Tabor?»
Ellos le respondieron:
«Se parecían a ti. Cada uno de ellos parecía ser hijo de un rey.»
19 Y Gedeón les dijo:
«¡Eran mis hermanos, hijos de mi propia madre! ¡El Señor me es testigo de que, si los hubieran dejado vivir, yo les hubiera perdonado la vida a ustedes!»
20 A Jéter, su primogénito, le dijo:
«¡Levántate, y mátalos!»
Pero el joven, aún de corta edad, tuvo miedo y no desenvainó su espada.
21 Entonces Zebaj y Salmuná le dijeron a Gedeón:
«¡Pues mátanos tú, ya que eres tan valiente!»
Y Gedeón se levantó y mató a Zebaj y a Salmuná, y se adueñó de los adornos de lunetas que pendían del cuello de sus camellos.
22 Luego, los israelitas le dijeron a Gedeón:
«Queremos que tú y tu familia sean nuestros jefes, puesto que nos libraste de los madianitas.»
23 Pero Gedeón les respondió:
«Ni yo ni mi familia seremos los jefes de ustedes. Será el Señor quien los gobierne.»
24 Y como ellos traían aretes de oro, pues eran ismaelitas, Gedeón les dijo:
«Quiero pedirles algo. Deme cada uno de ustedes los aretes de su botín.»
25 Y ellos, tendiendo un manto, echaron sobre él los aretes del botín y dijeron:
«Con mucho gusto te los daremos.»
26 Y el oro de los aretes llegó casi a diecinueve kilos, sin contar las placas, las joyas pequeñas y los vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, ni los collares que traían colgados los camellos.
27 Con todo ese oro Gedeón hizo un efod y lo guardó en Ofrá, que era su ciudad. Pero cuando los israelitas vieron el efod, se corrompieron y le rindieron culto en ese lugar. Esto fue como una trampa para Gedeón y su familia.
28 Así fue como Madián fue sometido por los israelitas, y nunca más levantó cabeza. Y mientras vivió Gedeón, hubo paz en la tierra durante cuarenta años.
29 Después de eso Gedeón hijo de Joás, también llamado Yerubaal, se regresó a su casa.
30 Los descendientes de Gedeón fueron setenta hijos, porque tuvo muchas mujeres.
31 Con la concubina que tenía en Siquén, tuvo un hijo al que llamó Abimelec.
32 Y murió Gedeón hijo de Joás siendo ya muy anciano, y lo sepultaron en Ofrá de los abiezeritas, en el sepulcro de Joás, su padre.
33 Pero a la muerte de Gedeón los israelitas volvieron a corromperse, y adoraron a Baal Berit.
34 Se olvidaron del Señor, su Dios, que los había librado de todos los enemigos que los rodeaban,
35 y tampoco se mostraron agradecidos con la tribu de Gedeón, es decir, Yerubaal, a pesar de todo el bien que este había hecho a Israel.
Gedeón captura a los reyes madianitas
1 Los de la tribu de Efraín se enojaron y discutieron con Gedeón porque él no los había mandado llamar cuando salió a pelear contra los madianitas. 2 Pero él les contestó:
—¿No se dan cuenta de que ustedes hicieron más aún de lo que yo hice? Lo poco que ustedes hicieron vale más que lo mucho que hicimos nosotros. 3 Dios les entregó a Oreb y a Zeeb, los jefes madianitas. ¿Qué hice yo que se pueda comparar con lo que ustedes hicieron?
Cuando los de Efraín oyeron estas palabras de Gedeón, se les pasó el enojo contra él.
4 Gedeón y sus trescientos hombres llegaron al Jordán y lo cruzaron y, aunque estaban exhaustos, no dejaron de perseguir al enemigo. 5 En Sucot, Gedeón les pidió a los que allí vivían:
—Por favor, den algo de comer a los que vienen conmigo, porque están exhaustos. Estamos persiguiendo a los reyes madianitas Zebaj y Salmuná.
6 Pero los jefes de Sucot le respondieron:
—¿Acaso ya has capturado a Zebaj y Salmuná, para que alimentemos a tu ejército?
7 Y Gedeón les contestó:
—¡Después de que el Señor me entregue a Zebaj y Salmuná, regresaré y les desgarraré a ustedes la carne con espinas y zarzas del desierto!
8 De allí fue a Peniel, donde pidió lo mismo que en Sucot. Pero como los de Peniel le respondieron igual que los de Sucot, 9 Gedeón les dijo:
—¡Cuando yo regrese vencedor, echaré abajo esa torre!
10 Zebaj y Salmuná estaban en Carcor con unos quince mil hombres, que era todo lo que quedaba del ejército del oriente, pues habían muerto ciento veinte mil soldados. 11 Gedeón avanzó por el camino que bordea el desierto, al este de Nobaj y Yogbeá, y atacó su campamento cuando ellos menos lo esperaban. 12 Zebaj y Salmuná salieron huyendo, pero Gedeón los persiguió y los capturó, y llenó de espanto a todo el ejército.
13 Cuando Gedeón regresaba de la batalla por el paso de Heres, 14 capturó a un joven de Sucot y lo interrogó; y aquel joven le dio por escrito los nombres de los setenta y siete jefes y consejeros de Sucot. 15 Entonces Gedeón fue a Sucot y les dijo a los de este pueblo:
—¿Recuerdan cómo se burlaron de mí por causa de Zebaj y de Salmuná? ¿Recuerdan que les negaron pan a mis hombres, que estaban rendidos de cansancio, diciéndonos que todavía no los teníamos cautivos? ¡Pues aquí los tienen!
16 Entonces Gedeón tomó espinas y zarzas del desierto, y con ellas castigó a los consejeros de Sucot. 17 También echó abajo la torre de Peniel, y mató a la gente de esta ciudad. 18 Luego les preguntó a Zebaj y a Salmuná:
—¿Cómo eran los hombres que ustedes mataron en Tabor?
Y ellos le contestaron:
—Se parecían a ti. Cada uno de ellos parecía un príncipe.
19 Entonces Gedeón gritó:
—¡Mis hermanos! ¡Mataron a mis propios hermanos! Juro por el Señor viviente, que si ustedes no los hubieran matado, yo tampoco los mataría a ustedes ahora.
20 En seguida le ordenó a Jéter, su hijo mayor:
—¡Levántate y mátalos!
Pero Jéter era todavía muy joven, y no se atrevió a sacar su espada. 21 Entonces Zebaj y Salmuná le dijeron a Gedeón:
—¡Pues mátanos tú! ¡Al hombre se lo conoce por su valentía!
Gedeón se levantó y los mató, y tomó los adornos que los camellos de Zebaj y Salmuná llevaban al cuello. 22 Entonces los israelitas le dijeron:
—Ya que tú nos has librado del poder de los madianitas, queremos que tú y tus descendientes nos gobiernen.
23 Pero Gedeón les contestó:
—Ni yo ni mi hijo los gobernaremos a ustedes. El Señor será quien los gobierne. 24 Lo que sí quiero es pedirles que me den los anillos que han capturado.
Esos anillos de oro los usaban los soldados enemigos, porque eran gente del desierto. 25 Los israelitas, tendiendo una capa en el suelo, echaron en ella los anillos que habían tomado, y le dijeron a Gedeón:
—Aquí los tienes.
26 Todo el oro de los anillos pesó casi diecinueve kilos, sin contar los adornos ni las joyas y telas de púrpura que llevaban los reyes de Madián, ni los collares de sus camellos. 27 Con ese oro Gedeón hizo una estatua y la puso en Ofrá, su ciudad, y por causa de esa estatua todo Israel le fue infiel al Señor, de tal manera que Gedeón y su familia cayeron en la trampa de la idolatría.
28 Así fue como los madianitas quedaron sometidos a Israel, y nunca más volvieron a levantar cabeza. Durante cuarenta años, mientras Gedeón vivió, hubo paz en la región.
Muerte de Gedeón
29-30 Yerubaal, o sea Gedeón, se fue a vivir a su propia casa, y tuvo setenta hijos, pues tenía muchas esposas. 31 Una concubina que él tenía en Siquén también le dio un hijo, y él le puso por nombre Abimélec.
32 Gedeón murió ya entrado en años, y lo enterraron en la tumba de su padre Joás, en Ofrá, ciudad de la familia de Abiezer.
33 Después de la muerte de Gedeón, los israelitas volvieron a abandonar a Dios para adorar a las diferentes representaciones de Baal, y escogieron como su dios a Baal Berit. 34 Se olvidaron del Señor su Dios, que los había salvado de todos los enemigos que los rodeaban, 35 y no se mostraron bondadosos con la familia de Yerubaal, o sea Gedeón, por todo lo bueno que él había hecho por ellos.