Jesús y la oración
(Mt 6.9-15Mt 7.7-11)1 En cierta ocasión, Jesús estaba orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.»
2 Jesús les dijo: «Cuando ustedes oren, digan: “Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.
3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
4 Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación.”»
5 También les dijo: «¿Quién de ustedes, que tenga un amigo, va a verlo a medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes,
6 porque un amigo mío ha venido a visitarme, y no tengo nada que ofrecerle”?
7 Aquel responderá desde adentro y le dirá: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mis niños están en la cama conmigo. No puedo levantarme para dártelos.”
8 Yo les digo que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sí se levantará por su insistencia, y le dará todo lo que necesite.
9 Así que pidan, y se les dará. Busquen, y encontrarán. Llamen, y se les abrirá.
10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
11 ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, en lugar del pescado le da una serpiente?
12 ¿O si le pide un huevo, le da un escorpión?
13 Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»
Una casa dividida contra sí misma
(Mt 12.22-30Mc 3.20-27)14 Jesús estaba expulsando un demonio que había dejado mudo a un hombre, y cuando el demonio salió, el mudo comenzó a hablar y la gente quedó asombrada.
15 Pero algunos dijeron: «Este expulsa a los demonios por el poder de Beelzebú, príncipe de los demonios.»
16 Otros, para ponerlo a prueba, le pedían alguna señal del cielo.
17 Pero él, que sabía lo que ellos pensaban, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda devastado. No hay casa que permanezca, si internamente está dividida.
18 Ya que ustedes dicen que yo expulso a los demonios por el poder de Beelzebú, ¿cómo podrá permanecer el reino de Satanás, si él está dividido contra sí mismo?
19 Porque, si yo expulso a los demonios por el poder de Beelzebú, ¿por el poder de quién los expulsan los hijos de ustedes? Por tanto, ellos mismos serán los jueces de ustedes.
20 Pero si yo expulso a los demonios por el poder de Dios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a ustedes.
21 Cuando un hombre fuerte está bien armado y protege su palacio, lo que posee no corre peligro.
22 Pero cuando otro más fuerte que él viene y lo derrota, le quita todas las armas en las que confiaba, y reparte el botín.
23 El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama.
El espíritu impuro que vuelve
(Mt 12.43-45)24 »Cuando el espíritu impuro sale del hombre, anda por lugares áridos en busca de reposo, pero al no encontrarlo dice: “Volveré a mi casa, de donde salí.”
25 Y cuando llega y la encuentra barrida y adornada,
26 va y trae otros siete espíritus peores que él, y todos entran y allí se quedan a vivir. ¡Y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero!»
Los que en verdad son dichosos
27 Mientras Jesús decía esto, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: «¡Dichoso el vientre que te dio a luz, y los senos que te amamantaron!»
28 Jesús respondió: «Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios, y la obedecen.»
La gente perversa demanda señal
(Mt 12.38-42)29 Como la multitud que lo rodeaba iba en aumento, Jesús comenzó a decir: «¡Qué malvada es esta generación! Demanda una señal, pero no tendrán más señal que la del profeta Jonás.
30 Porque así como Jonás fue una señal para los ninivitas, también el Hijo del Hombre será una señal para esta generación.
31 En el día del juicio, la reina del Sur se levantará con la gente de esta generación, y la condenará; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más grande que Salomón.
32 En el día del juicio, los habitantes de Nínive se levantarán con esta generación, y la condenarán; porque al oír la predicación de Jonás se arrepintieron, y aquí hay alguien que es más grande que Jonás.
La lámpara del cuerpo
(Mt 6.22-23)33 »Nadie esconde la luz que se enciende, ni la pone debajo de un cajón, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.
34 La lámpara del cuerpo es el ojo. Cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es malo, también tu cuerpo estará a oscuras.
35 Ten cuidado, no sea que la luz que hay en ti resulte ser oscuridad.
36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, y no participa de la oscuridad, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.»
Jesús acusa a fariseos y a intérpretes de la ley
(Mt 23.1-36Mc 12.38-40Lc 20.45-47)37 Después de que Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a que comiera con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
38 Al fariseo le extrañó ver que Jesús no se hubiera lavado antes de comer,
39 pero el Señor le dijo: «Ustedes los fariseos limpian por fuera el vaso y el plato, pero por dentro están llenos de robo y de maldad.
40 ¡Necios! ¿Acaso el que hizo lo de afuera, no hizo también lo de adentro?
41 Den limosna de lo que está adentro, y así todo quedará limpio para ustedes.
42 »¡Ay de ustedes, fariseos!, que dan el diezmo de la menta y de la ruda, y de toda clase de hortalizas, pero pasan por alto la justicia y el amor de Dios. Esto es necesario que lo hagan, sin dejar de hacer aquello.
43 ¡Ay de ustedes, fariseos!, que aman los primeros lugares en las sinagogas, y los saludos en las plazas.
44 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Son ustedes como sepulcros que no se ven, y los que pasan por encima no lo saben.»
45 Uno de los intérpretes de la ley, le dijo: «Maestro, cuando dices esto, nos insultas también a nosotros.»
46 Y Jesús dijo: «¡Ay de ustedes también, intérpretes de la ley! Porque imponen a los otros cargas muy difíciles de llevar, pero ustedes ni siquiera con un dedo las tocan.
47 ¡Ay de ustedes, los que erigen los sepulcros de los profetas que mataron los antepasados de ustedes!
48 Con ello, no solo son ustedes testigos sino cómplices de lo que hicieron sus antepasados, pues ellos los mataron y ustedes les erigen sus sepulcros.
49 Por eso, Dios en su sabiduría dijo: “Les enviaré profetas y apóstoles. De ellos, a unos matarán y a otros perseguirán.”
50 Por lo tanto, a la gente de esta generación se le demandará la sangre de todos los profetas, que desde la fundación del mundo ha sido derramada,
51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo. Sí, les aseguro que será demandada de esta generación.
52 ¡Ay de ustedes, intérpretes de la ley! Porque se han apoderado de la llave del conocimiento, ¡y ni ustedes entraron, y a los que sí querían entrar se lo impidieron!»
53 Como Jesús les decía todo esto, los escribas y los fariseos comenzaron a hostigarlo en gran manera, y a provocarlo para que hablara de muchas cosas,
54 y le tendían trampas para atraparlo en sus propias palabras.
Jesús y la oración
(Mt 6.9-15Mt 7.7-11)1 Una vez, Jesús estaba orando en un lugar; cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
—Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.
2 Jesús les dijo:
—Cuando oren, digan:
“Padre, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
3 Danos cada día el pan que necesitamos.
4 Perdónanos nuestros pecados,
pues también nosotros perdonamos
a quienes nos hacen mal.
Y no nos expongas a la tentación.”
5 También les dijo:
—Supongamos que uno de ustedes tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: “Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle.” 7 Sin duda el otro no le contestará desde adentro: “No me molestes; la puerta está cerrada, y mis hijos y yo ya estamos acostados; no puedo levantarme a darte nada.” 8 Les digo que, aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, lo hará por su impertinencia, y le dará todo lo que necesita. 9 Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. 10 Porque quien pide, recibe; y quien busca, encuentra; y a quien llama a la puerta, se le abre.
11 «¿Acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado, 12 o un alacrán cuando le pide un huevo? 13 Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»
Acusación contra Jesús
(Mt 12.22-30Mc 3.20-27)14 Una vez Jesús expulsó un demonio que había dejado mudo a un hombre; y cuando el demonio salió, el hombre comenzó a hablar. La gente se quedó admirada, 15 pero algunos dijeron: «Es Beelzebú, el jefe de los demonios, quien ha dado a este hombre el poder de expulsarlos.»
16 Otros, para tenderle una trampa, le pidieron una señal milagrosa del cielo. 17 Pero él, que sabía lo que estaban pensando, les dijo:
«Todo reino dividido entre bandos enemigos se destruye a sí mismo, y todas sus casas se derrumban una sobre otra. 18 Así también, si Satanás se divide contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su poder? Esto lo digo porque ustedes afirman que yo expulso los demonios por el poder de Beelzebú; 19 pero si es así, ¿quién da a los seguidores de ustedes el poder para expulsarlos? Por eso, ellos mismos los juzgarán a ustedes. 20 Además, si yo expulso los demonios por la mano de Dios, eso significa que el reino de Dios ya ha llegado a ustedes.
21 »Cuando un hombre fuerte está bien armado y cuida su casa, lo que en ella guarda está seguro. 22 Pero si otro más fuerte que él viene y lo vence, le quitará las armas en que confía, y todas sus pertenencias, y dispondrá de ellas.
23 »El que no está a mi favor está contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama.
El espíritu impuro que regresa
(Mt 12.43-45)24 »Cuando un espíritu impuro sale de alguien, anda por lugares secos buscando descanso; pero, al no encontrarlo, piensa: “Volveré a mi casa, de donde salí.” 25 Cuando regresa, encuentra esa casa barrida y arreglada. 26 Entonces va y reúne a otros siete espíritus peores que él, y todos se meten a vivir en aquella persona, que al final queda peor que al principio.»
Lo que realmente cuenta
27 Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer entre la gente gritó:
—¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te amamantó!
28 Él contestó:
—¡Dichosos más bien quienes escuchan la palabra de Dios, y la ponen en práctica!
Algunos piden una señal milagrosa
(Mt 12.38-42Mc 8.12)29 La multitud seguía reuniéndose alrededor de Jesús, y él comenzó a decirles: «La gente de este tiempo es malvada; pide una señal milagrosa, pero no va a dársele más señal que la de Jonás. 30 Pues así como Jonás fue una señal para la gente de Nínive, también el Hijo del hombre será una señal para la gente de este tiempo. 31 En el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, la reina del Sur se levantará y la condenará; porque ella vino de lo más lejano de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y lo que hay aquí es mayor que Salomón. 32 También los de Nínive se levantarán en el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, y la condenarán; porque los de Nínive se volvieron a Dios cuando oyeron el mensaje de Jonás, y lo que hay aquí es mayor que Jonás.
La lámpara del cuerpo
(Mt 5.15Mt 6.22-23)33 »Nadie enciende una lámpara y la pone en un lugar escondido, ni bajo un cajón, sino en alto, para que alumbre a todos los que entran en la casa. 34 Tus ojos son la lámpara del cuerpo; si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo está iluminado; pero si son malos, tu cuerpo está en la oscuridad. 35 Asegúrate de que la luz que hay en ti no resulte ser oscuridad. 36 Así que, si todo tu cuerpo está iluminado y no hay en él ninguna oscuridad, lo alumbrará todo, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.»
Jesús denuncia a los fariseos y a los maestros de la ley
(Mt 23.1-36Mc 12.38-40Lc 20.45-47)37 Cuando Jesús dejó de hablar, un fariseo lo invitó a comer en su casa, y Jesús fue y se sentó a la mesa. 38 El fariseo se extrañó al ver que Jesús se sentó a la mesa sin lavarse las manos. 39 Pero el Señor le dijo:
—Ustedes los fariseos limpian por fuera el vaso y el plato, pero por dentro están llenos de codicia y de maldad. 40 ¡Necios! ¿No saben que quien hizo lo de fuera también hizo lo de dentro? 41 Den limosnas de lo que está dentro, y así todo quedará limpio en ustedes.
42 »¡Ay de ustedes, fariseos!, que separan para Dios la décima parte de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, pero se olvidan de la justicia y del amor a Dios. ¡Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro!
43 »¡Ay de ustedes, fariseos!, que aman los asientos de honor en las sinagogas, y les encanta que la gente los salude en las plazas.
44 »¡Ay de ustedes, que son como sepulcros ocultos a la vista, y la gente camina por encima sin saberlo!
45 Entonces uno de los maestros de la ley le contestó:
—Maestro, al decir esto nos ofendes también a nosotros.
46 Pero Jesús dijo:
—¡Ay de ustedes también, maestros de la ley!, que imponen cargas que nadie puede soportar, pero ustedes ni siquiera con un dedo las tocan.
47 »¡Ay de ustedes!, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes los antepasados de ustedes mataron. 48 Con eso son testigos y aprueban lo que sus antepasados hicieron, pues ellos los mataron y ustedes construyen sus sepulcros.
49 »Por eso, Dios en su sabiduría dijo: “Les mandaré profetas y apóstoles, y matarán a algunos de ellos y perseguirán a otros.” 50 Pues a la generación de hoy Dios le va a pedir cuentas de la sangre de todos los profetas, la cual ha sido derramada desde que se creó el mundo, 51 desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Repito, Dios pedirá cuentas de la muerte de ellos a la generación de hoy.
52 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley!, que se adueñaron de la llave del conocimiento; pero ni ustedes mismos entran, ni dejan entrar a quienes quieren hacerlo.»
53 Cuando Jesús salió de allí, los maestros de la ley y los fariseos, muy enojados, comenzaron a hostigarlo y a interrogarlo con muchas preguntas; 54 y le tendían trampas para atraparlo en sus propias palabras.