La invasión de Senaquerib
(2 R 18.13-372 Cr 32.1-19)1 En el año catorce del reinado de Ezequías, el rey Senaquerib, de Asiria, atacó y conquistó todas las ciudades fortificadas de Judá.
2 Desde Laquis, el rey de Asiria envió a su primer oficial al frente de un gran ejército, para que atacara a Jerusalén y al rey Ezequías; y el primer oficial acampó junto al acueducto del estanque superior, camino al Campo del Lavador.
3 Entonces fue a verlo el mayordomo Eliaquín hijo de Hilcías, junto con el escriba Sebna y el canciller Yoaj hijo de Asaf.
4 El primer oficial de Senaquerib les dijo:
«Digan a Ezequías que el gran rey de Asiria manda a decirle: “¿En qué te apoyas, que te sientes tan confiado?
5 Tú hablas de contar con una coalición y con poder para hacerme la guerra, pero yo digo que esas no son más que palabras huecas. Dime ahora: ¿en quién confías, que te rebelas contra mí?
6 Por lo visto, confías en ese bastón de caña quebradiza que es Egipto, ¡bastón que le atravesará y perforará la mano a quien se apoye en él! ¡Eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confíen!
7 Pero si me dices que ustedes confían en el Señor su Dios, ¿acaso no se trata de ese Dios cuyos lugares altos y altares tú, Ezequías, mandaste quitar, y luego dijiste a Judá y a Jerusalén: ‘Adoren ante este altar’?”
8 Yo te sugiero que hagas ahora este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te daré dos mil caballos, si tú puedes hallar otros tantos jinetes para que cabalguen sobre ellos.
9 ¿Cómo vas a hacerle frente a un simple capitán, al menor de los siervos de mi señor, aun cuando estés confiado en Egipto y en sus carros y su caballería?
10 Si yo he venido a destruir esta tierra es porque antes el Señor me dijo: “¡Ve a esa tierra y destrúyela!”»
11 Entonces Eliaquín, Sebna y Yoaj le dijeron al primer oficial:
«Por favor, habla a estos siervos tuyos en arameo, que nosotros lo entendemos. No nos hables en la lengua de Judá, porque te oye toda la gente que está sobre la muralla.»
12 Pero el primer oficial dijo:
«¿Y acaso me envió mi señor a decirles esto solo a ti y a tu señor? ¡No! ¡Me envió también a la gente que está sobre la muralla, y que junto con ustedes pronto van a comerse su propio estiércol y a beberse su propia orina!»
13 Enseguida el primer oficial se puso en pie, y a voz en cuello gritó en la lengua de Judá:
«¡Escuchen las palabras del gran rey, el rey de Asiria!
14 Así dice el rey: “Que no los engañe Ezequías, porque no va a poder salvarlos.
15 Que no les haga Ezequías confiar en el Señor, al decir: ‘El Señor nos librará; esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria.’
16 No le hagan caso a Ezequías. El rey de Asiria les dice: ‘Hagan la paz conmigo. Entréguense a mí, y cada uno de ustedes podrá comer de su viña y de su higuera, y beberá también de las aguas de su pozo,
17 hasta que yo venga y los lleve a una tierra como la de ustedes, una tierra en la que abunda el trigo y el vino, el pan y las viñas.
18 Tengan cuidado. Que no los engañe Ezequías con eso de que el Señor los salvará. ¿Acaso los dioses de las otras naciones pudieron salvar a sus países de la mano del rey de Asiria?
19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvayin? ¿Acaso pudieron salvar a Samaria de mi mano?
20 ¿Qué dios entre los dioses de esos países pudo librar de mi mano a su país, como para que el Señor libre de mi mano a Jerusalén?’”»
21 Pero ellos se quedaron callados, y no le respondieron una sola palabra, porque el rey les había ordenado que no le respondieran.
22 Luego el mayordomo Eliaquín hijo de Hilcías, el escriba Sebna y el canciller Yoaj hijo de Asaf se presentaron ante Ezequías, y allí se rasgaron los vestidos y le contaron lo que había dicho el primer oficial.
La invasión de Senaquerib
(2~R 18.13-372~Cr 32.1-19)1 En el año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó todas las ciudades fortificadas de Judá y las conquistó. 2 Desde Laquis envío a Jerusalén a un importante oficial para hablar con el rey Ezequías. Ese oficial iba al mando de un poderoso ejército, que acampó junto al canal del estanque superior, en el camino que va al campo del Lavador de Paños. 3 A su encuentro salieron Eliaquín hijo de Hilcías, que era administrador del palacio; el cronista Sebna, y Yoaj hijo de Asaf, que era secretario del rey. 4 El oficial asirio les dijo:
—Comuniquen a Ezequías este mensaje del gran rey, el rey de Asiria: “¿Por qué te sientes tan seguro? 5 ¿Acaso piensas que son suficientes las palabras bonitas, y que para hacer la guerra valen tanto como la táctica y la fuerza? ¿En quién confías para rebelarte contra mí? 6 Veo que confías en el apoyo de Egipto. ¡Pero Egipto es una caña astillada! Si alguien se apoya en ella, se le clava y le atraviesa la mano. Y eso es el faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. 7 Tal vez me digas: Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios. Pero ¿acaso no fue Ezequías quien quitó los lugares de culto y sus muchos altares, y ordenó que la gente de Judá y Jerusalén rindiera culto solamente en un altar? 8 Haz un trato con mi señor, el rey de Asiria, y yo les daré a ustedes dos mil caballos, si acaso ustedes consiguen jinetes para ellos. 9 Tú no eres capaz de poner en fuga ni al más insignificante de los oficiales asirios, ¿y realmente esperas conseguir jinetes y caballos en Egipto? 10 Además, ¿tú crees que yo he venido a atacar y destruir este país, sin contar con el apoyo del Señor? ¡Si fue él quien me ordenó atacarlo y destruirlo!”
11 Eliaquín, Sebna y Yoaj respondieron al oficial asirio:
—Por favor, hable usted en arameo, pues nosotros lo entendemos. No hable en hebreo, pues toda la gente que está en la muralla lo está escuchando.
12 Pero el oficial asirio les respondió:
—No me mandó el rey de Asiria a decir esto a tu amo, ni a ustedes, sino precisamente a la gente que está en la muralla, pues tanto ellos como ustedes tendrán que comerse su propio estiércol y beberse sus propios orines.
13 Dicho esto, el oficial se puso en pie y gritó muy fuerte en hebreo:
—Oigan lo que les dice el gran rey, el rey de Asiria: 14 “No se dejen engañar por Ezequías, porque él no puede salvarlos.” 15 Si Ezequías quiere convencerlos de que confíen en el Señor, y les dice: “Ciertamente el Señor nos salvará y no permitirá que esta ciudad caiga en poder del rey de Asiria”, 16 no le hagan caso. El rey de Asiria me manda a decirles que hagan las paces con él, y que se rindan, y así cada uno de ustedes podrá comer los frutos de su viñedo y de su higuera, y beber el agua de su propia cisterna. 17 Después los llevará a un país parecido al de ustedes, un país de trigales y viñedos, para que hagan pan y vino. 18 No se dejen engañar por Ezequías si les dice que el Señor los va a salvar. ¿Acaso los dioses de los otros pueblos pudieron salvar a su país del poder del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin? ¿Acaso pudieron salvar a Samaria del poder de Asiria? 20 ¿Cuál de todos los dioses de esos países pudo salvar a su nación del poder del rey de Asiria? ¿Cómo creen entonces que su Dios podrá salvar a Jerusalén?
21 Ellos se quedaron callados y no le respondieron ni una palabra, porque el rey había ordenado que no respondieran nada. 22 Pero muy afligidos Eliaquín, administrador del palacio, Sebna el cronista, y Yoaj, secretario del rey, se rasgaron la ropa y se fueron a ver a Ezequías para contarle lo que había dicho el oficial asirio.