La alianza renovada
(Ex 34.1-9)
1 Moisés le dijo al pueblo:
«Después de todo aquello, el Señor me dijo: “Corta tú mismo dos tablas de piedra iguales a las primeras, y haz también un cofre de madera, y sube al monte para hablar conmigo. 2 Yo voy a escribir en esas tablas las mismas palabras que estaban escritas en las primeras, las que tú rompiste, y las guardarás en el cofre.”
3 »Hice, pues, un cofre de madera de acacia, y corté las dos tablas de piedra, y subí con ellas al monte. 4 Y el Señor escribió en las tablas los Diez Mandamientos, tal como lo había hecho la primera vez que les habló a ustedes en el monte, de en medio del fuego, cuando todos estábamos reunidos. Me las dio, 5 y yo bajé del monte; luego puse las tablas en el cofre, tal como el Señor me lo había ordenado, y todavía están allí.»
6 (Los israelitas partieron de Berot Bené Yacán, y se dirigieron a Mosera. Allí murió Aarón, y fue sepultado, y su hijo Eleazar ocupó su lugar como sacerdote. 7 De allí salieron para Gudgoda, y de Gudgoda fueron a Jotbata, región en la que abunda el agua. 8 Fue entonces cuando el Señor escogió a la tribu de Leví para que llevara el arca de la alianza del Señor y estuviera en su presencia para ofrecerle culto y dar la bendición en su nombre, como lo sigue haciendo hasta hoy. 9 Por eso los levitas no han tenido parte ni herencia entre sus hermanos, porque su herencia es el Señor, tal como el Señor mismo lo anunció.)
10 «Yo estuve en el monte cuarenta días y cuarenta noches, lo mismo que la primera vez, y también esta vez el Señor me escuchó y desistió de destruirlos a ustedes. 11 Más bien me dijo: “Anda, prepárate a salir al frente del pueblo, para que vayan y conquisten el país que prometí dar a sus antepasados.”
Lo que Dios exige
12 »Y ahora, israelitas, ¿qué pide de ustedes el Señor su Dios? Solamente que lo honren y sigan todos sus caminos; que lo amen y lo adoren con todo su corazón y con toda su alma, 13 y que cumplan sus mandamientos y reglas, para que les vaya bien. 14 Al Señor su Dios le pertenecen la tierra y todo lo que hay en ella, así como el cielo y todo lo que hay más allá de ellos. 15 Sin embargo, el Señor amó a sus antepasados y quiso que fueran suyos. Así que los escogió a ellos y a sus descendientes, en lugar de escoger a otras naciones, como podemos ver hoy.
16 »Así que, entréguenle su corazón y dejen de ser tercos, 17 porque el Señor su Dios tiene autoridad sobre todos los dioses y sobre todas las naciones. Él es el Dios soberano. Tiene tanto poder, que todo el mundo le tiene pavor. Sus decisiones son siempre justas, y no hace distinciones ni se deja sobornar. 18 El Señor defiende el derecho del huérfano y de la viuda. Él ama y da alimento y vestido al extranjero que vive entre ustedes. 19 Así que ustedes deben de amar al refugiado, porque ustedes fueron refugiados en Egipto.
20 »Obedezcan al Señor su Dios, y adórenlo solo a él; séanle fieles, y cuando tengan que hacer un juramento, háganlo en su nombre. 21 Porque él es el motivo de la alabanza de ustedes; él es su Dios, que ha hecho por ustedes estas cosas grandes y maravillosas que han visto. 22 Cuando sus antepasados llegaron a Egipto, eran apenas setenta personas, pero ahora el Señor su Dios los ha hecho aumentar, y ustedes son tan numerosos como las estrellas del cielo.»
La alianza renovada
(Ex 34.1-9)
1 Moisés le dijo al pueblo:
«Después de todo aquello, el Señor me dijo: “Corta tú mismo dos tablas de piedra iguales a las primeras, y haz también un cofre de madera, y sube al monte para hablar conmigo. 2 Yo voy a escribir en esas tablas las mismas palabras que estaban escritas en las primeras, las que tú rompiste, y las guardarás en el cofre.”
3 »Hice, pues, un cofre de madera de acacia, y corté las dos tablas de piedra, y subí con ellas al monte. 4 Y el Señor escribió en las tablas los Diez Mandamientos, tal como lo había hecho la primera vez que les habló a ustedes en el monte, de en medio del fuego, cuando todos estábamos reunidos. Me las dio, 5 y yo bajé del monte; luego puse las tablas en el cofre, tal como el Señor me lo había ordenado, y todavía están allí.»
6 (Los israelitas partieron de Berot Bené Yacán, y se dirigieron a Mosera. Allí murió Aarón, y fue sepultado, y su hijo Eleazar ocupó su lugar como sacerdote. 7 De allí salieron para Gudgoda, y de Gudgoda fueron a Jotbata, región en la que abunda el agua. 8 Fue entonces cuando el Señor escogió a la tribu de Leví para que llevara el arca de la alianza del Señor y estuviera en su presencia para ofrecerle culto y dar la bendición en su nombre, como lo sigue haciendo hasta hoy. 9 Por eso los levitas no han tenido parte ni herencia entre sus hermanos, porque su herencia es el Señor, tal como el Señor mismo lo anunció.)
10 «Yo estuve en el monte cuarenta días y cuarenta noches, lo mismo que la primera vez, y también esta vez el Señor me escuchó y desistió de destruirlos a ustedes. 11 Más bien me dijo: “Anda, prepárate a salir al frente del pueblo, para que vayan y conquisten el país que prometí dar a sus antepasados.”
Lo que Dios exige
12 »Y ahora, israelitas, ¿qué pide de ustedes el Señor su Dios? Solamente que lo honren y sigan todos sus caminos; que lo amen y lo adoren con todo su corazón y con toda su alma, 13 y que cumplan sus mandamientos y reglas, para que les vaya bien. 14 Al Señor su Dios le pertenecen la tierra y todo lo que hay en ella, así como el cielo y todo lo que hay más allá de ellos. 15 Sin embargo, el Señor amó a sus antepasados y quiso que fueran suyos. Así que los escogió a ellos y a sus descendientes, en lugar de escoger a otras naciones, como podemos ver hoy.
16 »Así que, entréguenle su corazón y dejen de ser tercos, 17 porque el Señor su Dios tiene autoridad sobre todos los dioses y sobre todas las naciones. Él es el Dios soberano. Tiene tanto poder, que todo el mundo le tiene pavor. Sus decisiones son siempre justas, y no hace distinciones ni se deja sobornar. 18 El Señor defiende el derecho del huérfano y de la viuda. Él ama y da alimento y vestido al extranjero que vive entre ustedes. 19 Así que ustedes deben de amar al refugiado, porque ustedes fueron refugiados en Egipto.
20 »Obedezcan al Señor su Dios, y adórenlo solo a él; séanle fieles, y cuando tengan que hacer un juramento, háganlo en su nombre. 21 Porque él es el motivo de la alabanza de ustedes; él es su Dios, que ha hecho por ustedes estas cosas grandes y maravillosas que han visto. 22 Cuando sus antepasados llegaron a Egipto, eran apenas setenta personas, pero ahora el Señor su Dios los ha hecho aumentar, y ustedes son tan numerosos como las estrellas del cielo.»