Job
1-2 Yo sé muy bien que esto es así,
y que ante Dios nadie puede alegar inocencia.
3 Si alguien quiere discutir con él,
de mil argumentos no podrá refutarle uno solo.
4 Dios es grande en poder y sabiduría,
¿quién puede hacerle frente y salir bien librado?
5 Dios, en su furor, remueve las montañas;
las derrumba, y nadie se da cuenta.
6 Él hace que la tierra se sacuda
y que sus bases se estremezcan.
7 Él ordena que el sol no salga,
y que no brillen las estrellas.
8 Sin que nadie lo ayudara extendió el cielo,
y aplastó al monstruo del mar.
9 Él creó las constelaciones:
la Osa Mayor, el Orión y las Pléyades,
y el conjunto de las estrellas del sur.
10 ¡Él hace muchas y grandes maravillas,
tantas que nadie es capaz de enumerarlas!
11 Si Dios pasa junto a mí, no podré verlo;
pasará sin que me dé cuenta.
12 Si de algo se adueña, ¿quién se lo podrá reclamar?
¿Quién podrá pedirle cuentas de lo que hace?
13 Si Dios se enoja, no se calma fácilmente;
a sus pies quedan humillados los aliados de Rajab.
14 ¿Cómo, pues, encontraré palabras
para contradecir a Dios?
15 Por muy inocente que yo sea, no puedo responderle;
él es mi juez, y solo puedo pedirle compasión.
16 Si yo lo llamara a juicio, y él se presentara,
no creo que hiciera caso a mis palabras.
17 Haría que me azotara una tempestad,
y aumentaría mis heridas sin motivo;
18 me llenaría de amargura
y no me dejaría tomar aliento.
19 ¿Recurriré a la fuerza? Él es más poderoso.
¿Lo citaré a juicio? ¿Y quién hará que se presente?
20 Por más recto e intachable que yo sea,
él me declarará malo y culpable.
21 Yo soy inocente, pero poco importa;
ya estoy cansado de vivir.
22 Todo es lo mismo. Y esto es lo que pienso:
que él destruye lo mismo a culpables que a inocentes.
23 Si en un desastre muere gente inocente,
Dios se ríe de su desesperación.
24 Deja el mundo en manos de los malvados
y a los jueces les venda los ojos.
Y si no lo hace Dios, ¿quién, entonces?
25 Mis días huyen en veloz carrera,
sin que yo haya visto la felicidad;
26 se deslizan como barcos ligeros,
como águila que se lanza tras la presa.
27 Si trato de olvidar mis penas
y de parecer alegre,
28 todo mi dolor vuelve a asustarme,
pues sé que Dios no me cree inocente.
29 Y si él me tiene por culpable,
de nada sirven mis esfuerzos.
30 Aunque me lave las manos con jabón
y me las frote con lejía,
31 Dios me hundirá en el fango,
y hasta mi ropa sentirá asco de mí.
32 Yo no puedo enfrentarme a Dios, como si fuera otro hombre,
ni decirle que vayamos los dos a un tribunal.
33 ¡Oh, si entre nosotros hubiera un juez
que tuviera autoridad sobre los dos,
34 que impidiera que Dios me siga castigando
y me siga llenando de terror!
35 Entonces yo hablaría sin tenerle miedo,
pues no creo haberle faltado.
Job
1-2 Yo sé muy bien que esto es así,
y que ante Dios nadie puede alegar inocencia.
3 Si alguien quiere discutir con él,
de mil argumentos no podrá refutarle uno solo.
4 Dios es grande en poder y sabiduría,
¿quién puede hacerle frente y salir bien librado?
5 Dios, en su furor, remueve las montañas;
las derrumba, y nadie se da cuenta.
6 Él hace que la tierra se sacuda
y que sus bases se estremezcan.
7 Él ordena que el sol no salga,
y que no brillen las estrellas.
8 Sin que nadie lo ayudara extendió el cielo,
y aplastó al monstruo del mar.
9 Él creó las constelaciones:
la Osa Mayor, el Orión y las Pléyades,
y el conjunto de las estrellas del sur.
10 ¡Él hace muchas y grandes maravillas,
tantas que nadie es capaz de enumerarlas!
11 Si Dios pasa junto a mí, no podré verlo;
pasará sin que me dé cuenta.
12 Si de algo se adueña, ¿quién se lo podrá reclamar?
¿Quién podrá pedirle cuentas de lo que hace?
13 Si Dios se enoja, no se calma fácilmente;
a sus pies quedan humillados los aliados de Rajab.
14 ¿Cómo, pues, encontraré palabras
para contradecir a Dios?
15 Por muy inocente que yo sea, no puedo responderle;
él es mi juez, y solo puedo pedirle compasión.
16 Si yo lo llamara a juicio, y él se presentara,
no creo que hiciera caso a mis palabras.
17 Haría que me azotara una tempestad,
y aumentaría mis heridas sin motivo;
18 me llenaría de amargura
y no me dejaría tomar aliento.
19 ¿Recurriré a la fuerza? Él es más poderoso.
¿Lo citaré a juicio? ¿Y quién hará que se presente?
20 Por más recto e intachable que yo sea,
él me declarará malo y culpable.
21 Yo soy inocente, pero poco importa;
ya estoy cansado de vivir.
22 Todo es lo mismo. Y esto es lo que pienso:
que él destruye lo mismo a culpables que a inocentes.
23 Si en un desastre muere gente inocente,
Dios se ríe de su desesperación.
24 Deja el mundo en manos de los malvados
y a los jueces les venda los ojos.
Y si no lo hace Dios, ¿quién, entonces?
25 Mis días huyen en veloz carrera,
sin que yo haya visto la felicidad;
26 se deslizan como barcos ligeros,
como águila que se lanza tras la presa.
27 Si trato de olvidar mis penas
y de parecer alegre,
28 todo mi dolor vuelve a asustarme,
pues sé que Dios no me cree inocente.
29 Y si él me tiene por culpable,
de nada sirven mis esfuerzos.
30 Aunque me lave las manos con jabón
y me las frote con lejía,
31 Dios me hundirá en el fango,
y hasta mi ropa sentirá asco de mí.
32 Yo no puedo enfrentarme a Dios, como si fuera otro hombre,
ni decirle que vayamos los dos a un tribunal.
33 ¡Oh, si entre nosotros hubiera un juez
que tuviera autoridad sobre los dos,
34 que impidiera que Dios me siga castigando
y me siga llenando de terror!
35 Entonces yo hablaría sin tenerle miedo,
pues no creo haberle faltado.