Dedicación del templo
(1 R 8.12-66)
1 Entonces Salomón dijo:
«Señor, tú has dicho que habitas en la oscuridad de una nube.
2 Pero yo te he edificado un templo, una mansión donde habites para siempre.»
3 Luego se volvió hacia toda la congregación de Israel, que estaba allí de pie, y la bendijo.
4 Y añadió:
«Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que con su mano ha cumplido la promesa que le hizo a David mi padre, cuando dijo:
5 “Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo, no he elegido ninguna ciudad en ninguna de las tribus de Israel para edificarme una casa donde establecer mi nombre, ni tampoco he escogido a nadie como príncipe de mi pueblo Israel.
6 Pero he elegido a Jerusalén para que mi nombre esté en ella, y he elegido a David para que gobierne a mi pueblo Israel.”
7 Por eso David, mi padre, tuvo la intención de edificar una casa para honrar el nombre del Señor y Dios de Israel.
8 Pero el Señor le dijo a David mi padre: “En cuanto a tu intención de edificar una casa para honrar mi nombre, me parece bien que lo hayas puesto en tu corazón.
9 Pero no serás tú quien me edifique casa, sino el hijo que te va a nacer. Él será quien edifique el templo para honrar mi nombre.”
10 Y el Señor ha cumplido su palabra, pues sucedí a David, mi padre, y ahora ocupo el trono de Israel, tal y como el Señor lo había dicho, y he edificado una casa para honrar el nombre del Señor, el Dios de Israel.
11 Ya he puesto en ella el arca, en donde está el pacto que el Señor celebró con los hijos de Israel.»
12 Enseguida, ante toda la congregación de Israel, Salomón se puso delante del altar del Señor y extendió los brazos.
13 Como Salomón había hecho un estrado cuadrado de bronce que medía poco más de dos metros por lado y casi un metro y medio de alto, y lo había puesto en medio del atrio, se subió a este, se arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y con los brazos extendidos al cielo dijo:
14 «Señor, Dios de Israel, no hay en el cielo ni en la tierra un Dios que se compare a ti, que cumples el pacto y eres misericordioso con tus siervos que de todo corazón caminan delante de ti.
15 Tú has cumplido tu promesa a tu siervo David, mi padre; con tus labios lo dijiste, y con tu mano lo has cumplido, como hoy se puede ver.
16 Ahora, Señor y Dios de Israel, cumple tu promesa a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: “No faltará delante de mí un varón, hijo tuyo, que se siente en el trono de Israel, siempre y cuando tus hijos vigilen sus pasos y sigan mi ley, como lo has hecho tú delante de mí.”
17 »Ahora, Señor y Dios de Israel, que se cumpla la promesa que le hiciste a tu siervo David.
18 Pero ¿acaso es verdad que tú, mi Dios, puedes vivir en la tierra con el hombre? Si ni siquiera los cielos, ni los cielos de los cielos, te pueden contener, ¡mucho menos podría contenerte esta casa que he edificado!
19 Pero, Señor Dios mío, dígnate atender a la oración y a los ruegos de tu siervo, y escucha el clamor y la oración que este siervo tuyo eleva a ti.
20 Mantén abiertos tus ojos, de día y de noche, sobre esta casa, sobre el lugar del cual has dicho: “Mi nombre estará allí”, y atiende a la oración que tu siervo eleva en este lugar.
21 Atiende también al ruego de este siervo tuyo, y de tu pueblo Israel; óyelo desde los cielos, desde el lugar donde vives, y cuando en este lugar se haga oración, ¡escúchanos, y perdónanos!
22 »Cuando alguien peque contra su prójimo, y se le exija hacer un juramento, y venga a jurar aquí, ante tu altar,
23 dígnate escuchar desde los cielos, y actúa y juzga a tus siervos; dale al impío su merecido y haz que sus acciones recaigan sobre su cabeza, y hazle justicia al justo y decláralo inocente.
24 »Cuando tu pueblo Israel sea derrotado ante sus enemigos por haber pecado contra ti, si se vuelve a ti y confiesa tu nombre, y en esta casa eleva a ti sus ruegos,
25 dígnate escucharlo desde los cielos, y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.
26 »Si los cielos se cierran y, por haber pecado contra ti, deja de llover, si dirigen sus oraciones hacia este lugar y confiesan tu nombre, y cuando tú los aflijas se arrepienten de sus pecados,
27 escúchalos en los cielos, y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel; enséñales el buen camino para que lo sigan, y haz llover sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo en propiedad.
28 »Cuando haya hambre en la tierra, o peste, tizoncillo, hongo, langosta o pulgón, o cualquiera otra plaga o enfermedad; o cuando sus enemigos los asedien en la tierra en donde vivan;
29 que toda oración y todo ruego que haga cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, que de corazón reconozca su llaga y su dolor, si tiende las manos hacia esta casa,
30 dígnate escuchar desde los cielos, desde el lugar donde resides, y perdónalos. Examina su corazón y dale a cada uno lo que merecen sus acciones, pues solo tú conoces el corazón humano.
31 Así ellos te temerán y andarán en tus caminos todos los días de su vida en la tierra que les diste a nuestros padres.
32 »A los extranjeros, a los que no sean de tu pueblo Israel, pero que hayan venido de tierras lejanas por causa de tu gran renombre, y de tu mano poderosa y de tu brazo extendido, si llegan a esta casa y oran,
33 dígnate escucharlos desde los cielos, desde el lugar donde vives, y trátalos conforme a las peticiones que te hagan, para que todos los pueblos de la tierra reconozcan tu nombre y te teman, así como lo hace tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo he edificado.
34 »Cuando tu pueblo salga a la guerra contra sus enemigos por el camino que tú les señales, si oran a ti mirando hacia esta ciudad que tú elegiste, hacia el templo que he edificado para honrar tu nombre,
35 dígnate escuchar desde los cielos su oración y su ruego, y defiende su causa.
36 »Cuando pequen contra ti (pues no hay nadie que no peque), si te enojas contra ellos y los entregas en manos de sus enemigos, y sus captores los llevan cautivos a un país enemigo, sea lejos o cerca,
37 si en la tierra a la que fueron llevados cautivos ellos recapacitan y se vuelven a ti, y si en el país de su cautividad oran a ti y dicen: “Hemos pecado; hemos actuado de manera inicua e impía”;
38 si allí en el país adonde los llevaron cautivos se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma, y oran hacia la tierra que les diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia el templo que he edificado a tu nombre,
39 dígnate escuchar desde los cielos, desde el lugar donde vives, su oración y su ruego; defiende su causa y perdona a tu pueblo cuando peque contra ti.
40 »Dios mío, yo te ruego ahora que mantengas abiertos tus ojos, y atentos tus oídos, a la oración en este lugar.
41 ¡Levántate ahora, Señor y Dios, y ven a reposar aquí, tú y el arca de tu poder! ¡Oh, Señor y Dios, que tus sacerdotes se revistan de tu salvación! ¡Que tus santos se regocijen en tu bondad!
42 Señor y Dios, ¡no rechaces a tu ungido! ¡Acuérdate de tu gran misericordia para con David, tu siervo!»
Salomón dedica el templo
(1~R 8.12-66)
1 Entonces Salomón dijo:
«Tú, Señor, has dicho
que vives en la oscuridad.
2 Pero yo te he construido
un templo para que lo habites,
un lugar donde vivas para siempre.»

3 Luego el rey se volvió, de frente a toda la comunidad israelita, que estaba de pie, y la bendijo 4 con estas palabras: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha cumplido lo que prometió a David, mi padre, cuando le dijo: 5 “Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo, no había escogido yo ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel para que en ella se construyera un templo donde residiera mi nombre, ni había escogido a ningún hombre para que fuera el guía de mi pueblo Israel, 6 pero escogí a Jerusalén para que mi nombre resida allí, y escogí a David para que gobernara a mi pueblo Israel.” 7 Y David, mi padre, tuvo el deseo de construir un templo en honor del Señor, Dios de Israel. 8 Sin embargo, el Señor le dijo: “Haces bien en querer construirme un templo; 9 pero no serás tú quien lo construya, sino el hijo que tendrás. Él será quien me construya el templo.”
10 »Pues bien, el Señor ha cumplido su promesa y, tal como lo dijo, yo he tomado el lugar de David, mi padre, y me he sentado en el trono de Israel y he construido un templo al Señor, el Dios de Israel. 11 Además he puesto allí el arca donde está la alianza que el Señor hizo con los israelitas.»
12 Después, y en presencia de toda la comunidad israelita, Salomón se puso delante del altar del Señor y extendió sus manos. 13 Se había subido a una plataforma de bronce de dos metros y veinticinco centímetros de largo, otro tanto de ancho, y un metro treinta y cinco centímetros de alto, la cual había construido y colocado en medio del atrio, y allí mismo se arrodilló, delante de toda la comunidad israelita, y extendiendo sus manos al cielo 14 exclamó: «Señor, Dios de Israel, ni en el cielo ni en la tierra hay un Dios como tú, que cumples tu alianza y muestras tu bondad para con los que te sirven de todo corazón; 15 que has cumplido lo que prometiste a David, mi padre. En este día has unido la acción a la palabra. 16 Por lo tanto, Señor, Dios de Israel, cumple también tu promesa a tu siervo David, mi padre, de que no le faltaría un descendiente que, con tu favor, subiera al trono de Israel, con tal de que sus hijos cuiden su conducta y cumplan tu ley como él la cumplió. 17 Así pues, Señor, Dios de Israel, haz que se cumpla la promesa que hiciste a mi padre, tu servidor David.
18 »Pero ¿será verdad que Dios puede vivir en la tierra con la humanidad? Si el cielo, en toda su inmensidad, no puede contenerte, ¡cuánto menos este templo que he construido para ti! 19 No obstante, Señor y Dios mío, atiende mi ruego y mi súplica; escucha el clamor y la oración que este siervo tuyo te dirige. 20 No dejes de mirar ni de día ni de noche este templo, lugar donde tú has dicho que estarás presente. Escucha la oración que aquí te dirige este siervo tuyo. 21 Cuando oremos hacia este lugar, escucha mis súplicas y las de tu pueblo Israel. Escúchalas en el cielo, lugar donde vives, y concédenos tu perdón.
22 »Cuando alguien cometa una falta contra su prójimo, y en este templo lo obliguen a jurar ante tu altar, 23 escucha tú desde el cielo y actúa, haz justicia a tus siervos. Da su merecido al culpable. Haz recaer sobre él el castigo por sus malas acciones, y haz justicia al inocente, según le corresponda.
24 »Cuando el enemigo derrote a tu pueblo Israel por haber pecado contra ti, si luego tu pueblo vuelve y alaba tu nombre, y en sus oraciones te suplica en este templo, 25 escúchalo tú desde el cielo, perdona su pecado, y hazlo volver al país que les diste a ellos y a sus antepasados.
26 »Cuando haya una sequía, y no llueva porque el pueblo pecó contra ti, si luego ora hacia este lugar, y alaba tu nombre, y se arrepiente de su pecado a causa de tu castigo, 27 escúchalo tú desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel, y enséñales el buen camino que deben seguir. Envía entonces tu lluvia a esta tierra que diste en herencia a tu pueblo.
28 »Cuando por el calor haya en el país hambre, o peste, o las plantas se sequen, o vengan plagas de hongos, langostas o pulgón; o cuando el enemigo rodee nuestras ciudades y las ataque, o venga cualquier otra desgracia o enfermedad, 29-30 escucha entonces toda oración o súplica hecha por cualquier persona, o por todo tu pueblo Israel, que al ver su desgracia y dolor extienda sus manos en oración hacia este templo. Escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede tu perdón; da a cada uno según merezcan sus acciones, pues solo tú conoces las intenciones y el corazón humano. 31 Así ellos te honrarán y te obedecerán mientras vivan en la tierra que diste a nuestros antepasados.
32 »Aun si un extranjero, alguien que no sea de tu pueblo, viene de tierras lejanas por causa de tu nombre grandioso y de tu gran despliegue de poder, y ora hacia este templo, 33 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concédele todo lo que te pida, para que todas las naciones de la tierra te conozcan y te honren como lo hace tu pueblo Israel, y comprendan que tu nombre es invocado en este templo que yo te he construido.
34 »Cuando tu pueblo salga a luchar contra sus enemigos, dondequiera que tú lo envíes, si ora a ti en dirección de esta ciudad que tú escogiste y del templo que yo te he construido, 35 escucha tú desde el cielo su oración y su ruego, y defiende su causa.
36 »Y cuando pequen contra ti, pues no hay nadie que no peque, y tú te enfurezcas con ellos y los entregues al enemigo para que los haga cautivos y se los lleve a otro país, sea lejos o cerca, 37 si en el país adonde hayan sido desterrados se vuelven a ti y te suplican y reconocen que han pecado y hecho lo malo, 38 si se vuelven a ti con todo su corazón y toda su alma en el país adonde los hayan llevado cautivos, y oran en dirección de esta tierra que diste a sus antepasados, y de la ciudad que escogiste, y del templo que te he construido, 39 escucha tú sus oraciones y súplicas desde el cielo, desde el lugar donde habitas, defiende su causa y perdónale a tu pueblo sus pecados contra ti.
40 »Atiende, pues, Dios mío, y escucha las oraciones que se hagan en este lugar.

41 »Levántate, Dios y Señor, con tu arca poderosa,
y ven al lugar donde has de descansar.
Que tus sacerdotes, Dios y Señor, se revistan de la salvación,
que tus fieles gocen de prosperidad.
42 No desaires, Dios y Señor, al rey que has escogido.
Recuerda tu amor por David, tu siervo.»