El ayuno verdadero
1 «¡Grita a voz en cuello y sin descanso! ¡Levanta la voz como una trompeta, y denuncia la rebelión de mi pueblo! ¡Denuncia el pecado de la casa de Jacob!
2 Dicen que me buscan todos los días, y que quieren conocer mis caminos, ¡como si fueran gente que practicara la justicia y que nunca hubiera abandonado las enseñanzas de su Dios! Me piden emitir juicios justos, dicen que quieren acercarse a mí,
3 y me preguntan: “¿Qué sentido tiene que ayunemos, si no nos haces caso? ¿Para qué afligir nuestro cuerpo, si tú no te das por enterado?” Pero resulta que cuando ayunan solo buscan su propia satisfacción, ¡y mientras tanto oprimen a todos sus trabajadores!
4 Solo ayunan para estar peleando y discutiendo, y para dar de puñetazos impunemente. Si quieren que su voz sea escuchada en lo alto, no ayunen como hoy día lo hacen.
5 ¿Acaso lo que yo quiero como ayuno es que un día alguien aflija su cuerpo, que incline la cabeza como un junco, y que se acueste sobre el cilicio y la ceniza? ¿A eso le llaman ayuno, y día agradable al Señor?
6 »Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo!
7 Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano!
8 Si actúas así, entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas sanarán; la justicia será tu vanguardia, y la gloria del Señor será tu retaguardia.
9 »Entonces clamarás, y el Señor te responderá; lo invocarás, y él te dirá: “Aquí estoy. Si quitas de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el lenguaje hueco;
10 y si compartes tu pan con el hambriento y satisfaces el hambre de los afligidos, entonces tu luz brillará entre las tinieblas, y la oscuridad que te rodea será como el mediodía.”
11 Entonces yo, el Señor, te guiaré siempre, y en tiempos de sequía satisfaré tu sed; infundiré nuevas fuerzas a tus huesos, y serás como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas nunca faltarán.
12 De generación en generación tus descendientes edificarán las ruinas y los cimientos de antaño, y tú serás conocido como reparador de ruinas y restaurador de calzadas otrora intransitables.
La observancia del día de reposo
13 »Si en el día de reposo, que es mi día santo, te refrenas de hacer tu voluntad y lo llamas día santo y glorioso del Señor; y si lo honras no siguiendo tu propio camino ni buscando tu voluntad, ni hablando por hablar,
14 entonces hallarás tu deleite en mí. Yo, el Señor, te llevaré a las alturas de la tierra, y allí te daré a comer de la herencia de tu padre Jacob.»
La boca del Señor lo ha dicho.
El verdadero ayuno
1 El Señor me dijo:
«Grita sin miedo, a voz en cuello;
alza la voz como trompeta;
reprende a mi pueblo por su maldad,
al pueblo de Jacob por sus pecados.
2 Me buscan todos los días
y están felices de conocer mis caminos,
como si fueran un pueblo que hace el bien
y que no hubiera abandonado mis leyes;
demandan de mí leyes justas
y se muestran felices de acercarse a mí;
3 y, sin embargo, dicen:
“¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve?
¿Para qué sacrificarnos, si él no se da cuenta?”
Ustedes dedican el día de ayuno para hacer negocios
y para explotar a sus trabajadores;
4 pasan el día de ayuno en disputas y peleas
y repartiendo golpes criminales con los puños.
Un día de ayuno así no puede lograr
que yo escuche sus oraciones.
5 ¿Creen que el ayuno que me agrada
consiste en afligirse,
en agachar la cabeza como un junco
y en acostarse vestidos con ásperas ropas sobre la ceniza?
¿Eso es lo que ustedes llaman “ayuno”,
y “día agradable al Señor”?
6 Pues no lo es.
El ayuno que a mí me agrada consiste en esto:
en que rompas las cadenas de la injusticia
y desates los nudos que aprietan el yugo;
en que dejes libres a los oprimidos
y acabes, en fin, con toda tiranía;
7 en que compartas tu pan con el hambriento
y recibas en tu casa al pobre sin techo;
en que vistas al que no tiene ropa
y en siempre ayudar a tus semejantes cuando más lo necesitan.
8 Si haces esto, tu luz brillará como el amanecer
y tus heridas sanarán muy pronto.
Tu rectitud irá delante de ti
y mi gloria te seguirá.
9 Entonces, si me llamas, yo te responderé;
si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: “Aquí estoy.”
Si haces que toda opresión desaparezca,
si no insultas a otros
ni les levantas calumnias,
10 si tú mismo te entregas al servicio del hambriento,
y si ayudas al afligido en su necesidad,
entonces tu luz brillará en la oscuridad,
tus sombras se convertirán en luz de mediodía;
11 constantemente te guiaré,
te daré comida abundante en el desierto,
fortaleceré tu cuerpo
y serás como un jardín bien regado,
como un manantial al que no le falta el agua.
12 Tu pueblo reconstruirá las viejas ruinas
y restaurará los cimientos puestos hace siglos.
Llamarán a tu pueblo:
“reparador de muros caídos”,
“reconstructor de casa en ruinas”.»
Sobre el sábado
13 «Respeta el sábado;
no dediques mi día santo a tus negocios.
Considera este día como un día de alegría,
como día santo del Señor y digno de honor;
hónralo, no dedicándote a tus asuntos
ni buscando tus intereses, o haciendo negocios.
14 Si haces esto, te regocijarás en mí;
yo te llevaré triunfante sobre las alturas del país
y te haré disfrutar de la herencia de tu padre Jacob.»
El Señor mismo lo ha dicho.