Moisés exhorta a la obediencia
1 »Ahora, pueblo de Israel, oigan los estatutos y decretos que voy a enseñarles, para que los pongan por obra, y vivan y entren en la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres, y tomen posesión de ella.
2 No añadan ni quiten una sola palabra de lo que yo les mando, sino cumplan los mandamientos del Señor su Dios, que yo les ordeno observar.
3 Con sus propios ojos han visto ustedes lo que el Señor hizo en Baal Pegor, y cómo el Señor su Dios destruyó de en medio de ustedes a todos los que se fueron tras Baal Pegor.
4 Pero todos ustedes, los que siguieron al Señor su Dios, todavía siguen con vida.
5 Miren, yo les he enseñado los estatutos y decretos que el Señor mi Dios me mandó enseñarles, para que los cumplan en la tierra en la cual van a entrar para tomar posesión de ella.
6 Cumplan con ellos, pónganlos por obra, porque esta es su sabiduría y su inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos y dirán: “Ciertamente, este es un pueblo sabio y entendido; es una gran nación.”
7 Porque ¿dónde hay una gran nación, cuyos dioses estén tan cerca de ellos como lo está de nosotros el Señor nuestro Dios en todo lo que le pedimos?
8 Y ¿dónde hay una gran nación, cuyos estatutos y juicios sean justos, como lo es toda esta ley que hoy les expongo?
La experiencia de Israel en Horeb
9 »Por lo tanto, ten cuidado. Ten mucho cuidado de no olvidar nada de todo lo que tus ojos han visto. Que no se aparten de tu corazón en ningún momento de tu vida. Al contrario, enséñales esto a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
10 Aquel día que estuviste delante del Señor tu Dios en Horeb, el Señor me dijo: “Reúne al pueblo, para que yo les haga oír mis palabras. Las aprenderán, para que me teman todos los días que vivan sobre la tierra, y para que las enseñen a sus hijos.”
11 Ustedes se acercaron y se pusieron al pie del monte, y el monte ardía en medio de una espesa nube y de gran oscuridad, mientras el fuego llegaba hasta los cielos.
12 Entonces, desde el fuego el Señor habló con ustedes, y ustedes oyeron su voz y sus palabras, pero aparte de oír su voz, no vieron ninguna figura.
13 Entonces él les dio a conocer su pacto, el cual les mandó poner por obra, es decir, los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.
14 En aquella ocasión, a mí también me ordenó el Señor enseñarles a ustedes los estatutos y sentencias, para que los pusieran por obra en la tierra de la cual van a tomar posesión.
Advertencia contra la idolatría
15 »El día que el Señor les habló desde el fuego ustedes no vieron ninguna figura. Así que tengan mucho cuidado,
16 para que no se corrompan al hacerse esculturas, o imágenes de alguna figura, o efigies de hombres o mujeres,
17 o figuras de los animales que hay en la tierra, o figuras de las aves que cruzan los aires,
18 o figuras de los animales que se arrastran por el suelo, o figuras de los peces que hay en el agua debajo de la tierra.
19 No vaya a ser que levantes los ojos al cielo y, al ver el sol y la luna y las estrellas, y todas las huestes celestiales, sientas el impulso de inclinarte ante ellos y adorarlos. Todos ellos los ha concedido el Señor tu Dios a todos los pueblos debajo de los cielos;
20 en cambio, a ustedes el Señor los tomó y los sacó de Egipto, de ese horno de hierro, para que sean su propio pueblo, como en efecto hoy lo son.
21 »Por culpa de ustedes el Señor se enojó contra mí, y juró que yo no cruzaría el Jordán ni entraría en la bella tierra que el Señor su Dios les da en propiedad.
22 Así que yo no cruzaré el Jordán, sino que voy a morir en esta tierra; pero ustedes sí lo cruzarán, y tomarán posesión de esa bella tierra.
23 Tengan cuidado de no olvidarse del pacto que el Señor su Dios estableció con ustedes. No se hagan ninguna escultura ni imagen de todo lo que el Señor su Dios les ha prohibido,
24 pues el Señor su Dios es un fuego consumidor; es un Dios celoso.
25 »Si después de haber engendrado hijos y nietos, y de haber pasado su vida en la tierra, llegan ustedes a corromperse y hacerse esculturas o imágenes de alguna cosa, y hacen enojar al Señor su Dios por hacer lo malo delante de sus ojos,
26 pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra de que muy pronto ustedes serán totalmente borrados de la tierra por la cual cruzan el Jordán para tomar posesión de ella. No estarán en ella mucho tiempo sin que sean destruidos.
27 El Señor los esparcirá entre los pueblos, y un reducido número de ustedes quedará entre las naciones a las cuales el Señor los lleva.
28 Allí ustedes servirán a dioses de madera y piedra, hechos por manos humanas, incapaces de ver, oír, comer ni oler.
29 »Pero si estando allí buscas al Señor tu Dios, lo hallarás, siempre y cuando lo busques con todo tu corazón y con toda tu alma.
30 En los últimos días, si te encuentras angustiado y afectado por todas estas cosas, si te vuelves al Señor tu Dios, y oyes su voz,
31 él no te abandonará ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que hizo con tus padres, porque el Señor tu Dios es un Dios misericordioso.
32 »Pregunta ahora si en los tiempos pasados, antes de que tú vivieras, o desde el día que Dios creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo del cielo al otro ha ocurrido algo tan grande como esto, o se supo de algo así.
33 ¿Acaso algún pueblo ha escuchado la voz de Dios hablarle desde el fuego, como la has oído tú, y seguir con vida?
34 ¿O ha intentado Dios venir y sacar a una nación de en medio de otra nación, y hacerla suya con pruebas y señales, y con milagros y guerra, y con mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores, como lo hizo el Señor su Dios en Egipto con ustedes, ante sus propios ojos?
35 A ti, Israel, se te ha mostrado esto, para que sepas que el Señor es Dios, y que no hay otro fuera de él.
36 Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; sobre la tierra te mostró su gran fuego, y en medio del fuego has oído sus palabras.
37 Fue tal su amor por tus padres que los escogió a ustedes, la descendencia de ellos, y con su presencia y gran poder los sacó de Egipto,
38 y delante de ustedes expulsó a naciones más grandes y fuertes que ustedes, para introducirlos en la tierra de la que hoy les da posesión.
39 »Israel, aprende y reflexiona hoy en tu corazón que el Señor es Dios, lo mismo arriba en el cielo que abajo en la tierra, y que no hay otro Dios.
40 Cumple con sus estatutos y sus mandamientos, los cuales hoy te ordeno cumplir, para que te vaya bien, a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.»
Ciudades de refugio al oriente del Jordán
41 Moisés apartó tres ciudades en la ribera oriental del Jordán, hacia la salida del sol,
42 para que pudiera huir allá quien, sin proponérselo y sin mediar antes enemistad con su prójimo, cometiera un homicidio, pues huyendo a una de estas ciudades el homicida podría salvar su vida.
43 Para los rubenitas apartó Beser, que estaba en el desierto, en la llanura; para los gaditas apartó Ramot, en Galaad; y para los de Manasés apartó Golán, en Basán.
Recapitulación de la ley
44 Esta es la ley que Moisés expuso a los hijos de Israel,
45 y estos son los testimonios, los estatutos y los decretos que, cuando salieron de Egipto, Moisés comunicó a los hijos de Israel
46 en este lado del Jordán, en el valle que está delante de Bet Pegor, ya en territorio de Sijón, el rey de los amorreos que reinaba en Jesbón, y al cual Moisés derrotó cuando salieron de Egipto. Y los hijos de Israel
47 tomaron posesión de su tierra y de la tierra de Og, el rey de Basán. Estos dos reyes amorreos estaban en la ribera oriental del Jordán, y su territorio iba
48 de Aroer, en la ribera del arroyo Arnón, hasta el monte Sión, que es Hermón,
49 y por todo el Arabá, en la ribera oriental del Jordán, hasta el mar del Arabá, en la falda del monte Pisga.
Moisés aconseja obediencia a los israelitas
1 Moisés siguió diciendo:
«Ahora pues, israelitas, escuchen las reglas y ordenanzas que les he enseñado, y pónganlas en práctica, para que vivan y ocupen el país que el Señor y Dios de sus antepasados les va a dar. 2 No añadan ni quiten nada a lo que yo les ordeno; cumplan los mandamientos del Señor su Dios, que yo les doy. 3 Ustedes mismos han visto lo que el Señor hizo en Baal Pegor, y cómo eliminó de nuestro pueblo a todos los que adoraron al dios de ese monte; 4 pero todos ustedes, los que se mantuvieron fieles al Señor su Dios, todavía están vivos. 5 Yo les he enseñado las reglas y ordenanzas que el Señor mi Dios me ordenó, para que las pongan en práctica en el país que van a ocupar. 6 Cúmplanlas y practíquenlas, porque de esta manera los pueblos reconocerán que en ustedes hay sabiduría y entendimiento, ya que cuando conozcan estas reglas no podrán menos que decir: “¡Qué sabia y entendida es esta gran nación!” 7 Porque, ¿qué nación hay tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella, como tenemos nosotros al Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? 8 ¿Y qué nación hay tan grande que tenga reglas y ordenanzas tan justas como toda esta enseñanza que yo les presento hoy? 9 Así pues, tengan mucho cuidado de no olvidar todas estas experiencias que han vivido; no las aparten jamás de su pensamiento. Por el contrario, siempre deberán contarlas a sus hijos y a sus nietos.
Dios habla en el monte Horeb
10 »El día que ustedes estuvieron ante el Señor su Dios en el monte Horeb, el Señor me dijo: “Reúne al pueblo para que escuchen mis palabras y aprendan a honrarme todos los días de su vida, y eso mismo deben de enseñar a sus hijos.”
11 »Ustedes se acercaron al pie del monte, del cual salían llamas de fuego que subían a gran altura y formaban una nube espesa y negra. 12 Entonces el Señor les habló de en medio del fuego. Ustedes oyeron sus palabras, pero, aparte de oír su voz, no vieron ninguna figura. 13 El Señor les dio a conocer su alianza, que eran Diez Mandamientos que escribió en dos tablas de piedra y que les mandó poner en práctica. 14 A mí me ordenó que les enseñara las reglas y ordenanzas que han de cumplir en la tierra que van a ocupar.
Advertencia contra la idolatría
15 »El día en que el Señor habló con ustedes de en medio del fuego, en el monte Horeb, no vieron ninguna figura. Tengan, pues, mucho cuidado 16 de no caer en la perversión de hacer figuras que tengan forma de hombre o de mujer, 17 ni figuras de animales, aves, 18 reptiles o peces. 19 Y cuando miren al cielo y vean el sol, la luna, las estrellas y todos los astros, no caigan en la tentación de adorarlos, porque el Señor su Dios creó los astros para beneficio de todos los pueblos del mundo. 20 En cuanto a ustedes, el Señor los tomó y los sacó de aquel horno para fundir hierro, que es Egipto, e hizo de ustedes lo que ahora son: el pueblo de su propiedad. 21 Sin embargo, el Señor se enojó conmigo por culpa de ustedes, y juró que yo no pasaría el río Jordán ni entraría en la buena tierra que él les va a dar en propiedad. 22 Así que, aunque yo voy a morir en este país y no cruzaré el Jordán, ustedes sí lo cruzarán, y tomarán posesión de esa buena tierra. 23 Pero tengan cuidado de no olvidarse de la alianza que el Señor su Dios ha hecho con ustedes. No se hagan ningún ídolo ni figura de las que el Señor su Dios les ha prohibido hacer, 24 porque el Señor su Dios es un Dios celoso, ¡un fuego que todo lo consume!
25 »Cuando ustedes tengan hijos y nietos, y se hayan hecho viejos en este país, no vayan a rebajarse haciendo imágenes o figuras que representen cualquier cosa, cometiendo así una maldad delante del Señor su Dios y provocando su enojo. 26 Si eso sucediera, ustedes desaparecerán del país que van a ocupar al otro lado del Jordán. El cielo y la tierra son testigos de la advertencia que les doy. ¡No vivirán mucho tiempo en esa tierra! ¡Serán exterminados por completo!
27 »El Señor los dispersará por todas las naciones, y solo un pequeño número de ustedes sobrevivirá en ellas. 28 Allí servirán a dioses fabricados por artesanos: ídolos de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni respiran. 29 Pero si allí buscan al Señor su Dios con todo su ser, lo encontrarán. 30 Cuando finalmente pasen ustedes por todos estos sufrimientos y angustias, si se vuelven al Señor y le obedecen, 31 él, que es bondadoso, no los abandonará ni los destruirá, ni se olvidará de la alianza que hizo con sus antepasados y que juró cumplir.
32 »Estudien el pasado; escudriñen la historia desde la creación de la humanidad. Vayan por toda la tierra y pregunten si alguna vez ha sucedido o se ha sabido de algo tan grande como esto. 33 No existe pueblo alguno que haya oído, como ustedes, la voz de Dios hablándole de en medio del fuego, y que no haya perdido la vida. 34 De hecho, no ha habido ningún dios que haya escogido a un pueblo de entre los demás pueblos, con tantas pruebas, señales, milagros y guerras. Recuerden que el Señor los liberó de Egipto, desplegando gran poder, y a través de hechos aterradores.
35 »Esto les ha sido mostrado para que sepan que el Señor es el verdadero Dios, y que fuera de él no hay otro. 36 Él les habló desde el cielo para corregirlos, y en la tierra les mostró su gran fuego, y oyeron sus palabras de en medio del fuego. 37 Él amó a los antepasados de ustedes y escogió a sus descendientes, y los liberó de Egipto por medio de su gran poder. 38 Arrojó de la presencia de ustedes a naciones más numerosas y poderosas que ustedes, con el fin de que ustedes ocuparan sus países y los recibieran en propiedad, como ahora está sucediendo.
39 »Por lo tanto, grábense bien en la mente que el Señor es Dios, tanto en el cielo como en la tierra, y que no hay otro más que él. 40 Cumplan los mandamientos y reglas que yo les doy en este día, y les irá bien a ustedes y a sus descendientes, y vivirán muchos años en el país que el Señor su Dios les va a dar para siempre.»
Ciudades de refugio al este del río Jordán
41 Entonces Moisés eligió tres ciudades al este del río Jordán, 42 para que pudiera refugiarse en una de ellas y ponerse a salvo quien matara sin querer a otra persona con la cual nunca antes hubiera peleado. 43 Estas ciudades fueron: Beser, en la meseta del desierto, para la tribu de Rubén; Ramot, en Galaad, para la tribu de Gad; y Golán, en Basán, para la media tribu de Manasés.
Introducción a la entrega de los Diez Mandamientos
44 Esta es la enseñanza que Moisés entregó a los israelitas, 45 y los mandatos, reglas y ordenanzas que les comunicó cuando salieron de Egipto, 46 cuando estaban todavía al este del Jordán, en el valle que está frente a Bet Pegor, en la tierra de Sijón, rey de los amorreos. Sijón vivía en Jesbón, y fue derrotado por Moisés y los israelitas cuando estos salieron de Egipto. 47 Los israelitas ocuparon su territorio y el del rey Og de Basán, dos reyes amorreos que vivían al este del río Jordán. 48 Su territorio se extendía desde Aroer, a orillas del río Arnón, hasta el monte Sirión, también llamado Hermón, 49 y por todo el Arabá, al este del Jordán, hasta el mar Muerto, al pie del monte Pisga.