Sacrificio del siervo del Señor
1 ¿Quién va a creer lo que hemos oído?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?
2 El Señor quiso que su siervo
creciera como una tierna planta
que hunde sus raíces en la tierra seca.
No tenía belleza ni esplendor,
su aspecto no tenía nada atrayente;
3 la gente lo despreciaba, lo rechazaba.
Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento.
Como a alguien que no merece ser visto,
lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.
4 Y, sin embargo, él cargaba con nuestros sufrimientos,
soportaba nuestros propios dolores.
Nosotros pensamos que Dios lo había herido,
que lo había castigado y humillado.
5 Pero fue traspasado por causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado por causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz,
y por sus heridas fuimos sanados.
6 Todos nosotros nos perdimos como ovejas,
y cada uno siguió su propio camino,
pero el Señor echó sobre él toda nuestra maldad.
7 Fue maltratado, pero se sometió humildemente,
y ni siquiera abrió la boca;
lo llevaron como cordero al matadero,
y él se quedó callado, enmudeció,
como una oveja cuando la trasquilan.
8 Se lo llevaron injustamente,
y no hubo quien lo defendiera;
nadie se preocupó por lo que pasaba.
Lo arrancaron de esta tierra,
le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.
9 Lo enterraron al lado de gente malvada,
lo sepultaron con gente perversa,
aunque nunca cometió ningún crimen
ni hubo engaño en su boca.
10 El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento.
Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado,
tendrá larga vida
y llegará a ver a sus descendientes;
por él prosperarán los planes del Señor.
11 Después de tanta aflicción verá la luz,
y quedará satisfecho al saberlo;
el justo siervo del Señor liberará a muchos,
pues cargará con la maldad de todos ellos.
12 Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes,
y con los poderosos participará del triunfo,
porque se entregó a la muerte
y fue contado entre los malvados,
cuando en realidad cargó con pecados que no eran suyos
e intercedió por los que sí eran pecadores.
Sacrificio del siervo del Señor
1 ¿Quién va a creer lo que hemos oído?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?
2 El Señor quiso que su siervo
creciera como una tierna planta
que hunde sus raíces en la tierra seca.
No tenía belleza ni esplendor,
su aspecto no tenía nada atrayente;
3 la gente lo despreciaba, lo rechazaba.
Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento.
Como a alguien que no merece ser visto,
lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.
4 Y, sin embargo, él cargaba con nuestros sufrimientos,
soportaba nuestros propios dolores.
Nosotros pensamos que Dios lo había herido,
que lo había castigado y humillado.
5 Pero fue traspasado por causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado por causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz,
y por sus heridas fuimos sanados.
6 Todos nosotros nos perdimos como ovejas,
y cada uno siguió su propio camino,
pero el Señor echó sobre él toda nuestra maldad.
7 Fue maltratado, pero se sometió humildemente,
y ni siquiera abrió la boca;
lo llevaron como cordero al matadero,
y él se quedó callado, enmudeció,
como una oveja cuando la trasquilan.
8 Se lo llevaron injustamente,
y no hubo quien lo defendiera;
nadie se preocupó por lo que pasaba.
Lo arrancaron de esta tierra,
le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.
9 Lo enterraron al lado de gente malvada,
lo sepultaron con gente perversa,
aunque nunca cometió ningún crimen
ni hubo engaño en su boca.
10 El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento.
Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado,
tendrá larga vida
y llegará a ver a sus descendientes;
por él prosperarán los planes del Señor.
11 Después de tanta aflicción verá la luz,
y quedará satisfecho al saberlo;
el justo siervo del Señor liberará a muchos,
pues cargará con la maldad de todos ellos.
12 Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes,
y con los poderosos participará del triunfo,
porque se entregó a la muerte
y fue contado entre los malvados,
cuando en realidad cargó con pecados que no eran suyos
e intercedió por los que sí eran pecadores.