Confesión del pecado de Israel
1 Bien pueden ver que la mano del Señor no está impedida para salvar, ni sus oídos se han agravado para no oír.
2 Son las iniquidades de ustedes las que han creado una división entre ustedes y su Dios. Son sus pecados los que le han llevado a volverles la espalda para no escucharlos.
3 ¡Ustedes tienen las manos manchadas de sangre! ¡Sus dedos están llenos de iniquidad! ¡Mienten con los labios y emiten maldad con la lengua!
4 No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue con la verdad; confían en lo que no es, y profieren mentiras; conciben maldades, y dan a luz iniquidad.
5 Incuban huevos de áspides, y tejen telarañas; el que coma de esos huevos, morirá; y el que los exprima, sacará de allí una víbora.
6 Sus telas no sirven para vestir, así que no podrán cubrirse con lo que hacen; sus obras son obras de iniquidad; lo que hacen es producto de la rapiña.
7 Sus pies corren al mal y se apresuran para derramar sangre inocente; sus pensamientos son pensamientos malvados; en sus caminos solo hay destrucción y quebrantamiento.
8 No conocen el camino de la paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas, y todo el que las siga jamás conocerá la paz.
9 Por eso la justicia se alejó de nosotros, y el derecho no nos alcanzó; esperábamos luz, y lo que tenemos son tinieblas; resplandores, y andamos en la oscuridad.
10 Palpamos la pared y andamos a tientas, como si fuéramos ciegos o no tuviéramos ojos; tropezamos a plena luz del día, como si fuera de noche; nos contamos entre los fuertes, y parecemos muertos.
11 Todos nosotros gruñimos como osos, pero nuestras quejas son gemidos de paloma; esperábamos justicia, y no la hay; ¡la salvación se ha alejado de nosotros!
12 Ciertamente, nuestras rebeliones ante ti se han multiplicado; nuestros pecados nos acusan, nuestras iniquidades nos persiguen, ¡y bien sabemos que hemos pecado!
13 Hemos ofendido al Señor, le hemos mentido, nos hemos alejado de nuestro Dios. Lanzamos calumnias, nos rebelamos, y en el corazón concebimos y hacemos crecer la mentira.
14 Mantenemos lejos de nosotros a la justicia y el derecho; la verdad es obstaculizada en la plaza, y a la equidad no se le permite llegar.
15 En ninguna parte se encuentra la verdad. El que se aparta del mal, ¡es puesto en prisión!
El Señor vio esto, y le fue muy desagradable ver que ya no había derecho.
16 Buscó a alguien, y se asombró al ver que nadie intervenía. Entonces intervino su brazo para salvar, y para establecer su justicia:
17 se revistió de justicia como con una coraza, y se cubrió la cabeza con un yelmo de victoria; por vestiduras tomó ropas de venganza, y el celo por su pueblo lo cubrió como un manto.
18 Y se dispuso a vindicarlos, a retribuir con ira a sus enemigos y darles su merecido a sus adversarios de las costas lejanas.
19 Del oriente al occidente temerán el nombre del Señor y reconocerán su poder. Ciertamente el enemigo vendrá como un río caudaloso, impulsado por el espíritu del Señor,
20 pero el Redentor vendrá a Sión, al encuentro de todos los de Jacob que se arrepientan de su maldad.
—Palabra del Señor.
21 El Señor ha dicho:
«Este será el pacto que haré con ellos: Mi espíritu está sobre ti, y desde ahora y para siempre las palabras que puse en tu boca nunca se apartarán de tus labios, ni de los labios de tus hijos, ni de los labios de tus nietos.»
Culpa y castigo de Israel
1 El poder del Señor no ha disminuido
como para no poder salvar,
ni se ha vuelto él tan sordo
como para no oír.
2 Pero las maldades de ustedes
son un obstáculo que los separa de Dios;
sus pecados hacen que él se cubra la cara
y que no los quiera oír.
3 Ustedes tienen las manos manchadas de sangre
y los dedos manchados de crímenes;
sus labios profieren mentiras,
su lengua emite maldad.
4 Sus denuncias son falsas,
y nadie se presenta a juicio con honradez.
Confían más bien en la mentira
y en palabras vanas;
han concebido maldad
y darán a luz el crimen.
5 Incuban huevos de víbora
y tejen telarañas;
el que come esos huevos se muere,
y si alguien los aplasta, salen serpientes venenosas.
6 Con esas telarañas no se hacen vestidos;
nadie puede vestirse con lo que ellos tejen.
Sus acciones son todas criminales:
sus manos trabajan para producir violencia,
7 sus pies les sirven para correr al mal,
para darse prisa a derramar sangre inocente.
Sus pensamientos se dirigen al crimen,
y a su paso solo dejan destrucción y ruina.
8 No conocen el camino de la paz,
no hay rectitud en sus acciones.
Los caminos que siguen son torcidos;
los que andan por ellos no encuentran la paz.

9 Por eso la salvación se ha alejado de nosotros
y la liberación no se nos acerca;
esperábamos la luz, y no hay más que oscuridad;
esperábamos la claridad, y andamos en tinieblas.
10 Andamos a tientas, como ciegos junto a una pared,
como si no tuviéramos ojos;
en pleno mediodía tropezamos como si fuera de noche;
teniendo salud, estamos como muertos.
11 Todos nosotros gruñimos como osos,
gemimos como palomas;
esperamos la salvación, pero no llega;
esperamos la liberación, pero está lejos.
12 Señor, nosotros te hemos ofendido mucho,
y nuestros propios pecados nos acusan;
tenemos presentes nuestras culpas
y conocemos nuestras maldades.
13 Hemos sido rebeldes e infieles al Señor,
no quisimos seguir a nuestro Dios,
hemos hablado de violencia y de traición,
hemos hecho planes para engañar a los demás.
14 La justicia ha sido despreciada,
nos hemos alejado de la rectitud.
Por eso, la sinceridad tropieza en la plaza pública,
y por ningún lado aparece la honradez.
15 La sinceridad ha desaparecido,
y al que se aparta del mal le roban lo que tiene.

El Señor está enojado,
al ver que no hay justicia.

16 El Señor quedó asombrado
al ver que nadie solucionaba esto;
entonces actuó con su propio poder,
y él mismo obtuvo la victoria.
17 Se vistió de esa victoria, como de una coraza,
se puso la salvación como un casco en la cabeza,
se revistió de venganza como de una túnica
y se envolvió de ira como si fuera un manto.
18 El Señor dará a cada cual su merecido;
castigará a sus enemigos.
A quienes lo odian, les dará lo que se merecen;
aun a los habitantes de las islas.
19 Cuando todo el mundo, del oriente al occidente,
vea la majestad del Señor, le mostrará reverencia,
porque el Señor vendrá como un río crecido,
impulsado por un viento poderoso.
20 Vendrá como redentor de Sión
y de todos los descendientes de Jacob
que se arrepientan de sus culpas.
El Señor lo afirma.

21 El Señor dice:
«Este es mi pacto y mi promesa con ustedes:
mi poder y las enseñanzas que les he dado
jamás se apartarán de ustedes
ni de sus descendientes
por toda la eternidad.»