Micaías profetiza la derrota de Ajab
(2 Cr 18.1-34)
1 Tres años transcurrieron sin que Siria e Israel estuvieran en guerra.
2 Pero al tercer año el rey Josafat de Judá fue a visitar al rey Ajab de Israel,
3 y este dijo a sus oficiales:
«¿Ya no se acuerdan que Ramot de Galaad nos pertenece? Está en poder del rey de Siria, ¡y nosotros no hemos hecho nada para recuperarla!»
4 A Josafat le preguntó:
«¿Quieres acompañarme a recuperar Ramot de Galaad?»
Y Josafat le respondió:
«Tú y yo somos hermanos, nuestros pueblos también lo son, y tu caballería y la mía es una sola.
5 Pero te sugiero que antes consultes qué dice el Señor al respecto.»
6 Entonces el rey de Israel reunió a los cuatrocientos profetas con que contaba, y les preguntó:
«¿Debo atacar a Ramot de Galaad, o no?»
Los profetas le dijeron:
«Vaya Su Majestad, porque el Señor entregará la ciudad en sus manos.»
7 Pero Josafat insistió:
«¿Queda aún algún profeta del Señor, a quien podamos consultar?»
8 Y Ajab le respondió:
«Sí, aún queda otro profeta por medio del cual podríamos consultar al Señor. Se trata de Micaías hijo de Imla, pero me cae muy mal porque nunca me da palabras de aliento, sino que siempre me desanima.»
Como Josafat le recomendó que no hablara así,
9 Ajab llamó entonces a uno de sus oficiales y le ordenó que fuera a buscar a Micaías hijo de Imla y lo llevara ante él.
10 Mientras tanto, los dos reyes se quedaron en la plaza que está junto a la puerta de Samaria, sentados en sus tronos y ataviados con sus mantos reales. Delante de ellos, los profetas les prodigaban buenos augurios.
11 Uno de ellos, Sedequías hijo de Quenaná, se acercó y les mostró unos cuernos de hierro que había hecho, y dijo:
«Así ha dicho el Señor: “Con estos cuernos cornearás a los sirios hasta acabar con ellos.”»
12 Los demás profetas también animaban al rey, y le decían: «Vaya Su Majestad a Ramot de Galaad, y atáquela. El Señor le dará la victoria y entregará la ciudad a Su Majestad.»
13 El mensajero que el rey mandó por Micaías, lo halló y le dijo:
«Todos los profetas auguran éxito a Su Majestad. Une tu voz a la de ellos, y augúrale mucho éxito.»
14 Pero Micaías respondió:
«Juro por el Señor, que solo diré lo que el Señor me ordene decir.»
15 Cuando Micaías se presentó ante el rey, este le preguntó:
«Dime, Micaías; ¿debemos ir y atacar a Ramot de Galaad, o la dejaremos en paz?»
Y Micaías le respondió:
«Ve y atácala, que saldrás victorioso. El Señor te la va a entregar.»
16 Pero el rey le dijo:
«¿Cuántas veces tengo que decirte, en el nombre del Señor, que me digas solo la verdad?»
17 Entonces Micaías dijo:
«Tuve una visión, y en ella vi al pueblo de Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor. Entonces el Señor dijo: “Esta gente no tiene quién la guíe. Es mejor que todos se regresen a su casa en paz.”»
18 El rey de Israel se volvió a Josafat, y le dijo:
«¿No te lo había dicho ya? Micaías nunca me anuncia nada bueno. Solo me anuncia calamidades.»
19 Pero Micaías replicó:
«¡Ahora vas a oír la palabra del Señor! Yo vi al Señor en su trono, rodeado de todos los ejércitos del cielo.
20 Y el Señor preguntó: “¿Quién incitará a Ajab para que ataque a Ramot de Galaad y sea derrotado?” Las opiniones estaban divididas.
21 Pero un espíritu se presentó ante el Señor y dijo que él lo incitaría. Cuando el Señor le preguntó cómo lo haría,
22 el espíritu dijo: “Voy a mezclarme entre los profetas, y los haré decir mentiras.” Entonces el Señor le dijo: “Pues ve y hazlo pronto. Indúcelos a que hagan lo que dices.”
23 Así que el Señor ha puesto en labios de tus profetas un espíritu que los hace decir mentiras. Y el Señor ha determinado que te sobrevenga la calamidad.»
24 En ese momento el profeta Sedequías hijo de Quenaná se acercó a Micaías y le dio una bofetada, al tiempo que le decía:
«¿En qué momento el espíritu del Señor me abandonó, para hablarte a ti?»
25 Micaías le respondió:
«Lo sabrás cuando andes huyendo y escondiéndote de casa en casa.»
26 Entonces el rey de Israel dijo:
«Tomen preso a Micaías, y llévenlo ante Amón, el gobernador de la ciudad, y ante Joás, mi hijo.
27 Díganles que yo, el rey de Israel, he dicho: “Metan a la cárcel a este hombre. En vez de pan y agua, manténganlo angustiado y afligido hasta que yo regrese en paz.”»
28 Pero al instante Micaías añadió:
«Si acaso regresas en paz, entonces el Señor no ha hablado por medio de mí. ¡Escúchenlo bien, pueblos todos!»
29 El rey de Israel y el rey de Judá salieron juntos contra Ramot de Galaad.
30 Y el rey de Israel le dijo a Josafat:
«Voy a entrar en batalla disfrazado, pero tú puedes usar tu misma ropa.»
Y el rey de Israel entró en batalla disfrazado.
31 Pero no sabía que el rey de Siria había ordenado a los treinta y dos capitanes de sus carros de combate no pelear contra ningún soldado israelita, grande o chico, sino buscar y atacar sólo al rey de Israel.
32 Así que, cuando los capitanes vieron a Josafat, dijeron:
«¡Miren, allí está el rey de Israel!»
Entonces el rey Josafat gritó con fuerza,
33 y al ver los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se alejaron de él.
34 Pero un arquero lanzó una flecha al aire, y la flecha alcanzó al rey Ajab y le penetró entre las junturas de su armadura. Al sentirse herido, el rey le ordenó al cochero darse la vuelta y sacarlo del campo de batalla, porque estaba herido.
35 Pero la batalla arreció y el rey tuvo que quedarse en su carro y hacerle frente al ejército sirio, pero la sangre corría por el fondo del carro y al caer la tarde murió.
36 Al ponerse el sol, un pregonero clamó: «¡Regresen todos a su ciudad y a su tierra!»
37 Así fue como el rey Ajab murió y fue llevado a Samaria, donde lo sepultaron.
38 Luego llevaron su carro al estanque de Samaria para lavarlo, y los perros lamieron la sangre del rey. (En ese mismo estanque se lavaban también las prostitutas.) Así se cumplió lo que el Señor había dicho acerca de Ajab.
39 Todos los hechos de Ajab, y la construcción de su palacio de marfil, y todas las ciudades que mandó edificar, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
40 Y Ajab murió y fue a reunirse con sus antepasados. En su lugar reinó su hijo Ocozías.
Reinado de Josafat
(2 Cr 20.31-37)
41 Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá cuando Ajab llevaba cuatro años de reinar sobre Israel.
42 Josafat tenía treinta y cinco años cuando subió al trono, y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azura, y era hija de Siljí.
43 Y Josafat siguió siempre el buen ejemplo de Asa, su padre, e hizo lo recto a los ojos del Señor. Sin embargo, no se quitaron los altares de los montes, sino que el pueblo siguió ofreciendo en ellos sacrificios y quemando incienso.
44 Pero Josafat hizo la paz con el rey de Israel.
45 Todos los hechos y las hazañas de Josafat, y las guerras que libró, se hallan en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.
46 Josafat eliminó a los hombres que practicaban la prostitución en los templos paganos, costumbre que todavía quedaba del reinado de su padre Asa.
47 Como Edom no tenía rey, había un gobernador que fungía como rey.
48 Josafat había mandado construir naves como las de Tarsis para traer oro de Ofir, pero las naves no llegaron allá porque naufragaron en Ezión Guéber.
49 El rey Ocozías le propuso a Josafat enviar a sus marinos con los de Josafat, pero este no aceptó.
50 Y murió Josafat y se reunió con sus antepasados, y lo sepultaron con ellos en la ciudad de su antepasado David. En su lugar reinó Jorán, su hijo.
Reinado de Ocozías de Israel
51 Ocozías hijo de Ajab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria cuando Josafat llevaba diecisiete años de reinar en Judá.
52 Pero Ocozías siguió el mal ejemplo de su padre, de su madre y de Jeroboán hijo de Nabat, e hizo lo malo a los ojos del Señor, haciendo pecar al pueblo de Israel.
53 Sirvió y adoró a Baal, como antes lo había hecho su padre, y esto provocó la ira del Señor, Dios de Israel.
Micaías anuncia la derrota de Ajab
(2~Cr 18.1-34)
1 Pasaron tres años sin que hubiera guerra entre sirios e israelitas. 2 Pero al tercer año, Josafat, rey de Judá, fue a visitar al rey de Israel, 3 y el rey de Israel dijo a sus funcionarios:
—Como ustedes bien saben, la ciudad de Ramot, en la región de Galaad, nos pertenece. ¿Qué les parece si hacemos algo para rescatarla del dominio del rey sirio?
4 Y a Josafat le preguntó:
—¿Quieres acompañarme a atacar a Ramot de Galaad?
Josafat le respondió:
—Yo, lo mismo que mi ejército y mi caballería, estamos contigo y con tu gente. 5 Pero antes consulta la voluntad del Señor.
6 El rey de Israel reunió a los profetas, que eran cerca de cuatrocientos, y les preguntó:
—¿Debo o no atacar la ciudad de Ramot en Galaad?
Y ellos respondieron:
—Atácala, porque el Señor te la va a entregar.
7 Pero Josafat preguntó:
—¿No hay por aquí algún otro profeta del Señor, a quien también podamos consultar?
8 El rey de Israel contestó a Josafat:
—Hay uno más, que es Micaías hijo de Imla, y por medio de él podemos consultar al Señor. Pero lo aborrezco, porque nunca me anuncia cosas buenas, sino solamente cosas malas.
Josafat le dijo:
—No digas eso.
9 Pero el rey de Israel en seguida llamó a un oficial, y le ordenó:
—¡Que venga pronto Micaías hijo de Imla!
10 Tanto el rey de Israel como Josafat, el rey de Judá, estaban en la explanada a la entrada de Samaria, sentados en sus tronos y con su armadura puesta. Delante de ellos, todos los profetas caían en trance profético. 11 Sedequías hijo de Quenaná se había hecho unos cuernos de hierro, y gritaba: «¡Así ha dicho el Señor: “Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta exterminarlos!”»
12 Todos los profetas anunciaban lo mismo. Decían al rey: «Ataca a Ramot de Galaad, que vas a obtener la victoria. El Señor te va a entregar la ciudad.»
13 El mensajero que había ido a llamar a Micaías, le dijo a este:
—Todos los profetas, sin excepción, han dado una respuesta favorable al rey. Así pues, te ruego que hables como todos ellos y anuncies algo favorable.
14 Micaías le contestó:
—¡Juro por el Señor que solo diré lo que el Señor me ordene decir!
15 Luego se presentó ante el rey, y el rey le preguntó:
—Micaías, ¿debemos atacar a Ramot de Galaad o no?
Y Micaías dijo:
—Atácala, y obtendrás la victoria, pues el Señor te la va a entregar.
16 Pero el rey le respondió:
—¿Cuántas veces tengo que decirte que, bajo juramento, me declares solo la verdad en el nombre del Señor?
17 Entonces Micaías dijo:

«He visto a todos los israelitas
desparramados por los montes,
como ovejas sin pastor.
Y el Señor ha dicho:
“Estos no tienen dueño;
que cada uno vuelva en paz a su casa.”»

18 El rey de Israel dijo a Josafat:
—¿No te he dicho que este hombre nunca me anuncia cosas buenas, sino solo cosas malas?
19 Micaías añadió:
—Por eso que has dicho, escucha la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono. Junto a él, a su derecha y a su izquierda, todo el ejército del cielo estaba de pie. 20 Entonces el Señor preguntó quién iría a incitar a Ajab para que atacara a Ramot de Galaad y cayera allí. Unos decían una cosa y otros otra. 21 Pero un espíritu se presentó delante del Señor y dijo que él lo haría. El Señor le preguntó cómo lo iba a hacer, 22 y el espíritu respondió que iba a inspirar mentiras en todos los profetas del rey. Entonces el Señor le dijo que, en efecto, conseguiría engañarlo, y que fuera a hacerlo. 23 Y ahora ya sabes que el Señor ha puesto un espíritu mentiroso en labios de todos estos profetas tuyos, y que ha determinado tu ruina.
24 Entonces Sedequías hijo de Quenaná se acercó a Micaías, le dio una bofetada y dijo:
—¿Por dónde se me fue el espíritu del Señor para hablarte a ti?
25 Y Micaías le respondió:
—Lo sabrás el día que andes escondiéndote de habitación en habitación.
26 Entonces el rey de Israel ordenó:
—¡Agarren a Micaías y llévenlo preso ante Amón, el gobernador de la ciudad, y ante Joás, mi hijo! 27 Díganles que yo ordeno que lo metan en la cárcel y lo tengan a ración escasa de pan y agua, hasta que yo regrese sano y salvo.
28 Todavía añadió Micaías:

«Si tú vuelves sano y salvo,
el Señor no ha hablado por medio de mí.»

29 Así pues, el rey de Israel, y Josafat, el rey de Judá, avanzaron contra Ramot de Galaad. 30 Y el rey de Israel dijo a Josafat:
—Yo voy a entrar en la batalla disfrazado, y tú te pondrás mi ropa.
Así el rey de Israel se disfrazó y entró en combate. 31 Pero el rey de Siria había ordenado a los treinta y dos capitanes de sus carros de combate que no atacaran a nadie que no fuera el rey de Israel. 32 Y cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron que él era el rey de Israel y lo rodearon para atacarlo. Entonces Josafat gritó pidiendo ayuda, 33 y al ver ellos que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo. 34 Pero un soldado disparó su arco al azar, e hirió de muerte al rey de Israel por entre las juntas de la armadura. Entonces este le ordenó al conductor de su carro:
—Da la vuelta y sácame del combate, porque estoy gravemente herido.
35 La batalla fue dura aquel día, y al rey se le mantuvo en pie en su carro, haciendo frente a los sirios. Pero a la tarde murió, pues la sangre de su herida corría por la plataforma del carro. 36 Cuando ya el sol se ponía, corrió la voz entre las filas del ejército: «¡Cada cual a su pueblo y a su tierra, 37 porque el rey ha muerto!»
Entonces el rey fue llevado a Samaria, y allí lo enterraron. 38 Después lavaron el carro en el estanque de Samaria, donde se bañaban las prostitutas, y los perros lamieron la sangre de Ajab, conforme a lo que el Señor había anunciado.
39 El resto de la historia de Ajab y de todo lo que hizo, y del palacio de marfil y las ciudades que construyó, está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 40 Cuando murió Ajab, en su lugar reinó su hijo Ocozías.
Reinado de Josafat en Judá
(2~Cr 20.31-37)
41 En el cuarto año del reinado de Ajab en Israel, Josafat hijo de Asa comenzó a reinar en Judá. 42 Tenía entonces treinta y cinco años, y veinticinco años reinó en Jerusalén. Su madre se llamaba Azura, y era hija de Siljí.
43a 43a (43) Josafat se condujo en todo con rectitud, como Asa, su padre. Sus hechos fueron rectos a los ojos del Señor. 43b 43b (44) Sin embargo, los santuarios paganos, donde el pueblo ofrecía sacrificios y quemaba incienso a los ídolos, no fueron quitados.
44 44 (45) Josafat hizo un tratado de paz con el rey de Israel. 45 45 (46) El resto de su historia y de sus hazañas, y de las guerras en que tomó parte, está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 46 46 (47) Josafat fue quien desterró del país a los que aún practicaban la prostitución como un culto, y que habían quedado desde el tiempo de Asa, su padre. 47 47 (48) (En Edom no había entonces rey, sino solo un intendente.)
48 48 (49) Josafat construyó también barcos como los de Tarsis, para traer oro de Ofir; pero no pudieron ir porque se hicieron pedazos en Ezión Guéber. 49 49 (50) Entonces Ocozías hijo de Ajab dijo a Josafat que permitiera a sus marinos acompañar a los suyos en los barcos, pero Josafat no lo permitió.
50 50 (51) Josafat murió y fue enterrado en la Ciudad de David, su antepasado. Después, en su lugar reinó su hijo Jorán.
Reinado de Ocozías en Israel
51 51 (52) En el año diecisiete del reinado de Josafat en Judá, Ocozías hijo de Ajab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, y reinó durante dos años. 52 52 (53) Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, pues siguió el mal camino de su padre y de su madre, y de Jeroboán hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 53 53 (54) Además, rindió culto a Baal y lo adoró, como antes lo había hecho su padre, con lo que provocó la ira del Señor, el Dios de Israel.